OpiniónEconomía

A los candidatos

Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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A las puertas del bicentenario, Bolivia no necesita solo un nuevo gobierno, sino una nueva forma de gobernar. Por eso, les escribo como un ciudadano más a título estrictamente personal.

El pasado lunes manifestaron oficialmente su interés por ser elegidos para el periodo 2025 a 2030. Más allá de su legítimo interés por el poder y su presumible vocación de servicio público, requerimos que, sean elegidos o no, regalen al país gobernabilidad y paz en sus 200 años.

Entiendo que (casi) todos comprenden la crítica situación económica y que una de sus primeras acciones será tomar las medidas del caso. Espero que tengan la valentía para adoptar las políticas que amerita la situación, no la popularidad, como la sensibilidad social para que no afecte a los más vulnerables.

Pese a que soy economista y aunque sé que la crisis es grave, recuerden que hay problemas estructurales —como la institucionalidad o la ética pública— que el dinero por sí solo no puede solucionar.

Les encarezco que se concentren en recuperar la escasa confianza institucional. En este momento estamos igual o peor que en la época de “confianza ni en mi camisa” del dictador Melgarejo del siglo XIX.

Sé que su elección no dejará contentos a todos porque ustedes o serán muy liberales o socialistas; tal vez muy republicanos o plurinacionales. O muy ajenos a la función pública o, por el contrario, burócratas; o muy convencionales o disruptivos. Pero, ese es el juego de la democracia, elegir a líderes específicos que representen a la mayoría, sin excluir a las minorías.

Comprendan que gobernarán a todo el país, no sólo a la fracción que los postuló y respaldó, tal como sucedió en estas décadas sin excepción donde la mayoría simple ha sido considerada como hegemónica, la exclusión ha sido la norma y el ataque a la libertad de pensamiento y expresión fue general. Es más, la falta de diálogo fructífero ha restado posibilidades de desarrollo al país, sus regiones y sus sectores en la historia reciente.

Ustedes deben apuntar no sólo a administrar las arcas fiscales y las funciones públicas. Tienen que propender a sanar las heridas de la fragmentación regional, identitaria, económica y social que nos afecta como país.

No se dejen seducir por el brillo de los recursos naturales que, si bien es una bendición, no serán la tabla de salvación para nuestros problemas. Tampoco se hagan ilusiones con proyectos que parezcan grandilocuentes y que luego se convierten en “elefantes blancos”. Más bien concéntrense en crear un buen sistema de inversión pública a prueba de intereses políticos y presiones regionales. Y, por favor, háganlo para apoyar y promover los millones de emprendimientos en el país.
Tengan extremo cuidado con los tres males estructurales que frenan nuestro desarrollo: la Ignorancia, que se cura con conocimiento y educación; la excesiva ideologización, que debe ceder paso al pragmatismo informado; y, la inercia, que sólo se combate con audacia y liderazgo.

Por favor no pierdan la humildad; recuerden que simplemente son ciudadanos. He sido testigo de que el poder modifica su conducta y los hace parecer inalcanzables, presuntuosos y lejanos.

Recuerdo una escena de la película Cónclave donde el protagonista dice: “Recemos para que Dios nos conceda un Papa que dude. Y que nos conceda un Papa que peque y pida perdón, y que siga adelante.” Ese deseo tengo para ustedes que postulan a dirigir el país.

Cierro pidiendo, como lo hizo el pastor Rick Warren en la toma de posesión de Barack Obama en 2009, que los finalmente elegidos tengan “sabiduría para liderarnos con humildad, valentía para liderarnos con integridad y compasión para liderarnos con generosidad.”

Y citando la misma invocación, pido para que nosotros, los gobernados, “al afrontar estos días difíciles que se avecinan, podamos tener un nuevo nacimiento de claridad en nuestros objetivos, responsabilidad en nuestras acciones, humildad en nuestros enfoques y civilidad en nuestras actitudes, incluso aún si pensamos distinto.”

Que Dios nos bendiga.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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