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Walter Morales: “Para mejorar la calificación internacional de Bolivia, debe primar lo técnico sobre lo político”

Walter Morales Carrasco habló de los informes de las agencias calificadoras internacionales sobre la economía boliviana.

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Morales es doctor en economía por la Universidad Autónoma de Madrid. Es ingeniero industrial, con estudios de posgrado y desarrollo directivo, y maestría en finanzas por la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile. Tiene más de 20 años de experiencia en posiciones ejecutivas, de análisis y asesoramiento a la banca, pensiones y mercado de valores en áreas de riesgo, negocios e inversiones. Ha sido director del Banco Central de Bolivia.

“La calificación de riesgo es una opinión que da un ente externo de manera independiente, sobre la situación y la capacidad de pago que tiene el gobierno, dependiendo de varios factores. Se la estructura a través de letras: las mejores calificaciones son triple A y doble A, bajando hasta D, que sería en default o cesación de pagos. A esas combinaciones de letras se les añade un símbolo de +, – o un numeral 1, 2 o 3, que implicaría que se está en mejor o menor calidad crediticia dentro de ese grado. Bolivia estructuralmente ha estado en el rango BB a B en los últimos 15 a 20 años. El superciclo de las materias primas mejoró nuestros ingresos, la calificación fue mejorando y llegamos a estar en BB+, pero después la situación empezó a deteriorarse y la calificación fue reflejando eso. Ahora estamos en B. Las calificadoras asignan además una perspectiva, que indica que podría deteriorarse aún más hacia el siguiente escalafón hacia abajo. Bolivia está en B y con perspectiva negativa. Es algo en lo que coinciden las tres principales calificadoras: Fitch, Standard & Poor´s y Moody´s”, explicó.

Morales indicó que la calificación se realiza en base a dos tipos de factores: “los meramente económicos y otros no necesariamente económicos. En los primeros, hay aspectos fundamentales de la macroeconomía, si hay una disminución del crecimiento por ejemplo. En Bolivia, han disminuido los colchones que teníamos para hacer frente a shocks externos o al cumplimiento del servicio de la deuda. Hay una caída dramática en las reservas internacionales desde 2015 hasta la fecha. En 2015 teníamos 15.000 millones de dólares en reservas, con un PIB de 40.000 millones de dólares. Ahora las RIN están alrededor de 4.800 millones de dólares, de los cuales la mitad es oro; las reservas líquidas son de unos 2.000 millones de dólares. Otro aspecto es la solvencia del Estado, el déficit fiscal, que se ha vuelto a deteriorar desde hace varios años. En el año de la pandemia superó el 12%, pero este año la perspectiva sigue siendo de 9,7%. Las calificadoras dicen que no es sostenible esta situación para Bolivia sin mejorar su perspectiva de ingresos externos. Somos muy dependientes de las materias primas, con dos productos, hidrocarburos y minerales, que representan más del 70% de lo que exportamos”.

En los factores no económicos considerados por las calificadoras, subrayó “la inestabilidad política, las protestas sociales y la institucionalidad, la credibilidad del Estado. Todo esto configura un clima que no es amigable para los inversores a nivel internacional. La calificación B no es un buen grado para la inversión”.

“Lo que mejor ayudaría a la performance del Estado boliviano es atraer recursos externos. El año pasado se bloquearon fondos y uno pensaba que ahora, con un gobierno en funciones que tiene mayoría en la Asamblea, se podrían generar recursos, pero los bonos soberanos por 3.000 millones de dólares no han podido ser emitidos. Dado el deterioro de la situación del país, que es percibido por los inversores internacionales, la tasa de los bonos estaría en un rango de 7,8 a 9,04%, con más énfasis hacia el 9%. Sería sumamente onerosa, cuando las tasas de bonos anteriores han estado en el orden del 4 al 5%. Una tasa superior a eso sería un fracaso y el gobierno debe estar buscando un mejor momento. Bolivia tiene vencimientos de bonos anteriores en 2022, 2023 y 2028, con 500 millones de dólares al año. Una de las preocupaciones de los inversores y las calificadoras es que el destino de los 3.000 millones sea para recambiar los pasivos”, detalló.

Sobre la importancia de los factores no económicos, el experto comentó el caso de Costa Rica, que “con la misma calificación pero con una arquitectura institucional y de funcionamiento democrático diferente, coloca bonos a 5,6%. Hay un tema de percepción de factores no económicos. Probablemente, el gobierno se está equivocando en las señales que da a nivel internacional, como el hecho de priorizar demasiado lo político y olvidarse de lo económico”.

“Los recursos externos son cruciales para sostener el tipo de cambio y para la reactivación económica. Seguir con financiamiento interno está destruyendo el mercado de capitales local, que funciona gracias a los fondos de pensiones. Pero si el Estado sale a captar esa liquidez, le resta recursos al sector privado. El tema más álgido si el BCB sigue financiando al sector público, es que se drenen las reservas. Bolivia tiene espacio para tomar más deuda, pero es con señales claras y primando lo técnico”, remarcó.

Morales dijo que entre las recomendaciones que hacen las calificadoras está la disciplina fiscal: “en este contexto todavía pandémico no están exigiendo un 1% de déficit o estar en equilibrio, pero sí proyecciones de reglas fiscales y generar situaciones de libertad económica para los agentes privados. También institucionalidad, un sistema judicial que sea creíble”.


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