Morales, Camacho y el poder
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Se combatieron. Todavía lo hacen. Uno llamó cobarde al otro y éste lo acusó de golpista. No se conocen personalmente y no se sabe si entre ellos hubo alguna vez una llamada telefónica o un cruce de mensajes mediante redes sociales. Uno comanda el ala radical del masismo y el otro es la expresión de la radicalidad en la institucionalidad cruceña.
Les quitaron poder. ¿Cuánto exactamente? Solo ellos pueden precisarlo. Sienten que son empujados a no tener la posibilidad de aspirar a la Presidencia en 2025. No pueden creerlo porque uno cerró el largo ciclo neoliberal e inauguró el denominado proceso de cambio y el otro cortó el prorroguismo masista e hizo de Santa Cruz la locomotora de la democracia.
Por esas cosas de la vida, ahora Evo Morales y Luis Fernando Camacho parecen compartir un mismo objetivo: evitar convertirse en marginados de la política nacional. Acumularon poder, uno por más tiempo que el otro, el primero desde que era dirigente cocalero y el segundo desde la dirigencia cívica. Han movido multitudes con sus causas, pero pueden pasar al olvido, arrancados de la primera línea de la acción política.
Morales denunció que hace semanas el Ministerio de Justicia se reunió con camachistas para proponerles que le inicien un proceso en el exterior a cambio de modificar la acusación contra Camacho y eventualmente liberarlo de Chonchocoro. ¿De qué pueden acusarme?, se preguntó. La respuesta puede estar en hechos relacionados al narcotráfico.
El Tribunal Constitucional recibió de una parlamentaria arcista un recurso de inconstitucionalidad de varios artículos del estatuto del MAS que garantizan la dirigencia perpetua de Morales. La resolución del TCP puede poner fin a su condición de “propietario” del partido de cara a las elecciones primarias previstas por ley para el próximo año.
Territorialmente, siente que quieren confinarlo al Chapare reduciendo al mínimo sus perspectivas electorales. En el norte de Potosí arrojaron la silla en la que debía sentarse, en El Alto lo declararon persona non grata y fue vetado para participar en el aniversario del 6 de marzo, y en Oruro no se animó a aparecer en la Entrada del sábado de Carnaval.
El único medio de comunicación en el que explaya es radio Kawsachun Coca que emite su señal en audio y video desde el Chapare, región donde se han estado realizando operativos antidrogas para decomisar cargamentos de cocaína de alta pureza y destruir laboratorios de producción de drogas a gran escala.
Morales cuenta con el respaldo incondicional de los chapareños, los descontentos del arcismo, las Bartolinas y la dirigencia nacional del MAS. Mantiene contactos con líderes políticos de izquierda de los países vecinos, aunque cada vez con menos influencia. Anunció un encuentro de Runasur en Perú y hasta el momento se desconoce si la reunión realmente se produjo.
Camacho, en cambio, perdió algo esencial: la libertad. Tiene ciertas comodidades en la cárcel de Chonchocoro, a no dudarlo, pero el ejercicio del mando en la Gobernación cruceña se ha reducido reuniones semanales con autoridades departamentales, su única comunicación con el exterior es a través de cartas y la influencia sobre la nueva institucionalidad cruceña es prácticamente nula.
El flamante Presidente del Comité Cívico pro Santa Cruz salió con un discurso diferente a su posición respecto al Gobierno, los sectores cruceños han renovado casi en simultáneo sus directorios y el 28 de febrero pocos se acordaron que el Gobernador cumplió dos meses de estar en manos del Gobierno con la aprehensión y posterior detención preventiva en Viacha, a miles de kilómetros de su departamento.
Camacho mantiene el respaldo de los leales de su organización política, sobre todo en el escenario departamental, y de su familia que se ha jugado por él frente a la posibilidad de que el Vicegobernador de Santa Cruz asuma con todas las prerrogativas y sea el inicio del camino hacia el olvido.
Diametralmente opuestos en términos ideológicos,