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Este mes, los loc@s celebramos –orgullosos- el primer grito libertario del 25 de mayo de 1809 que sembró la libertad no solamente para lo que después fue Bolivia, sino todo el continente americano. No se trata entonces, solo de una fiesta local o departamental, ni siquiera sólo boliviana, sino americana. Algunos ignaros pretendieron desvirtuarla hasta cambiando el orden del calendario, pero sólo terminaron revelando su monumental estupidez.
Hay quienes dicen que no tenemos nada que celebrar, pues como de costumbre, el actual gobierno (también ocurrió con los anteriores, aunque duraron 5 minutos) nos trata como si fuéramos ajenos o peor, huérfanos. Aunque como bolivianos tenemos al igual que el resto de nuestros hermanos a ser tratados exactamente de la misma manera, sin importar cuantos votos aportamos a la hora de las elecciones o al PIB (¿El huevo o la gallina?), discrepo respetuosamente de aquellas respetables opiniones, pues el mundo existe más allá del estado, ahora llamado plurinacional.
Tenemos muchísimas razones para celebrar y sentirnos orgullosos, desde nuestra cultura, culinaria, historia, patrimonio y así sucesivamente, sólo basta reparar en lo que nos resulta cotidiano y nos hace omitir, así como también podrán encontrarse vicios o defectos. Por ejemplo, cuando escribo esta columna –domingo- estamos en pleno Circuito Oscar Crespo Ciudad de Sucre. No existe fiesta deportiva tuerca similar en ningún lugar, peor el sentimiento y la pasión con la que se vive ese acontecimiento. Hay que vivirlo para sentirlo.
Pues bien, ratificándome entonces en que si bien como parte de nuestra Bolivia no tendríamos porque no esperar siquiera un tratamiento aproximado al que nuestro padrastro estado otorga a otras regiones que aportan con mayor número de votos, impuestos u otras cuestiones con la que los populacheros deliran y nos discriminan; huyendo de aquellas lamentaciones debemos estar conscientes que mejores días nos los daremos principalmente nosotros. Que nuestro glorioso pasado no sirva para echarnos en el diván sino como garrocha para el futuro.
Lo que los libertarios de Charcas en el lejano y a la vez cercano 25 de mayo de 1809 fue encender la llama de la libertad en todo el continente americano, que a la postre nos legarían la libertad o por lo menos independencia de nuestros países. Que si sólo fue un grito, que “estito o lo otrito”, queda para la anécdota o incluso les sirve para explotar algún complejo de algunos ignaros, pero las evidencias son suficientes para más allá de toda duda razonable revindicar la magnitud de la fiesta libertaria.
Ello también explica que como aquí se respiran aires de libertad, aquellas mentes totalitarias o serviles no se sientan a gusto por estos lares. No les resulta pues, su hábitat natural.
Hay que lamentar sin embargo, que más allá de nuestras glorias pasadas, presentes y futuras, el estado actual del arte de Sucre y Chuquisaca nos encuentra en situaciones complicadas. Una de ellas muy evidente es la inocultable división entre sus hijos: tenemos dos comités cívicos, la brigada parlamentaria está completamente dividida (más allá de lo que otras lo suelen estar); incluyendo alguien que jura ser su presidente cuando ingresó por la chimenea fruto de una estrategia envolvente; la principal factoría está en caída libre desde hace años fruto de ser el principal botín de asquerosos politiqueros y roscas y, así sucesivamente, podríamos continuar ampliando el desastre que al final del día, sólo perjudica al ciudadano chuquisaqueño.
Pero como insisto desde este privilegiado espacio de opinión semanal que tengo el honor de recibir, una parte –estimo importante- de la solución es el ejercicio efectivo de ciudadanía. No nos merecemos ser y peor creernos que debemos contentarnos con las migajas del banquete o peor aún, reptar frente al poder político partidario. Como razonó en su momento Benjamín FRANKLIN: “La primera responsabilidad de cada ciudadano es cuestionar la autoridad” y más allá de lo que podemos hacer por y para nosotros mismos, debemos ejercer ciudadanía exigiendo al poder nuestros derechos, sin importar colores partidarios u otros temas, que sólo nos han dividido y han facilitado ese actual estado del arte que nos perjudica. Exijamos lo que nos merecemos pero también hagamos lo nuestro. Así que como enseña Viktor FRANKL: “!Cuándo la situación es buena, disfrútala! ¡Cuando la situación es mala, transfórmala! ¡Cuando la situación no puede ser transformada, transfórmate”.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo