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¿Existe el modelo de desarrollo cruceño?

Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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Para quienes estamos en ciencias sociales en general y economía en particular, hablar de modelos de desarrollo nos genera inquietud por la falta de una definición concreta y unívoca. El Diccionario más completo y reconocido de economía (The New Palgrave) con casi 15 mil páginas, ni siquiera contiene este término.

Para los economistas un modelo es una representación simplificada de la realidad. Tenemos modelos que explican porque varían los precios, la importancia de la inversión, los costos de la corrupción, etc. Siguiendo esta acepción existen cientos de miles de modelos, no existe “el modelo”, puesto que cada uno apunta a responder una pregunta específica.

Lo más cercano a modelo de desarrollo es un Sistema económico o cómo se responden a las tres principales preguntas de una sociedad: qué, cómo y para quién producir. Existen tres sistemas puros: mercado, planificación central y costumbrista. Éstos se estudiaban en una rama denominada Sistemas económicos comparados. 

Con la caída del régimen comunista en los noventa, esta rama prácticamente desapareció. Hoy cada sistema en el mundo es una combinación de los tres sistemas puros mencionados.

El uso de la acepción modelo se popularizó desde los años ochenta cuando se realizaron reformas pro-mercado y se implementó el “modelo neoliberal”, pero que en realidad corresponde a una variante del sistema económico de mercado.

También se usó para referirse a periodos específicos de éxito económico, dando origen al “modelo asiático de desarrollo”, aunque una rápida revisión muestra que cada país o región tiene una versión de este enfoque (modelo chino, coreano, chileno, peruano, paraguayo, etc).

Otro uso proviene del ámbito de desarrollo urbano, donde el término “modelo de desarrollo” apunta más a cómo crece y se expande una ciudad. Y, también se ha usado en planificación para referirse a la “forma de planificación”, ya sea en sistemas, estratégico, etc.

Resumiendo, no existe formalmente, al menos en economía, la acepción “modelo económico” (en términos de cómo desarrollarse) o “modelo de desarrollo”. 

Lo más próximo que encontré fue un artículo en una revista prestigiosa de la Universidad de Chicago de 1988 donde el economista Paul Kuznets decía que un modelo de desarrollo tenía ciertos atributos: i) crecimiento alto y equitativo digno de emular, ii) que se pueda identificar en la experiencia histórica, iii) explicable o que se puedan señalar las causas del despegue, y, iv) replicable, es decir que se pueda aplicar mediante políticas públicas en otras partes. Según Kuznets, el modelo asiático cumplía estas características.

Las experiencias exitosas de crecimiento cumplen con las tres primeras condiciones (destacables, específicas y explicables), pero no con la última (replicabilidad), puesto que cada país o región es particular y distinto. 

El reconocido economista liberal William Easterly en su libro “La tiranía de los expertos” indica que cada experiencia es peculiar y no repetible, por lo cual la planificación de desarrollo le parece infructuosa.

A su vez, los profesores de la Universidad de Harvard Matt Andrews, Lant Pritchett y Michael Woolcock señalan que no existen recetas o modelos específicos y que los problemas nacionales o regionales deben resolverse con soluciones nacionales o regionales.

Entonces, podemos concluir que un modelo de desarrollo es más bien una narrativa específica de éxito claramente explicable que podría o no ser replicada.

Con ese ánimo, pude contribuir al IBCE con el capítulo económico del libro “Modelo de desarrollo cruceño: factores y valores que explican su éxito” (disponible en www.ibce.org.bo), donde además está la visión histórica (Carlos-Hugo Barbery), sociológica (Oscar Soruco) y valórica (Gary Rodríguez). 

Mi contribución radica en los primeros puntos de Kuznets: cuantificar y explicar el desarrollo desde el punto de vista económico.

El “modelo de desarrollo cruceño” es una historia de éxito. ¿Qué viene ahora? Trabajar para sostenerlo en un entorno más exigente.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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