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Al escribir esta columna me encuentro en México Distrito Federal (DF) participando en el XII Encuentro de Ciudades Intermedias organizada por el Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible (CEPAD) de Bolivia y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
Quedé una vez más sorprendido por el impresionante movimiento en los aeropuertos de El Dorado en Colombia (donde tuve escala) y Benito Juarez de México DF. Es un ir y venir de los aviones y de pasajeros que pululan como si fuesen hormigas.
Ese movimiento y el de otros centros como Tocumén en Panamá y Barajas en España han inspirado a nuestra región ha anhelar ser un Hub aéreo de pasajeros y carga en Sudamérica.
La semana pasada algunas entidades de la institucionalidad cruceña realizaron un foro al respecto, disponible en Youtube. De las exposiciones, la que me pareció más ilustrativa fue la de Leonardo Ronderos, secretario de la Asociación Latinoamericana de Agentes de Carga.
De su exposición, me quedó claro que el proyecto todavía tiene un largo camino para adelante porque depende de muchos factores como ser incentivos para aerolíneas, mayor densidad de población al sur de Bolivia, capital humano muy calificado, entre otros.
En mi opinión profesional, es un proyecto que debe ir avanzando con un fuerte sustento técnico en todas sus facetas de ingeniería, de mercados de lo que se transportará, del rubro aeronáutico, por citar algunos.
Requerirá mucho compromiso, altísima objetividad para buscar la dimensión y el tiempo adecuado y tenacidad. Esa es una de las líneas a seguir.
También se debe promover más eficiencia y productividad en los sectores tradicionales de Santa Cruz como agricultura e industria.
Pero es crucial pensar en apuntalar nuevas actividades que nos permitan “salir de la caja”, de la zona de confort para insertarnos al siglo XXI aún más rápido.
Eso es lo que vi en el foro sobre capital de riesgo e inversión en Latinoamérica (VCI LAT por sus iniciales en inglés), que tuvo el decidido apoyo de organismos internacionales como Naciones Unidas y el Banco Interamericano de Desarrollo y la iniciativa de CAINCO en lo regional.
Me gustó ver en la entrada del evento el vehículo eléctrico Quantum por lo que representa y porque se animó a penetrar un mercado como el de México, donde ya hay comercializadoras que ya venden vehículos eléctricos. Y también Mobi con una iniciativa de movilidad que acá en el DF es muy extendida.
En lo financiero, fue una fiesta de diversas opciones de financiamiento que apuestan al futuro y que no tienen la estructura tradicional que hemos empleado usualmente, sino que genera mecanismos para proveer recursos a las ideas novedosas de una forma más directa.
En estos esquemas, las ideas de emprendedores compiten agresivamente por los recursos en una especie de concursos de iniciativas.
Sé que la terminología puede ser extraña (“spin-off”, “elevator pitch”, “venture capital”, “unicornios”, etc.), pero es un precio que se debe pagar para comprender cuál es la forma de impulsar la inversión privada en el siglo XXI con resultados varias veces sorprendentes.
A diferencia de la logística aérea y los agronegocios, donde Santa Cruz tiene una clarísima ventaja, los negocios del siglo XXI son más ubicuos; es decir, pueden estar en cualquier parte, sin una predominancia de lo geográfico.
Mi ejemplo preferido es Jalasoft, una empresa cochabambina a la vanguardia en Bolivia en el desarrollo de soluciones tecnológicas para el mundo. No puedo dejar de mencionar que Quantum proviene también de Cochabamba, lo cual muestra un aspecto que resalta Ricardo Hausmann de la Universidad de Harvard: las ventajas de tener ecosistemas donde surgen cada vez más y mejores ideas.
Una de las cuestiones que debe tener presente el aparato emprendedor cruceño es que la nueva competencia (en el buen sentido) puede venir de cualquier lugar de Bolivia o del entorno.
Es hora de surcar con más fuerza y tesón las avenidas de desarrollo del siglo XXI.