Lecciones de 2022
Gabriela Calderón de Burgos comenta la inflación inusualmente alta este año, el inicio de una guerra en Europa y la consolidación de un régimen más autoritario en China.
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Por Gabriela Calderón de Burgos1
En 2022 aprendimos que la inflación no era transitoria, presenciamos el inicio de una guerra en Europa y vimos la consolidación de un régimen más autoritario en China.
Hace un año la discusión giraba en torno a que la inflación era un fenómeno transitorio. Muchos decían que el repunte que se empezó a notar en la inflación a fines de 2021, que llegó a su pico máximo en el verano de este año, se debía al alza de los precios de los combustibles, al incremento en el costo de los fletes, luego también a paros en la producción de China que volvió a colocar en cuarentena varias ciudades, la guerra en Ucrania que derivó en el incremento en el costo del trigo, entre otros shocks a la oferta derivados de la pandemia.
Durante años había sido denostada la visión monetarista de que la inflación es un fenómeno monetario y que, si se incrementaba la cantidad de dinero, veríamos un repunte en la inflación. 2022 fue el año en que esta visión fue reivindicada. Luego de años de una orgía en la oferta de dinero y de tasas de interés negativas en términos reales por parte de los principales bancos centrales del mundo, la economía mundial experimentó tasas de inflación en niveles altos no vistos desde hace décadas atrás (40 años en el caso de EE.UU.).
Al mismo tiempo, la pandemia profundizó un fenómeno que ya se venía dando desde la Gran Recesión: un incremento significativo en los niveles del gasto público en las economías desarrolladas. John Cochrane de Stanford University sostiene que la política monetaria laxa de la Reserva Federal de EE.UU. se dio para acomodar el gasto deficitario del gobierno. Cochrane señala que a partir de marzo 2020 y como reacción a la pandemia, el gobierno estadounidense gastó más de $5 billones (“trillions” en inglés) y la deuda federal aumentó en casi un 30%. Esto es, la madre de todos los estímulos fiscales, junto con una política monetaria laxa.[1]
Si bien la Reserva Federal empezó a subir las tasas de interés para combatir la inflación, esto luego generó importantes ajustes en las bolsas y miedos acerca de una recesión en 2023. Estos días, ya pocos dudan que haya una recesión y más bien discuten cuán profunda sería.
Las guerras todavía suceden, aunque todavía la tendencia de largo plazo es que vivimos en un mundo donde son cada vez menos frecuentes. La invasión de Rusia en Ucrania demostró el peligro de las modas ambientales de Europa, que se vio arrodillada por su dependencia energética de Rusia. En 2022, los ambientalistas extremos que estaban combatiendo la energía nuclear y el “fracking” se toparon con la realidad de que la energía nuclear y los combustibles fósiles todavía son necesarios.
Este mes presenciamos el principio del fin del experimento de China con la política cero COVID. Luego de años de escuchar loas en la prensa internacional acerca de cómo un país con un gobierno autoritario podía manejar una pandemia que las democracias occidentales, estamos viendo que ese modelo draconiano hace agua.
El futuro de China ya no es lo que se esperaba, su crecimiento ya no será tan dinámico y es probable que continúe retrocediendo hacia un sistema con mayor poder concentrado en el gran líder limite a futuro la capacidad de la economía china para innovar y crecer.
1es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador).
*Este artículo fue publicado en elcato.org el 30 de diciembre de 2022