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En 2020 el mundo cambió, de eso no cabe la menor duda, la pandemia, que aún no concluye, aunque el covid ya no pase de un resfrío y con vacunas disponibles desde los 6 meses de edad en los países desarrollados, marcó la crisis más grande que le ha tocado vivir a todas las generaciones que habitan nuestro planeta en este tiempo. Al principio, y no tan al principio después, nadie entendía nada de lo que pasaba en nuestro hogar. Luego el tiempo fue resolviendo dudas y limpiando temores.
La política económica que lideró el gobierno de los Estados Unidos, a través de su equivalente a un banco central, la Fed, fue la correcta, aunque esto es relativamente fácil decirlo después de haber conocido los resultados. Ante un frenazo en la economía global, mandando a todo el mundo a su casa a un aislamiento exagerado, fue necesario inyectar adrenalina a un paciente en shock, es decir, imprimir billetes en una manera extraordinaria para garantizar que la economía tenga combustible para seguir moviéndose. Y funcionó, aunque la inyección de adrenalina puede que haya estado cargada un poco más de lo debido. El impresionante aumento de valor del Bitcoin durante el 2021 sea el referente más claro de como se estaba inflando una economía global ante tanta abundancia de dólares circulando.
El cierre del 2021 auguraba un futuro prometedor para la economía global cuando el líder mundial presentaba un crecimiento en su PBI de los más altos de la historia reciente, rozando el 6%. Sin embargo, el estallido de una sorpresiva guerra en Ucrania más una inflación que parecía salirse de control encendió las primeras alarmas. Siguiendo con la analogía médica, con un paciente ya estable, llegaba la hora de comenzar a quitarle los soportes adicionales que le habíamos conectado para que comience a valerse por sí solo nuevamente. Había llegado la hora de comenzar a enfriar la economía recuperando esos dólares que se habían inyectado al mercado de regreso a los bancos, se subieron las tasas de interés y en el transcurso de pocos meses los dólares se convirtieron en la moneda mas valorada del mundo. El euro cayó 20% su valor equiparándose al dólar, el yen japonés cayó otro 20% y así sucesivamente con todas las principales monedas del globo. Lógico, hay muchos dólares en el mundo y todos los países quieren vender barato para obtener la preciada divisa verde.
Esta semana es clave ya que la Fed anunciará un nuevo incremento en su tasa de interés (entre 0.75% y 1%), buscando conseguir para sus arcas más dólares y continuar enfriando la economía, así como también esta semana se publicará el dato de crecimiento económico del PBI de Estados Unidos que ya en el primer trimestre de este 2022 fue negativo. Un segundo golpe en decrecimiento no será sorpresivo, pero si traerá consigo un nuevo fantasma de crisis económica, la confirmación de que las medidas tomadas en 2020/21 pueden haberse salido de las manos y llevará al mundo a ajustarse los cinturones una vez más.
Nuestra amada Bolivia no está exenta de lo que sucede en el exterior, aunque el mundo hoy mira asombrado a un país estable, con una moneda que no ha cambiado su valor por más de una década y donde la inflación parece que no existiera. Todo esto es producto de una apuesta temeraria de que los ahorros del Estado aguantarían para sortear la crisis y el anuncio de una economía global recesiva puede ser una profunda señal de que el modelo ya no es sostenible, que ya no se puede mirar al mundo con un sentimiento de superioridad y que es tiempo de empezar a ser competitivo en términos globales. Aunque siempre seremos cómplices del secreto a voces que recorre nuestras calles y que nos hace mirar con temor a cualquier hermano con acento caribeño, la realidad indica que ya no podemos seguir mirando solo puertas adentro. Porque hoy no se encuentra leche de fórmula importada para nuestros infantes, siempre se la podrá sustituir con algún otro producto si, pero luego empezaremos a vivir la escasez de insulina o de gasolina, cosas que no se producen en nuestro país y el golpe para la ciudadanía será brutal.