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Para cada país es importante mantener una alerta meteorológica confiable que le permita tomar decisiones clave a tiempo, sobre todo cuando se trata de la producción agrícola.
Este no es el caso de Bolivia, donde lamentablemente aún adolecemos de estaciones meteorológicas mejor distribuidas, conectadas en red y que nos proporcionen los suficientes datos con anterioridad como para poder proyectar modelos más acertados y en tiempo oportuno como para tomar mejores decisiones.
Algo que me quedó claro en la clase de meteorología que pude cursar en la universidad, es que esta es una de las disciplinas científicas que estudia fenómenos en las capas bajas de la atmósfera a corto plazo y su precisión mejora en la medida que existen mayor cantidad de datos por superficie y también en el tiempo.
De esta manera y a nivel regional, con un trabajo colaborativo entre países, es que se pueden proyectar ciertos fenómenos estacionales como el de La Niña. Este fenómeno enfría a gran escala las aguas superficiales de las partes central y oriental del Pacífico ecuatorial, además de producir otros cambios en la circulación atmosférica tropical, como en los vientos, la presión y las precipitaciones.
No es usual, pero este fin de año e inicios del 2023, estamos presenciando un tercer episodio de La Niña de manera continua, algo que muy rara vez sucede. Este fenómeno es el que nos ha traído sequía a esta parte del continente e inundaciones en otros. Se espera que las condiciones de este fenómeno comiencen a desvanecerse el 2023.
Mientras en el hemisferio sur padecemos de temperaturas inusualmente más elevadas para la época y un bajo índice de precipitación, en Sud África las condiciones son cada vez más húmedas en las regiones productoras de maíz. Esto aumenta el riesgo de una cosecha de maíz más pequeña justo cuando aumenta la temporada de siembra del país, y la reducción del área sembrada de maíz podría tener consecuencias para las naciones importadoras en Asia y África.
En Argentina, que tienen un mejor sistema meteorológico, que les es muy útil en cuanto apoyar a sus productores, están conscientes que la producción de trigo bajará y que esta sequía afectará eventualmente también la producción de maíz y soja. Por ello, se prevé que la superficie de cultivo se incremente. En todo caso, Argentina cuenta con 2 eventos con tolerancia a la sequía tanto para trigo como para soja y el gobierno alienta su uso para hacer frente a esta situación.
El evento HB4 fue obtenido precisamente para hacer frente a posibles escenarios como el que ahora vivimos. Si no es por la biotecnología, otros países optan por sistemas de avanzada como son los hibernando de precisión, que buscan hacer un uso eficiente del agua. Estos son usados en el norte de Chile y son fruto del aprendizaje que tuvieron con productores israelíes.
Las noticias para Bolivia no son muy alentadoras. La producción avícola está seriamente afectada no sólo por los conflictos sociales que atravesamos, pero el forraje no es suficiente mucho antes de los conflictos. Las variedades de animales de ganado no están adaptadas para soportar las altas temperaturas que vamos atravesando en valles y más en el trópico.
Incluso la zafra de castaña se ve afectada en Bolivia. Los productores en el norte del país, alertaron de que las plantas no florecieron o los frutos se caen. Y acá está la otra falencia de nuestros productores. No cuentan con el respaldo científico y técnico que les permita manejar mejor sus cultivos, sean estos de rotación o perennes como en la amazonía.
Sin planificación adecuada y si consideramos aún a la ciencia y la tecnología como áreas ajenas para la planificación local, es muy probable que el 2023 no solo sean Chuquisaca y Potosí los departamentos con índices alarmantes de hambre. Resulta preocupante, que en un país que no puede realizar ni un censo, la producción de alimentos se vea altamente amenazada por estas fallas en la planificación general.