Opinión

Áñez y la causa colectiva

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“Es inútil ametrallar las montañas”, se lee en una roca blanca, pieza central del Memorial 15 de enero, en el Parque Urbano Central de La Paz. Es un homenaje a los ocho mártires por la democracia asesinados por la dictadura de Luis García Meza en 1981. Sus fotografías y sus nombres están grabados en la enorme piedra que simboliza la eternidad de su causa: la recuperación de la democracia aún a costa de la vida.

40 años después, esa causa recobra vigencia. Ojalá que no sea entregando vidas, ojalá sin nuevos mártires que nos hagan reflexionar que la democracia reconquistada hace cuatro décadas es un bien colectivo frágil, posible de ser expropiada por nuevas tiranías que, sin vestir botas ni uniformes de guerra, vulneran derechos y libertades amparados en la impunidad.

Muerte es muerte. Sea mediante la ejecución de demócratas a manos de grupos paramilitares o sea a través de la tortura física y sicológica hasta que la presa política intente quitarse la vida o piense que morir es la solución a su injusta situación y una contribución a que la polarización política del país desaparezca.

Después de haber leído la carta manuscrita de Jeanine Áñez Chávez a Luis Almagro, me resisto a creer que más gente deba ofrecer su vida en el país para retomar la democracia plena. La causa de hoy no nececita mártires. Necesita convicción, lucidez y esfuerzo colectivo para convencernos y convencer al al mundo que el sistema democrático ha sido expropiado otra vez en Bolivia.

Es probable que organismos internacionales se pronuncien a favor de la expresidenta Áñez a corto plazo y hasta reciba el premio Sájarov de la Unión Europea propuesto por europarlamentarios por su resistencia democrática desde el encierro en una cárcel, pero eso no hará cambiar el objetivo político del masismo de someter a la sociedad a su visión hegemónica y tiránica.

Se requiere un mayor compromiso, primero para vencer el temor y segundo para hacer respetar los derechos de todos. Pronunciamientos internacionales pueden ser el apuntalmiento que necesitamos para mejorar los ánimos, visibilizar la situacion del pais en el contexto interancional, pero el destino de la democracia boliviana está en nuestras manos.

Leyendo su carta, parece que la expresidente tiene el deseo de tirar la toalla, pero ¿es ella la única que debe librar la batalla? En la recuperación de la democracia, después de una larga resistencia a las dicatuduras militares, estuvieron casi todos y en lo político de prácticamente todo el espectro partidario de hace 40 años.

El Conade de los 80 tenía en su seno a partidos de extrema izquierda y organizaciones abiertamente conservadoras, pero todos con el mismo objetivo: recuperar la democracia y el Estado de derecho. Hoy, ¿qué más debe pasar para que se comience a pensar que el sálvese terminará favoreciendo siempre a quienes se nutren de la división y del individualismo?

La causa mayor está ahí y espera por todos. Si se convierte otra vez en una causa colectiva, entonces será “inútil ametrallar a las montañas”.


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