Petro asume el poder con discurso altamente utópico, bolivariano y estatista
En la toma de posesión de Gustavo Petro como presidente de Colombia destacó un particular simbolismo histórico con el que exaltó a Bolívar e ignoró a Santander. Los próximos cuatro años los resumió en un decálogo de diez promesas cuyo camino es un exacerbado estatismo y más impuestos
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Por José Gregorio Martínez1
Gustavo Petro ya es oficialmente el primer presidente izquierdista de Colombia. Fueron tres intentos por hacerse con el poder hasta que finalmente logró convencer a los electores con la imprecisa y emotiva promesa del “cambio”. Ahora deberá gobernar un país dividido entre quienes creyeron en sus propuestas y demandarán resultados en corto plazo y quienes temen la imposición de una agenda radical que sumerja al país en la fracasada receta castrochavista que llevó a la miseria a Cuba y Venezuela. Por lo pronto, Petro optó por un discurso utópico cargado de altas expectativas con el que intentó mostrar cautela y moderación, pero que en el fondo no lograba ocultar su visión bolivariana y estatista.
La toma de posesión estuvo cargada de un particular simbolismo histórico. La espada del Libertador Simón Bolivar que robó en 1974 el M-19 –el grupo narcoguerrillero al que perteneció Petro– debía estar presente para iniciar su discurso. Esa fue su primera orden como presidente. Las menciones al prócer de la independencia nacido en Caracas no faltaron, así como a otros de la región. «Hagamos realidad esa unidad con la que soñaron nuestros héroes, Bolívar, San Martín, Artigas, Sucre y O’Higgins». El nombre que jamás mencionó fue el del colombiano Francisco de Paula Santander, quien según la versión de la historia difundida por el chavismo no solo traicionó a Bolívar sino que pudo haber estado detrás de su muerte.
Un decálogo de buenos deseos
Los próximos cuatro años de gobierno los resumió en un decálogo de diez promesas que arrancaron los aplausos de sus seguidores que se congregaron en la plaza de Bolívar de Bogotá. Gustavo Petro se puso el listón muy alto con sus planteamientos irrealizables. Solo le faltó garantizar la felicidad eterna y la paz universal para el final de su mandato. Nadie sabe cómo alcanzará sus objetivos. Lo único que quedó claro es que el camino será el de un exacerbado estatismo y más impuestos a la población.
- Conseguir la paz verdadera y definitiva.
- Cuidar de los abuelos, niños y personas con discapacidad.
- Gobernar para las mujeres.
- Dialogar con todos sin exclusiones.
- Escuchar a todos y alejarse de las cortinas de la burocracia.
- Defender a los colombianos de la inseguridad.
- Luchar con mano firme contra la corrupción.
- Proteger al país de la deforestación e impulsar las energías renovables.
- Desarrollar la industria nacional, la economía popular y el campo.
- Cumplir y hacer cumplir la Constitución.
Populismo y estatismo
Además de esta lista de buenos deseos, Gustavo Petro anunció que dejará los bienes de la Sociedad de Activos Especiales (SAE), es decir los extinguidos en su dominio a narcotraficantes o grupos armados, en manos de organizaciones campesinas. Llamó la atención que en su discurso no incluyó el prometido “perdón social” que surgió tras el escándalo de la visita de su hermano Juan Fernando Petro a la cárcel de La Picota.
Al inicio de su discurso, Gustavo Petro reiteró su propuesta de presentar una reforma tributaria con la que buscará una mejor “redistribución de la riqueza” con más impuestos “a las personas que más tienen y más ganan” para que el Estado se encargue de equilibrar las condiciones de desigualdad, tal como planteó Karl Marx en su Manifiesto Comunista, una promesa infaltable de todo socialista.
«Con voluntad, políticas de redistribución y un programa de justicia vamos a hacer una Colombia más
igualitaria y con más oportunidades para todos y todas».
“Cambiar la política antidrogas”
Y otro anuncio que destaca de su intervención –aunque también sin mayores detalles– es el relacionado con “cambiar la política antidrogas” que, por ejemplo, en el caso de Venezuela terminó con la salida del país de los acuerdos con la Administración de Control de Drogas de EE. UU. (DEA, por sus silgas en inglés) cuando el fallecido Hugo Chávez tomó el mismo camino que hoy plantea Petro. El resultado: Venezuela se ha convertido en un narcoestado.
Un par de días antes de la toma de posesión, Gustavo Petro dijo que estudiará el tema de la legalización de las drogas. “Nos toca poner sobre la mesa mundial la discusión de acabar esa prohibición. Este gobierno debe comenzar esta discusión, primero a escala latinoamericana, que es nuestra casa, y es la que está sufriendo las consecuencias. Estamos montados en unos negocios prohibidos”.
Estas declaraciones las ofreció en medio de la entrega del Plan de Emergencia para la Protección de la Vida de líderes sociales, donde también anunció que prohibirá el porte de armas en su totalidad, es decir, eliminando también los permisos especiales, lo que encendió las alarmas por tratarse de una medida que atentará contra el derecho a la legítima defensa.