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El “socialismo sin la electricidad”
En 1920, Lenin definió al socialismo como “el poder de los soviets más la electricidad”, en momentos en que su naciente dictadura comenzaba a impulsar la industrialización forzada. Imposible no recordar la frase en la semana que pasó, cuando una serie de apagones continuados colmaron el vaso del malestar social, económico y político en Cuba.
El “socialismo sin la electricidad” entró en crisis, en gran medida porque Venezuela ya no puede proveer el combustible para los vetustos generadores de la isla. De ahí que una de las respuestas del régimen castro-canelista haya sido convocar a las empresas multinacionales para darle solución al problema, ofreciendo el atractivo de una exención fiscal de ocho años. Al final, la revolución parece ser siempre el camino más largo y tortuoso hacia el capitalismo.
Generales y globos
La dimisión del viceministro del interior de Cuba, en desacuerdo con la represión a las protestas, dejó al desnudo las fisuras en la cúpula del régimen, entre la gerontocracia en el poder desde 1959 y el generalato más joven, que estaría algo más abierto al cambio.
La relativa disidencia de los generales jóvenes es una de las esperanzas en el actual proceso, junto con los proyectos en Estados Unidos –promovidos por el exilio cubano- para darle conectividad a la isla, con tecnología que la dictadura no pueda interferir. El tema ha interesado a Google, Starlink y Elon Musk, que tantean una iniciativa para desplegar globos de gran altura que mantengan viva la “autopista de la rebelión”.
Todas las masacres
El miércoles, el embajador de Bolivia ante la OEA planteó en sesión virtual del Consejo Permanente el tema de Senkata y Sacaba, haciéndose responder por Luis Almagro que la justicia debe buscarse para “todas las masacres”, en alusión a otros hechos obviados por el representante diplomático. “No es amnistía para unos y juicio para otros”, dijo el secretario general.
Sin necesidad de remontarse a los acontecimientos de años anteriores, que son varios, sólo entre octubre y noviembre de 2019 pueden señalarse los casos de Montero y Vila Vila, que merecen igual esclarecimiento.
Un hito clave para esta cuestión probablemente se dé a partir del día 23 de este mes, cuando el Grupo de Expertos Independientes de la CIDH hará público su informe. Será un momento fundamental para promover un debate nacional que vaya más allá de la hemiplejia que sólo ve víctimas de un color político, enfocándose hacia una mirada que realmente apueste por la protección de los derechos humanos para todos.
Ahorro de situaciones
En otra instancia, el día jueves, el mismo embajador Héctor Arce reconoció que “en Bolivia nos hubiéramos ahorrado muchas de estas situaciones si el presidente en ese entonces, el presidente Evo Morales, hubiera tomado la decisión de no ser candidato y de generar que el Movimiento Al Socialismo tenga además otros candidatos”.
Aunque las declaraciones dejen gusto a poco, minimizando hechos terribles como “situaciones”, hay un miligramo de autocrítica, ante la imposibilidad de explicar la crisis política del último bienio sin incluir la cuestión central del prorroguismo. De a poco, las verdades históricas se van abriendo paso entre los relatos.
Fricciones y facciones
Desde el ala más dura del evismo, la ex ministra de salud Gabriela Montaño respondió a los dichos de Arce señalando que “la decisión de que Evo Morales sea candidato en 2019 fue colectiva, y no fruto del capricho del líder”.
Las fricciones por Twitter entre los dos referentes del Movimiento Al Socialismo son síntomas del creciente fenómeno de faccionalismo al interior de ese partido, otrora monolítico.