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LA ECONOMÍA MUNDIAL
Sin duda que 2020 fue un año nefasto por la extensión mundial del COVID-19 que, habiendo surgido en China a fines de 2019, se convirtió en pandemia, generando temor, incertidumbre y millones de contagiados y fallecidos, en unos países más que en otros. Emergiendo una coyuntura en la que no existía la vacuna y menos se tenía certeza del procedimiento que debía seguirse para protegerse del maligno virus.
La respuesta inmediata de las autoridades perplejas frente al virus en todos los países, fue determinar cuarentenas estrictas para la población ocasionando una paralización de las economías, cierre de miles de unidades productivas de bienes y servicios, desplome en el consumo, interrupción de las cadenas de suministros, desplome de la producción y millones de desempleados.
En ese escenario cobraron impulso las políticas económicas fuertemente expansivas en los países industrializados y atrasados, como respuesta forzada de los gobiernos a la severa contracción económica. En Estados Unidos esta orientación de las medidas económicas fue particularmente intensa aplicándose hasta hoy. El resultado es una inflación alta y persistente que no se registraba hace 40 años, debido a la “exuberante” liquidez ocasionada en la compra de bonos gubernamentales por la FED, por US$ 120.000 millones cada mes, que implican una emisión superlativa. La inflación a 12 meses a partir de junio/2021 fue mayor al 5% y en noviembre/2021 llegó a 6,8%, obligando a las autoridades del banco central en Estados Unidos a reconocer que el incremento de precios no era transitorio, como inicialmente sostuvieron, sino que es permanente.
No se debe dejar de lado el rol de otros factores en la inflación como la paralización de la producción, los cuellos de botella en las cadenas de suministros, los recortes en la producción de petróleo y el incremento en su precio, y la reactivación del consumo global, frente a una menor producción.
La FED anunció el 15 de diciembre la reducción del estímulo económico, mediante el aumento de las tasas de interés que subirán en tres oportunidades en 2022. Su nivel actual es de 0 y 0,25% Los tipos bajos impulsan la concesión de créditos hipotecarios, préstamos a empresas y personas, adquisición de vehículos y empleo de tarjetas de crédito. También el banco central avisó que disminuiría radicalmente la compra de bonos gubernamentales y que el programa terminaría en marzo/2022.
Las políticas expansivas amortiguaron el impacto recesivo del virus en 2020 caracterizado por el desplome general, a excepción de China, y acentuado en América Latina. En 2021 el rebote en el crecimiento fue unánime, empero solamente China y Estados Unidos habrían alcanzado una tasa de crecimiento mayor en comparación a 2020; en consecuencia, objetivamente estas economías crecieron. En el caso de América Latina y la zona del Euro, como el ritmo de crecimiento en 2021 fue menor en comparación a 2020, simplemente hubo rebote. Estimándose una desaceleración general en 2022 (Ver cuadro 1)
Cuadro 1: CRECIMIENTO ECONÓMICO EN EL MUNDO: 2020-2022
REGIÓN/PAÍS | 2020 | 2021 | 2022 |
Economía mundial | -3,1 | 5,9 | 4,9 |
Estados Unidos | -3,4 | 6,0 | 5,2 |
Zona del Euro | -6,3 | 5,0 | 4,3 |
China | 2,3 | 8,0 | 5,6 |
América Latina | -7,0 | 6,3 | 3,0 |
Fuente: FMI
IMPACTO EN LA ECONOMÍA BOLIVIANA
La recuperación de la economía mundial particularmente de China y EE.UU. impulsaron la demanda de materias primas. Por otra parte, la inflación obligó, como acontece en estos casos, a que muchos operadores financieros diversifiquen sus carteras adquiriendo y especulando con materias primas, con la finalidad de preservar el valor de sus activos. El resultado conjunto fue un impulso notable en los precios de las materias primas. El índice total de estos productos que en octubre/2021 llegó a un máximo, en noviembre/2021 se redujo, empero fue 118% mayor en comparación a abr/20. El índice de minerales llegó a un máximo en junio/2021 y no obstante su disminución, en noviembre/2021 fue 30% mayor en comparación a abril/2020 (Ver gráfico 1)
Fuente: FMI y Banco Central de Bolivia
En el gráfico anterior se advierte que el impacto del incremento de los precios externos, se expresó en el aumento inmediato y creciente del valor de las exportaciones. Entre abril/2020 y noviembre/2021 se multiplicaron espectacularmente por 4,2 veces, de 240 a US$ 1.007 millones. Tomando en cuenta el total de exportaciones entre enero y noviembre/2021, se tiene US$ 10.023 millones y las importaciones alcanzaron a US$ 8.294, resultando un saldo favorable de US$ 1.729 millones. Este saldo favorable de la balanza comercial fue positivo a partir de enero/2021, cifras que no se hubiesen registrado sin el nuevo auge de los precios.
