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Por: Iván Cachanosky
Una está vinculada a la insatisfacción con la presión impositiva, la segunda refiere a la percepción de justicia de los impuestos y la última se vincula con la eficiencia del uso de los recursos tributarios.
No existen dudas de que la realidad impositiva que se vive en Argentina no es la más alentadora. En el diagnóstico suele haber cierto consenso en que el elevado gasto público se transformó en un problema. Dicho gasto hay que financiarlo, por lo que en los últimos 20 años se observó un incremento en el nivel de impuestos, aunque no suficiente porque Argentina continúa conviviendo con déficit fiscales. Sin embargo, cabe preguntarse ¿cómo viene el umbral de tolerancia de los argentinos en relación a los impuestos que pagan?
Desde la Fundación Libertad y Progreso elaboramos una encuesta de alcance nacional para intentar responder a esta pregunta. A partir de esta información desarrollamos el Índice de Satisfacción Ciudadana con los Impuestos. De las respuestas obtenidas entre los encuestados, podemos concluir que hay tres grandes maldiciones impositivas que los argentinos perciben.
La primera maldición se encuentra vinculada a la insatisfacción con la presión impositiva. El 84% de los argentinos encuestados considera que los impuestos son altos o muy altos. Por el contrario, sólo el 4% perciben que los impuestos son bajos en Argentina. Esta respuesta es sobre percepción, más allá de lo que la realidad dicte. Y en este marco, los números no son para nada alentadores.
Por otro lado, la segunda maldición refiere a la percepción de justicia de los impuestos. En este marco, 8 de cada 10 argentinos encuestados considera que el sistema impositivo es injusto. Este número también es impactante, ya que dentro de esa injusticia comienzan a verse varias razones desde la perspectiva de los encuestados. Por ejemplo, que los impuestos son injustos porque son muy altos en comparación con otros países, o porque lo recaudado en impuestos no se utiliza eficientemente, o porque los ven exclusivamente como un instrumento recaudatorio que mantiene los privilegios de los políticos, entre otros.
En cuanto a la tercera maldición, ésta se encuentra vinculada a la eficiencia del uso de los recursos tributarios. En esta ocasión, el 66% de los encuestados sostuvo que el uso que le da el Estado al dinero recaudado por los impuestos es malo o muy malo. En otras palabras, la percepción no es sólo que se cobran muchos impuestos, sino que además esa enorme cantidad de recursos están mal utilizados. Algunas cuestiones pueden saltar a la vista fácilmente, como el evidente deterioro de los hospitales públicos o los muy bajos desempeños en las evaluaciones internacionales educativas, por ejemplo, las prueba PISA. En concreto, la percepción es que se gasta mucho y mal.
Como si esto fuera poco, el escenario empeora si se realiza un análisis intertemporal. Cuando se le preguntó a los encuestados acerca de lo ocurrido en el 2021 y las perspectivas a futuro, las preocupaciones crecen. El 79% de los encuestados coincidieron en que los impuestos se incrementaron durante el 2021. Además, el 68% opina que los impuestos continuarán aumentando en el futuro. Esta percepción vuelve el panorama más sombrío porque ahora no sólo preocupa que se gasta mucho y mal, sino que se continuará en la misma tendencia.
La gran conclusión de la encuesta es que los argentinos están diciendo “¡Basta!” al incremento de impuestos. En un segundo orden, también podemos concluir que las preocupaciones no sólo están vinculadas exclusivamente a una presión tributaria alta, sino que también entra en juego una percepción no ética en los impuestos ya que el 81% considera que este nivel de impuestos es injusto. Finalmente, la percepción es que este círculo vicioso crecerá en el futuro.
Sería importante que los políticos y legisladores tomen nota de lo que los argentinos nos están revelando en esta encuesta. Ya no sólo es el país que pide a gritos las reformas estructurales, sino que también la población comprende que la solución no puede venir mediante el incremento de impuestos. Dado que Argentina posee desequilibrios estructurales, las soluciones también deberán de ser de carácter estructural para corregir el camino de la decadencia.
*Este artículo fue publicado originalmente en elcato.org el 24 de enero de 2022.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo