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Por Manuel Hinds1
En los días anteriores a la guerra de Independencia de EE.UU., Tom Payne, un británico que se convirtió en prócer del nuevo país, escribió que esos eran tiempos que ponían a prueba las almas de los hombres. Estas palabras podrían aplicarse a nuestros tiempos, en los que confluyen problemas que se han venido formando desde hace muchos años y parecen estar apuntando a caer en una crisis que tendrán todos al mismo tiempo, complicando así la solución de todos y cada uno de ellos.
Sin duda, el problema más serio es, con mucho, el de la guerra en Ucrania, y no sólo por lo que está pasando en la guerra ahora mismo —la terrible carnicería desatada por las fuerzas rusas que, en su incapacidad de ganarle a Ucrania la guerra que ellos mismos iniciaron se han volcado a cometer atrocidades en la población civil, tanto desde lejos con artillería y cohetes como directamente, asesinando a civiles desarmados, en muchos casos ya atados de manos, y dejando a muchos con explosivos en sus cuerpos para herir o matar a los ucranianos que quisieran levantarlos para darles cristiana sepultura. Tanto Rusia como Ucrania son productores muy importantes de comida, petróleo, gas y metales, y los dos tendrán muchas dificultades para exportarla en medio de la guerra.
La escasez de productos alimenticios causará aumentos en los precios de esos productos tan grandes que aunque la guerra se terminara hoy tardaría unos años en estabilizarse en niveles similares a los que tenía antes del ataque de Rusia. Ucrania produce el 3% del trigo mundial y Rusia el 11%. Este 14%, o aún un número mucho más pequeño porque algo podrán exportar ellos, es suficiente para causar aumentos enormes en los precios de los alimentos, como ya está pasando con el petróleo y el gas.
Pero esos aumentos de precio se complican con los aumentos que ya venían por dos razones adicionales. La primera es que desde principios de los años noventa los bancos centrales de las monedas fuertes del mundo han emitido enormes cantidades de dinero, tan grandes que un porcentaje alto de ellas no se gastó, sino que se quedó depositado en las arcas de los bancos centrales. Con tanto dinero en circulación, las tasas de interés han bajado a niveles que nunca han tenido y que han llegado en algunos países a niveles negativos (el banco le paga para prestarle el dinero). Otra parte se ha invertido en negocios que sólo son rentables con esas tasas tan bajas. La otra cosa que está contribuyendo a subir los precios es la desarticulación de las redes de suministro de las empresas en todo el mundo que el COVID causó y que todavía no se han superado.
Con la inflación ya subiendo rápidamente porque ambas razones, los bancos centrales están comenzando a retirar dinero del mercado y a subir las tasas de interés, con lo que la rentabilidad de los negocios tenderá a bajar, con resultados muy malos para las inversiones sólo son rentables a tasas muy bajas de interés.
La reducción del dinero en circulación y los aumentos en las tasas de interés también tenderán a reducir la producción porque muchas empresas no podrán pagar sus deudas a las nuevas tasas más altas de interés.
Lo que se está formando es, pues, una maraña de problemas que es muy difícil pronosticar cómo se va a desmadejar. Lo que se puede intuir es que la mejor manera de prepararse para ellos es contar con recursos para aprovechar las oportunidades de resolverlos cuando salgan. Esto es válido para personas naturales, empresas y gobiernos.
Lo preocupante es que precisamente en este momento el país está pasando por la escasez de liquidez más grande de nuestra historia, y que cada vez de ven menos las posibilidades de aumentarla. Mucha gente piensa que las condiciones favorables que tienen en sus ventas se deben a factores que se mantendrán en el tiempo. No es así. Si el Estado se queda ilíquido, no habrá en el país una sola empresa o persona que no vaya a sufrir. Mucha otra gente cree que si el gobierno expropia los ahorros de los trabajadores se resuelve el problema, pero la verdad es que lo haría sólo por un tiempo corto. Dichos fondos, en vez de proporcionar más liquidez, comenzarán a absorberla. El problema no se irá solito, y mientras más se atrase su solución, más difícil será producirla y aplicarla.
1es ex Ministro de Finanzas de El Salvador y co-autor de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009).
Este artículo fue publicado originalmente en elcato.org el 11 de abril de 2022.