Hoy, un año del secuestro y torturas de seis periodistas en Las Londras: ¿cómo se combate la impunidad?

La Asociación de Periodistas de Santa Cruz trabaja en tres frentes.

28/10/2022

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El 28 de octubre de 2021, hace exactamente un año un grupo irregular armado que avasalla tierras en el norte del departamento de Santa Cruz, secuestró y sometió a torturas a 17 personas en el predio Las Londras, entre ellas seis periodistas de cuatro medios de comunicación. Se trata del mayor atentado a la libertad de prensa en los 40 años de democracia en Bolivia, afirmó Roberto Méndez, presidente de la Asociación de Periodistas de Santa Cruz.

En el año transcurrido los periodistas secuestrados y torturados enfrentan el intento de que el caso Las Londras quede en la impunidad con la liberación de los peligrosos cabecillas del ataque armado: Sixto Canaza y Paulino Camacho, quienes dejaron las cárceles en las que se encontraban preventivamente por orden del juez de Guarayos Roberto Hurtado y volvieron a avasallar tierras violentamente como en la comunidad Pailitas.

Enfrentan la falta de justicia con la suspensión durante un año de 15 audiencias judiciales para que se considere la devolución de los cabecillas a prisión y se agrave la imputación a intento de asesinato. Roberto Méndez sostuvo que varias de las suspensiones se debieron a que no se fotocopió el voluminoso expediente del caso Las Londras.

La abogada de los periodistas Raquel Guerrero denunció que la última audiencia suspendida fue la convocada para el pasado martes, cuando anunciaron una audiencia virtual por el paro indefinido en Santa Cruz, pero ni siquiera mandaron el enlace o link, de modo que se asume que el acto judicial no se realizó.

Los periodistas que fueron secuestrados y torturados por el grupo irregular armado que no tiene castigo aún son Silvia Gómez y Sergio Martínez de la red Unitel, Mauricio Egüez y Nicolás Alejandro García de la Red Uno, Jorge Gutiérrez del diario El Deber y Percy Suárez de la red ATB, quien filmó a Camacho apuntando con un rifle a las víctimas, pero fue despedido de su medio de comunicación, según informó Roberto Méndez a publico.bo.

Para evitar que la impunidad se apodere del caso Las Londras, la Asociación de Periodistas de Santa Cruz ha tomado la decisión de enfrentarla abriendo tres frentes de acción: solicitar al Ministerio Público una auditoría jurídica sobre las actuaciones del cuestionado juez de Guarayos Roberto Hurtado; convertir la lucha del periodismo nacional por justicia en una causa internacional, y movilizar permanentemente a los periodistas cruceños y bolivianos.

Envió una carta a la Relatoría de Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, dependiente de la OEA, denunciando la impunidad con la que siguen operando los encapuchados armados responsables del hecho. La Relatoría Especial para la Libertad de Expresión se encarga de la defensa hemisférica del derecho a la libertad de pensamiento y expresión, considerando su papel fundamental en la consolidación y el desarrollo del sistema democrático.

Roberto Méndez informó que además de las protestas con plantones de periodistas, se están pasando a las propuestas, pues junto con la ONG Unitas, y defensores de Derechos Humanos de todo el país, se trabaja en un proyecto de ley para crear un Consejo Nacional de Derechos Humanos libre de la injerencia estatal o de gobiernos de turno, y con autonomía económica y de gestión tal como funcionan en países como Colombia, México, Brasil, Honduras, Guatemala y Perú.

La norma también considera la protección de los defensores de Derechos Humanos y activistas sociales, entre los que se encuentran los periodistas, y la investigación de casos relacionados con esos sectores mediante la creación de una fiscalía especializada en derechos humanos.

Asimismo fue presentada una versión digital del libro Periodismo Vs. Terramafia “para que el mundo sepa” sobre uno de los peores agravios que han sufrido los periodistas bolivianos en los 40 años de democracia, pues durante siete horas, seis periodistas fueron secuestrados por encapuchados, sometidos a torturas y vejámenes, mientras les destrozaban sus cámaras, les hacían beber agua sucia y les amenazaban con quemarlos vivos.