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Después de muchas idas y venidas, el gobierno argentino finalmente lanzo la aprobación del proceso licitatorio para la construcción de un sistema de nuevos gasoductos y modificaciones/reversiones a gasoductos existentes, denominado Transport.Ar. Se planea ejecutar en dos etapas, entre 2021 y 2023, para llevar gas natural de Vaca Muerta a varios puntos del país y ahorrar mucha “guita” en importación de GNL, gas de Bolivia, fuel oil y otros energéticos.
Un estimado para este 2022 es que el Tesoro argentino tendrá que sacar de su bolsillo unos 17,000 MMUSD para importar energía y subvencionar los energéticos. Suma muy delicada para un país donde los dólares son demasiado escasos. De este monto aproximadamente 9,000 MMUSD son para importar energía. Si no se hacen los gasoductos estas importaciones se repetirán ano a ano, situación nada deseable para el país del tango.
Pero el golpe decisivo para que el gobierno argentino acelere la construcción de los gasoductos y modificaciones, y saque los recursos de donde no hay, es la declinación de producción de gas natural en Bolivia. Lo anterior hace que el suministro de gas al norte de ese país sea cada vez menor y obliga a Argentina a tener que importar más GNL por el norte de Chile y más derivados de petróleo ano a ano. Esto incrementaría aún más las importaciones de energía y evaporaría cantidad de dólares que no existen.
La primera etapa prevista es la construcción de un nuevo gasoducto entre Tratayen y Saliquelló (Gasoducto Presidente Néstor Kishner), con mejoras y ampliación de capacidad y conexiones con otros gasoductos, incluyendo reversión parcial del gasoducto TGN que llevara gas en sentido contrario hacia el norte de argentina y suplir parte de la demanda insatisfecha de esa zona.
Se estima para esta Fase una inversión de 1,500 MMUSD, y que según información oficial se realizaría entre lo que queda de este 2021 y el 2022. Seremos más realista y esperemos se pueda implementar entre 2002 y gran parte de 2023, financiamiento disponible de por medio por supuesto.
La segunda etapa pretende completar el Gasoducto Néstor Kishner entre Saliquello y San Jerónimo y mejoras, ampliaciones con loops y compersion y conexiones de varios otros gasoductos, incluyendo la finalización en la reversión del gasoducto TGN para dejar de importar gas de Bolivia.
Esta segunda etapa requeriría una inversión total aproximada de 1,900 MMUSD para hacer un total cercano a los 3,400 MMUSD en las dos etapas en gasoductos en Argentina. ¿La mágica pregunta es ahora de donde se consiguen los recursos en país sin reservas? Desde el gobierno argentino se diseña una estructura financiera que pretende arañar fondos de todos lados incluyendo partidas de los presupuestos 2021 y 2022, el aporte a las grandes fortunas y un financiamiento directo del tesoro argentino y otros. Finalmente, indican que esta segunda etapa seria implementada durante el 2023, que puede darse siempre y cuando los recursos estén disponibles.
A nuestro parecer estos nuevos gasoductos y sus ampliaciones en Argentina son altamente positivos. No solo alivianaran billones de dólares en importaciones de GNL, fuel oil y otros energéticos en Argentina en los venideros años, sino que también puede haber beneficios regionales, si se actúa con criterio de integración e inteligencia. La reversión del TGN podría servir para mover gas de Vaca Muerta hasta el norte de Chile y también a Brasil (que está en una especie de crisis de abastecimiento) a través de ductos que están quedando con capacidad ociosa en Bolivia y Brasil.
Recordemos que usar gas regional es una importante fuente de generación de impuestos, regalías, empleo e ingresos por transporte de gas por gasoductos ya construidos con alto grado de depreciación en toda la región. Mantenerlos vacíos es la opción que no debería ocurrir. Los primeros tres meses de 2022 hablaran sobre la realidad de esta importante decisión en Argentina.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo