(VENEZUELA) Sin política antinflacionaria o dolarización oficial no hay reconversión que valga
El doctor en economía, Alberto Castellanos, dijo a PanAm Post que esta nueva reconversión monetaria del chavismo "va a fracasar" porque "no hay una política antinflacionaria que minimice el impacto de la hiperinflación" en un país con una dolarización informal
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Por: Gabriela Moreno1
El régimen venezolano continúa maquillando la economía para intentar mostrar una aparente recuperación y normalidad. Desde este 1 de octubre entra en vigencia la tercera reconversión monetaria de la era chavista en medio de la mayor crisis económica de la otrora potencia petrolera y con un mercado invadido por divisas extranjeras debido a la escaza confianza de los venezolanos en la devaluada moneda local.
Nicolás Maduro había prometido en febrero que Venezuela avanzaría a una “economía 100 % digital” donde desaparecería el dinero físico, pero desde el lunes estarán en la calle los nuevos billetes. Sin embargo, este no es el fondo del asunto. La eliminación de 14 ceros al bolívar en los últimos 14 años demuestra que la devaluación es un problema estructural del fracasado sistema socialista sostenido sobre la base de una estructura criminal y autoritaria y carcomido por la corrupción.
La nueva reconversión es otro espejismo más, donde ahora 1.000.000 de bolívares soberanos serán equivalentes a 1 bolívar digital. Del mismo modo, 500.000 bolívares soberanos serán ahora 0,5 bolívares digitales. Todo esto sin atacar las causas del problema.
“El bolívar seguirá valiendo exactamente lo mismo. No va a valer más, no va a valer menos, es solamente una escala monetaria para facilitar las transacciones», aseguró la vicepresidente ejecutiva del régimen, Delcy Rodríguez. Pero se equivoca. En un abrir y cerrar de ojos estos billetes empezarán a perder su valor tal como ha ocurrido en los intentos anteriores. No hay reconversión que sobreviva a la más alta inflación del mundo y a una feroz devaluación que no se detiene bajo un sistema de excesivos controles estatales que no renuncia a la emisión de dinero inorgánico para financiar el enorme gasto público.
“Todo es un cambio de escala, pero esta reconversión va a fracasar porque no hay política antinflacionaria que minimice el impacto de la hiperinflación. Entonces, los ceros que restan hoy se añadirán nuevamente como pasó con la reconversión de 2018”, advierte el doctor en economía e individuo de número de la Academia de Ciencias Económicas del Zulia, Alberto Castellanos.
Un desorden monetario
Esta redenominación monetaria en Venezuela es la tercera en los últimos 14 años. La orden del chavismo es que la moneda anterior –el bolívar soberano– siga circulando y además sea aceptada hasta que lo determine el Banco Central de Venezuela (BCV).
Un desorden. Un desbarajuste que recae sobre la principal entidad financiera que decretó mostrar de manera obligatoria los precios de bienes y servicios reflejados en ambas expresiones monetarias, medida que se mantendrá mientras dure el periodo de transición de un bolívar a otro.
La disposición enreda las cuentas porque los precios rotulados en bolívares digitales confunden a los compradores con otra cotización: el valor del producto en dólares. Debido a la dolarización de facto que experimenta el país, es muy común el uso de la moneda estadounidense. En las zonas fronterizas con Colombia es habitual el uso del peso colombiano, mientas en las poblaciones cercanas a la frontera con Brasil tiene mayor aceptación el real brasileño.
A juicio del doctor en economía, Alberto Castellanos, “el único efecto positivo es contable porque los softwares financieros no dan para más”. Para el especialista, una reforma monetaria y fiscal o dolarizar de manera formal el país son las únicas dos alternativas reales y factibles para sortear el declive de los indicadores económicos.
Bolívar sin vida
El bolívar digital nace con muy poca expectativa de vida. Su antecesor, el bolívar soberano, apenas duró tres años en circulación, en los cuales experimentó varias extensiones de su cono monetario. La última fue la emisión del billete de un millón de bolívares, que entró en circulación en marzo de 2021 con una equivalencia de apenas 0,52 dólares, cerrando su corta vida con un valor de poco menos de 0,25 dólares.
Al ritmo inflacionario del país, el bolívar digital correrá la misma suerte. Por ejemplo, hoy un par de zapatos de 40 dólares tendrán un precio de 169 bolívares (Bs. S. 168.998.516,8). La cifra crece aún más si se consulta el precio de un teléfono celular de 150 dólares (633,74 bolívares digitales o 633.744.438 soberanos) o un automóvil usado de 2500 dólares (10562,4 digitales o 10.562.407.300 soberanos).
Nada cambiará
Los venezolanos seguirán prefiriendo el uso de divisas extranjeras para las diferentes transacciones, pues no basta con simplificar las cifras. El verdadero valor de una moneda lo da la confianza. Y en el caso del bolívar venezolano esa confianza no se gana suprimiendo ceros ni digitalizando los medios de pago.
Mientras no se implemente una política antinflacionaria, la economía seguirá estando regida por el dólar estadounidense, aunque no exista una dolarización oficial, lo cual prolongará la crisis y aumentará los índices de pobreza, ya que los venezolanos deberán ingeniárselas para continuar haciendo los pagos en la inaccesible divisa extranjera pero recibiendo sus ingresos en la devaluada moneda nacional.
1Periodista venezolana residenciada en Chile. Egresada de la Universidad del Zulia. Experiencia como editora y productora de contenidos para medios impresos y digitales con énfasis en las fuentes de política e internacional.
*Este artículo fue publicado originalmente en panampost.com el 01 de octubre de 2021.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo