Reportaje: empresas chinas saquean el oro boliviano escondidas detrás de cooperativas mineras
Infobae reproduce la investigación de Sergio Mendoza Reyes para Los Tiempos.
Escucha la noticia
En el norte de La Paz, Bolivia, decenas de compañías chinas operan las 24 horas del día, los 365 días del año, para extraer oro. Se ocultan tras cooperativas mineras que reciben dinero de Beijing. Así, extranjeros se enriquecen con el oro boliviano sin pagar impuestos y contaminan los ríos con mercurio y otros desechos tóxicos.
El diario digital argentino Infobae reproduce parte de una impactante investigación de Sergio Mendoza Reyes para el diario Los Tiempos, con el apoyo del Rainforest Journalism Fund del Pulitzer Center. El reportaje revela la maquinaria montada por las compañías chinas para saquear el oro boliviano.
El trabajo en los campamentos mineros en Mayaya, una comunidad en el bosque amazónico del norte de La Paz, nunca para, o casi nunca. Miles de obreros trabajan por turnos de 11 horas en gigantescas zonas de suelo estéril, contaminado, desértico, que se abre paso como una enfermedad.
Desde aquí, advierte Mendoza Reyes, se envenena el río Kaka, cuyas aguas, kilómetros más abajo y junto a otras corrientes, llegan las orillas del Parque Nacional Madidi
“Los mineros trabajan para empresarios chinos. Una asociación ilegal entre cooperativas bolivianas e inversionistas extranjeros (en su mayoría del gigante asiático) han hecho realidad esta devastación con la complicidad del Estado boliviano”, revela la investigación.
El informe detalla que la minería aurífera ha destruido la naturaleza en estas poblaciones y el impacto llega al Madidi, una de las áreas más importantes del mundo en biodiversidad.
Cada día, a cada hora, miles de litros de agua con mercurio y otros contaminantes tiñen los ríos que desembocan en esta área protegida.
“A nosotros nos contrató la cooperativa. Así es la cosa, la cooperativa obtiene el permiso del Gobierno y le pagan al dueño de las tierras para trabajar aquí. Se gana más que en la ciudad, el sueldo más bajo estará por los 3.500 bolivianos (507 dólares), otros pueden ganar hasta 8.000 bolivianos (1.160 dólares) si operan máquinas”, cuenta a Los Tiempos Ernesto, quien trabaja en la minería desde hace 12 años.
Ernesto es de Cochabamba, y revela que Mayaya, municipio paceño de Teoponte, está poblado de extranjeros chinos, muchos de ellos indocumentados, que extraen kilos de oro sin dejar nada a cambio para las comunidades, más que destrucción.
En los últimos años, la República Popular de China se convirtió en el principal acreedor binacional de Bolivia. Hasta fines del 2021 se le debía el 10,3% de la deuda externa pública, equivalente a 1.312 millones de dólares.
El eslabón más bajo en la jerarquía minera
Los “poceros”, el eslabón más bajo en la jerarquía minera, viven en tiendas armadas con troncos atados unos a otros con gomas de neumático, forradas con nylons azules sobre los que ponen hojas de palmeras resecas por el sol. Alrededor de sus tiendas han cavado zanjas poco profundas para que, si llueve, el agua corra por los costados.
Su apodo, “los poceros”, proviene de su actividad, explica Mendoza Reyes. Se dedican a extraer oro de los pozos que dejan las máquinas cuando detienen su trabajo por dos horas al día gracias a un acuerdo alcanzado entre los mineros y las comunidades.
El lugar se llama Catea, una comunidad dentro el municipio de Teoponte, donde la fiebre del oro está en uno de sus puntos más altos. El lugar está a nombre de una cooperativa, según los mineros que allí trabajan; pero en realidad, quien extrae el oro sin tregua y echa montón de desechos tóxicos al río es una empresa china.
Llegaron a un acuerdo con la cooperativa al margen de la ley, así ambos se benefician: la cooperativa obtiene entre un 25% y 40% de las ganancias sin trabajar ni poner capital, y la compañía china se lleva hasta un 75% del valor del oro sin pagar impuestos. “El que pierde es el país y las comunidades, que reciben migajas mientras son despojadas de sus riquezas naturales, como ha ocurrido desde la colonia”, advierte el informe.
Estos arreglos turbios se han convertido en una costumbre entre las cooperativas mineras. “Exactamente, hay evasión de impuestos”, admitió el presidente de una de las dos federaciones de cooperativas auríferas más importantes del país (Fecoman), Ramiro Balmaceda. “Estos son acuerdos internos al margen de la ley”, dijo al ser consultado en un evento público en la ciudad de La Paz.
El dirigente justificó estas acciones por la falta de capital de inversión de algunas cooperativas. “Ahí se aprovechan los chinos, colombianos y otros”. Su asesor económico, Ramiro Paredes, aseguró que el Gobierno está consciente de lo que ocurre.
El dirigente de otra de las federaciones más importantes (Ferreco), Eloy Sirpa, también admitió que la renta que reciben las cooperativas que camuflan a estas empresas debe ser superior al 25% para que “haya ganancia”.
Las empresas fantasmas se libran de pagar hasta un 37,5% de impuesto a las utilidades (IUE), un 13% de impuesto al valor agregado (IVA), un 3% de impuesto a las transacciones (IT), y hasta un 7% de regalías para las regiones donde operan.
Tras la fachada de una cooperativa, las regiones sólo reciben un 2,5% de regalías, y se espera que el Estado reciba en un futuro sólo un 4,8% de impuestos. Este último tributo, bajo como ninguno, fue concedido por el Gobierno para las cooperativas por ser sus aliados políticos, pero en el fondo también beneficiará a las compañías fantasmas.
Estos beneficios se basan en “una política entreguista” de los recursos naturales, dijo el investigador especializado en temas mineros del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), Alfredo Zaconeta. Con estas ventajas “muchos optan por hacerse pasar por cooperativas, otros hacen acuerdos ilegales y la producción sale como si fuera de una cooperativa y no de una empresa”, añadió.
Según datos del Ministerio de Minería, al primer trimestre de 2022 el 99% del oro producido en Bolivia se registró como si hubiese sido producido por las cooperativas y sólo el 1% por empresas privadas; pero en realidad una enorme e incalculable cantidad de oro es extraído por privados ocultos tras cooperativas, señaló Zaconeta.
Rastrear a estas compañías fantasmas es una tarea casi imposible. Se sospecha que sus capitales están ligados a otras actividades ilícitas, como el narcotráfico. Distintas fuentes relacionadas con el asunto señalaron a Los Tiempos que éstas no están registradas en el país, sus transacciones se hacen en efectivo, sin dejar huellas en el sistema financiero, y su oro se vende en el mercado negro boliviano para sacarlo hacia el extranjero.
La Amazonia boliviana “se está convirtiendo en territorio de sacrificio a título de cooperativa que no lo es”, concluyó Zaconeta.
“Desde Mayaya hasta unos kilómetros antes del Quendeque observamos empresas mineras chinas por doquier, en dragas sobre el río, y en las orillas de los mismos. También algunas colombianas”, agrega el infome.
De acuerdo a información oficial, en todo el recorrido desde Mayaya hasta Rurrenabaque existen alrededor de 146 áreas mineras, de las cuales un 67% aún están en trámite y, técnicamente, aún no pueden operar. Sólo un 23% de las áreas cuenta con contratos mineros y todos los documentos en regla para realizar sus actividades.
Sin embargo, sólo en una de las 146 áreas se registra el nombre de una empresa aparentemente asiática, la cual aún está en trámites para conseguir un permiso de operación. Esto evidencia que las decenas de empresas chinas allí presentes extraen oro sin registro alguno.
En septiembre de este año se difundieron nuevos datos alarmantes de la contaminación por mercurio en cinco pueblos indígenas de la cuenca del río Beni. Reportes anteriores ya daban cuenta de que una población, los Esse Ejja, tenían niveles de este tóxico muy por encima del límite considerado “sin riesgo” por la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos. Este límite es de una parte por millón (ppm).
No obstante, un nuevo estudio de la Central de Pueblos Indígenas de La Paz (CPILAP), encontró que los integrantes de cinco pueblos indígenas que habitan el Madidi tienen niveles de mercurio tóxicos en sus cuerpos. Tacanas (2,1 ppm), Uchupiamonas (2,5 ppm), Lecos (1,2 ppm), Esse Ejjas (6,9 ppm), y Tsimane-Mosetenes (2,7 ppm) son víctimas de la contaminación por la minería, principalmente por el consumo de pescado.
El imperio chino presente en Bolivia
Las orillas de los ríos, deforestadas, contaminadas, y convertidas en pedregales, están repletas de maquinaria de procedencia china, fabricadas por gigantescas compañías que en su mayoría están vinculadas al Partido Comunista Chino (PCC).
Hay volquetas Howo, de la CNHTC (China National Heavy Duty Truck Group Co.), una empresa del Gobierno Popular de China; maquinaria de LiuGong, una empresa pública china. La compañía Sinotruck Group, parte también de la CNHTC, tiene sus productos repartidos en estas zonas.
Hay motorizados Detank, una marca vinculada a la compañía china Zoomlion, cuyos directivos son miembros del PCC.
Sany es otro gigante de la industria de construcción a nivel global cuyos productos están en las minas auríferas de Bolivia. Su presidente, Liang Wengen, uno de los hombres más ricos de China, manifestó su lealtad incondicional al PCC con declaraciones como: “Mi propiedad, incluso mi vida, le pertenecen al partido comunista”.
Shantui, una empresa administrada por el Gobierno chino y líder en la fabricación de bulldozers a nivel mundial, también dice presente en estos espacios que son depredados.