OpiniónEconomía

¿1984 de nuevo?

¿Estamos viviendo los ochenta de nuevo?

Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

Escucha la noticia

El novelista y periodista británico George Orwell publicó en 1949 una novela con un título corto y sugerente: 1984. En ella perfilaba un futuro distópico dominado por la vigilancia extrema y el control total. Desde su mirada crítica, advertía sobre los peligros del autoritarismo, la desinformación y la manipulación ideológica.

Sin embargo, el año 1984 fue muy distinto al de la ficción. La Guerra Fría mantenía tensiones nucleares, Inglaterra vivía una huelga de mineros y en África se gestaba el genocidio de Ruanda. Apple lanzaba la Macintosh, mientras en los cines se estrenaban Terminator, Amadeus y Los cazafantasmas, símbolos de una era convulsa pero también creativa.

En Bolivia, en cambio, 1984 fue un año de crisis profunda. La producción acumulaba una caída del 8% desde 1980 y la inflación interanual se disparó de 367% en enero a 2.177% en diciembre. El tipo de cambio oficial pasó de 500 a 2.720 pesos bolivianos por dólar, y el paralelo saltó de 1.900 a 23.381. Esa crisis fue más aguda en magnitudes que la actual, pero sus ecos resuenan hoy con inquietante familiaridad.

En efecto, existen similitudes preocupantes entre aquel año y el presente. A nivel internacional la tensión global; y a nivel nacional la crisis económica (como nos lo recuerda el libro Estabilización y Desarrollo del economista Juan Cariaga).
En los 80, Bolivia prácticamente se quedó sin reservas internacionales. Hoy, la historia se repite. Aunque aún figuran activos contables y algo de oro, el efectivo disponible es mínimo. La escasez de dólares afecta a empresas y ciudadanos; hay colas en surtidores y un mercado paralelo fuera de control.

El déficit fiscal también es un viejo conocido. En los 80, el Estado financiaba ese desequilibrio con emisión directa de dinero. Hoy, aunque se usan instrumentos más sofisticados, el resultado es el mismo: un agujero presupuestario superior al 10% del PIB que se cubre con préstamos internos y recursos del Banco Central.

A esto se suma la caída de ingresos fiscales externos, que, combinada con un gasto público rígido, deja a las finanzas públicas sin margen de maniobra ni capacidad de reacción.

A nivel externo, el patrón también se repite. En los 80, Bolivia dependía del estaño; cuando su precio colapsó, lo hizo todo el modelo. Hoy, el gas natural es nuestro nuevo estaño. Las reservas han disminuido y la producción cae. La vulnerabilidad persiste, solo cambia el recurso.

Además, fenómenos como El Niño, que en los 80 golpearon la agricultura y la ganadería, causaron estragos. Sequías, lluvias atípicas e incendios deterioran la producción agrícola y restan divisas que el país no puede darse el lujo de perder.
En lo político, los matices son distintos, pero no menos preocupantes. En los 80, el poder sindical frenaba cualquier intento de ajuste. Hoy la conflictividad corporativa persiste, pero el principal obstáculo es la parálisis institucional. El Ejecutivo y el Legislativo no logran coordinar ni aprobar financiamiento externo, mientras las decisiones estructurales se postergan indefinidamente.

La gobernabilidad también sufre. Antes, el Estado era débil por la presión de fuerzas sociales diversas. Hoy lo es, además, por la fragmentación política. Si antes la inacción se debía corporativismo, ahora viene de la falta de consensos mínimos para encarar reformas urgentes y sostenidas.

Paradojalmente, también hubo un grupo de trabajo en la universidad de Harvard, donde, de igual forma, se organizó un seminario para discutir la situación del país.

Una diferencia crucial: el gobierno de los 80 sí reconoció la crisis, implementó (inefectivas) medidas económicas y prefirió dar un paso al costado oportunamente apostando por la democracia.

Entonces lo que enfrentamos hoy no es solo una crisis económica; es una repetición de errores estructurales.

Ya pasamos por aquí y sabemos cómo acaban las oportunidades históricas desperdiciadas por miedo, indecisión o cálculo político: con un ajuste doloroso y una fractura social.


Cuentanos si te gustó la nota

50% LikesVS
50% Dislikes

Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

Publicaciones relacionadas

Abrir chat
¿Quieres unirte al grupo de Whatsapp?
Hola 👋
Te invitamos a unirte a nuestro grupo de Whatsapp