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Francia: La abstención electoral como nueva forma de protesta

Maria Anne Quiroga

Abogada franco-argentina, Investigadora del Programa de políticas públicas de la Fundación Nuevas Generaciones.

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Entre el 20 y 27 de junio, tuvieron lugar en Francia las elecciones locales, comúnmente consideradas como el último ensayo antes de las elecciones presidenciales que se llevarán a cabo en mayo de 2022. Estos comicios despertaban cierto temor entre la clase política francesa, debido al elevado porcentaje de personas que había anunciado su intención de realizar un voto protestatario y antisistema. Sin embargo, la mayor sorpresa que trajo la noche del 20 de junio fue el récord de abstención en la Quinta República: el 66,74% del electorado no acudió a las urnas, cifra que apenas mejoró en tres puntos para la segunda vuelta del domingo 27. En cuanto a los resultados, contrariamente a lo predicho, el partido de Marine le Pen (Rassemblement National) no ganó en ninguna región, pero obtuvo mejores números que el partido de Macron (La République en Marche) quien tampoco consiguió victorias.

Se consolidaron, principalmente, los partidos de derecha e izquierda tradicionales, y todos los presidentes salientes de las regiones fueron reelectos. Algunos interpretaron estos resultados como una vuelta al voto moderado y el retorno de los partidos más tradicionales. Sin embargo, las encuestas para la elección presidencial de 2022, siguen mostrando a Marine le Pen y Emmanuel Macron como ganadores de la primera vuelta, dejando nuevamente de lado al partido de centro derecha (Les Républicains) y al de izquierda (Partido Socialista). Ello confirma que los resultados de la reciente elección, en la que votaron menos de la mitad de los franceses, no son un indicador fiable para predecir la suerte de los próximos comicios presidenciales.

El Partido de Marine le Pen fue el más perjudicado por el alto grado de abstención, lo que demuestra que su electorado, que suele expresar un voto de protesta, decidió esta vez ir más en su postura y optó, directamente, por no votar y mantenerse al márgen del juego electoral. A su vez, un importante estudio sobre el riesgo populista en Francia, llevado a cabo la Fondation pour l’Innovation Politique, mostró el fuerte vínculo existente entre el voto protestatario y la simpatía por movimientos anti sistema como los chalecos amarillos. Vale destacar que éstos últimos se caracterizan por no contar con representantes, programa, estructura mínima ni de voluntad para votar.

Esta situación inédita deja entrever que está ocurriendo un cambio en la traducción de la protesta, que ya no se expresa por el idioma electoral y democrático, sino por el idioma de disidencia y de desconfianza hacia las instituciones políticas y los valores del país. Las elecciones regionales no fueron, esta vez, un “último ensayo” previo a las presidenciales, y sus resultados poco pueden tomarse en cuenta. Sin embargo, permitieron medir la temperatura de la ciudadanía francesa ya que el resultado dejó en evidencia la fiebre abstencionista que aqueja al país. Es por ello que algunas conclusiones obtenidas a partir de estas elecciones son necesarias para preparar las candidaturas de cara a 2022.

En caso de que los 30,6 millones de electores que se abstuvieron los pasados 20 y 27 de junio vuelvan a decidir no expresar su voto en las presidenciales de 2022, Francia tendrá una crisis de régimen que probablemente no permita al presidente electo (o reelecto) gobernar sin que se realice un cuestionamiento importante de la legitimidad de su elección y del funcionamiento de las instituciones democráticas en Francia. Si, en cambio, quienes se abstuvieron en junio de 2021 optasen por participar de las presidenciales de 2022, motivados por la relevancia de dicha elección, no se descarta que su voto se vea orientado hacia las figuras que representan una postura de protesta.

Dependiendo de cómo evolucione la crisis social y económica que hoy atraviesa Francia, no sería descabellado que en 2022 ocurriera un “accidente electoral”. Ello terminaría de demostrar que la democracia francesa, al igual que sucede en tantas otras democracias del mundo, está enferma y sólo un buen diagnóstico permitirá que los mejores remedios para sanarla sean propuestos para las próximas elecciones presidenciales.

*Este artículo fue originalmente publicado el 4 de julio de 2021 en la revista “REALIDAD” de la Fundación Nuevas Generaciones, de Argentina.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Maria Anne Quiroga

Abogada franco-argentina, Investigadora del Programa de políticas públicas de la Fundación Nuevas Generaciones.

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