La guerra de Putin, los “pecadillos” de Occidente y el fracaso opinológico
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(este artículo es un resumen del análisis completo, que puede consultarse aquí)
Cerca de cinco meses han transcurrido y la guerra de Putin avanza lentamente en el este de Ucrania y la maquinaria de guerra rusa no ha demostrado ser lo que creíamos que era, a pesar de las amenazas putinescas, los aportes chechenos y las milicias rusoucranianas. Olvidemos lo militar y vayamos a la geopolítica y la geoeconomía:
Geopolíticamente
En lo histórico geopolítico, algunos retrotraen la “justificación” de la invasión a Ucrania hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, la expansión soviética sobre Europa centroeste con el semillero de repúblicas satélites —dizque “democracias populares”— y la respuesta de las democracias occidentales a esta expansión: la OTAN. Es quizás la visión más “inocente” que la progresía le regala al expansionismo imperialista ruso (el soviético no fue más que otro imperialismo expansionista en el mejor estilo Romanov).
Una explicación más realista es que la Federación Rusa “ninguneada” de la OTAN: en 1991 Rusia solicitó incorporarse a la OTAN, en 1997 se logró un acuerdo OTAN-Rusia en materia de seguridad; el Consejo de la OTAN-Rusia se formó en 2002 y Rusia logró un asiento permanente en la sede de la OTAN; no obstante, la “luna de miel” postURSS había fenecido “de muerte natural” mucho antes de 2002: del lado occidental, con la expansión de la Alianza Atlántica hacia el Este con la decidida oposición de Rusia. Del lado ruso: el creciente belicismo ruso —entre otros: el conflicto del Alto Karabaj; la guerra de Osetia del Sur; la guerra civil georgiana; la guerra de Abjasia; las guerras de Chechenia; la guerra ruso-georgiana; la crisis de Crimea y la guerra del Dombás; el conflicto sirio y la invasión rusa a Ucrania, muchos con silencio occidental— y, otro, la pretendida “inclusión” ucrania en la OTAN, lo que Noam Chomsky caracterizó como que «no protege a Ucrania, sino que amenaza a Ucrania con una gran guerra».
Geoeconómicamente
El aspecto geoeconómico se inicia con la caída del Muro de Berlín: El triunfalismo que imbuyó a Occidente luego del rápido desmoronamiento del bloque en 1989, argumentado por Francis Fukuyama en su libro El Fin de la Historia y el Último Hombre como final del derrotado (Rusia) y a la zaga del desarrollo occidental, llevó a un entusiasmo oportunista —pequeñoburgués— para considerar a Rusia como sólo proveedor permanente de materias primas.
Nadie en Europa ni EEUU se intimidó con la historia de Rusia desde el siglo xvi al xx, y Alemania y gran parte de la Unión Europea (UE) se encerraron en una dependencia malsana del gas ruso: ni la anexión de Crimea en 2014 sirvió de advertencia porque en 2015 aprobaron la construcción del Nord Stream 2, ahora cancelado.
Rusia en 2021 exportó al mundo 335.470 millones de dólares americanos, de los que 141.325 millones fueron por gas, petróleo y sus derivados: más del 42,1% de sus exportaciones. También el mayor exportador de trigo del mundo, un gran exportador de hierro semiacabado y un gran proveedor de níquel y fertilizantes a base de nitrógeno, a los que les siguen cobalto, vanadio, oro, plomo, níquel, platino y tungsteno; en menor medida exporta manganeso, zinc y cobre, por lo que Rusia es una superpotencia (¿tercermundista?) de productos básicos.
Las exportaciones de bienes y servicios rusas a los 27 países de la UE representaron el 7% de las importaciones brutas de bienes y servicios, pero el 41,8% de las importaciones de hidrocarburos de la UE (2021) fue de Rusia: cerca de USD 160 mil millones sólo en este rubro, sin contar minería, metales ni de servicios de electricidad, gas y agua en aquellos países con los que comparte frontera.
La solución propuesta en el nuevo plan REpowerEU para que Europa sea independiente de los combustibles fósiles rusos mucho antes de 2030 son: más gas natural licuado transportado por barcos y plantas regasificadoras; obtener más gas de nuevos y otros actuales proveedores; acelerar la adopción de energía eólica y solar, y optimizar la eficiencia energética. Se calcula que REpowerEU costará unos USD 220.000 millones los próximos cinco años, un ahorro respecto de los más de USD 147.000 millones que la UE paga cada año por los hidrocarburos rusos.
Ése es un verdadero mazazo para Rusia porque la inmensa mayoría de los gasoductos rusos están hacia Europa; Rusia en 2020 entregó sólo 4.100 millones de metros cúbicos de gas frente los 155.000 millones a Europa y un nuevo gasoducto a través de Mongolia que podrá suministrar a China 38.000 millones de metro cúbicos de gas natural comenzará a construirse en 2024 y finalizará en 2030. Con este nuevo y el fracasado Nord Stream 2, Putin se acercó ilusoriamente a tener el garrote de su dominio mundial porque en 2030 la Unión Europea sería títere del autócrata ruso, quien podría decidir si aprieta a China o ahoga a Europa
Fin de un Mundo Global con remiendos
En junio, en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo Putin proclamó “el fin del mundo unipolar liderado por Estados Unidos” pero calló Putin su pretensión de la “nueva” dicotomía entre Oriente y Occidente: continuación imperialista de un mundo dividido en grandes bloques e intromisión putinesca para destruir la globalización. Putin logró, con su guerra, fortalecer y expandir la Alianza y darle un nuevo concepto estratégico y ha provocado una nueva Cortina de Hierro.
Fracaso de la opinología
La guerra de Putin ha despertado, con mucha fuerza, el entusiasmo de la grey opinológica, con aciertos y yerros como el del ministro Le Maire de Finanzas francés, quien afirmó que las sanciones provocarían “el colapso de la economía rusa” o el premio Nobel de Economía Krugman que predijo a Rusia una caída como la Gran Depresión
Todos hemos augurado y las nuevas TICs nos democratizan la opinión pero ajustar y subsanar son obligaciones de los políticos que implementan las sanciones.
Independiente de cuál sea el final de la guerra, ha fortalecido la identidad ucraniana y su voluntad de un destino libre de la dominación rusa, fuera de la PanRusia imperial, estalinista y putinesca.
Nihil scriptum est.