Es importante hacer notar que entre el 73 y 75% de las exportaciones totales están constituidas por materias primas minerales, incluyendo los metales que aún siendo minerales fundidos no dejan de ser materias primas, además del gas natural. En las ventas externas de las materias primas nombradas no se incluyen las exportaciones de oro en joyas debido a que contienen un grado importante de transformación.
La estadística oficial erradamente clasifica a los minerales fundidos como productos manufacturados, con la finalidad de agrandar las exportaciones de manufacturas, es decir de bienes con mayor valor agregado, y sostener que Bolivia se industrializa y “avanza”.
Entonces un incremento sostenido y significativo de los precios de las materias primas además de estimular la producción en algunos casos, ha generado un efecto precio formidable en el valor de las exportaciones similar al impacto de un misil cuando llega a su blanco.
No obstante de haber crecido las exportaciones y la balanza comercial superavitaria, las Reservas Internacionales Netas (RIN), luego del aumento en agosto/2021 debido al incremento del valor de los DEG determinado por el FMI, declinaron en US$ 354 millones entre agosto y noviembre/2021. En el mismo periodo el principal componente que son las divisas (el cash/lo disponible), fueron US$ 305 millones menos y apenas financiarían 1,7 meses de importaciones de los tres que recomienda el FMI. (Ver gráfico 2)
Fuente: Banco Central de Bolivia
La economía boliviana altamente dependiente de las exportaciones, recibió el impulso decisivo del sector externo. Observando el comportamiento del Índice Global de Actividad Económica (IGAE), exceptuando el periodo de enero a marzo de 2020 y 2021, altamente volátil, se advierte que entre abril y agosto/2020 las tasas de variación fueron negativas y contrastan con los registros positivos en el mismo periodo de 2021, hecho que corresponde al auge de precios externos. Sin embargo, los registros de 2021 no superan el desplome de 2020. Por tanto, solamente hubo rebote en el nivel de actividad económica (Ver gráfico 3)
Fuente: INE
El examen del IGAE sectorial evidencia que entre enero y agosto/2021 en relación al mismo periodo de 2020, el sector minero experimentó el crecimiento más intenso mientras que la incidencia de este sector en el crecimiento fue una de las más altas, llegó a 4,43% en el segundo trimestre de 2021. La causa para este desempeño extraordinario fue principalmente el auge de los precios. Es decir, que el crecimiento de la minería explicaría cerca del 50% del crecimiento total. Los otros sectores como el de Transporte y Almacenamiento, Construcción, Electricidad, Gas y Agua, Comercio e Industria, también registraron cifras positivas debido al levantamiento de las cuarentenas y la aplicación de las vacunas, que permitieron el retorno gradual a la cuasi normalidad. Empero, el decrecimiento de los servicios financieros expresaría los problemas del sistema financiero en la recuperación de la cartera y la dificultad de colocar un mayor volumen de créditos (Ver gráfico 4)
Fuente: INE
Resumiendo, el impacto del COVID-19 en la economía boliviana fue elevado. El mecanismo de transmisión estuvo en los precios externos que se derrumbaron entre fines de 2019 y el primer cuatrimestre de 2020, profundizando una tendencia que había comenzado en el segundo semestre de 2014. El cambio dramático de dirección en estos precios significó para la economía boliviana el fin de la expansión que había comenzado entre 2005 y 2006, expresada en tasas de variación del PIB crecientes y superávit fiscal y externo importantes. La contracción de los precios implicó que el crecimiento se ralentice y que los superávit fiscal y externo se transformen en déficit, como evidencia la información oficial. La pandemia, las cuarentenas y la paralización de las economías en 2020, no hicieron más que profundizar los problemas de la economía boliviana.
La aplicación de vacunas, el levantamiento de las cuarentenas y la recuperación económica mundial, impulsaron los precios de las materias primas y determinaron un aumento importante en el valor de las exportaciones nacionales y un efecto positivo en la actividad económica, que sin este factor no se hubieran alcanzado. Empero, los valores del IGAE de 2021, hasta agosto, evidencian que fueron menores a los de 2020 para el mismo periodo de tiempo; por lo tanto, la economía rebotó, pero no creció. Es posible que esta tendencia no cambie hasta diciembre, recordemos que el ministro de Hacienda, Marcelo Montenegro, declaró que el crecimiento hasta fin de año sería “cercano al 6%” (Página Siete, 30/Dic/2021) No obstante, se deberá considerar que podría ocurrir un milagro “estadístico”.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo