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No existe una receta para saber si una política pública será exitosa o no, pero se conocen los pasos mínimos para un buen diseño de políticas.
Eugene Bardarch enumera éstos en su libro “Los ocho pasos para el análisis de las políticas públicas”, las cuales aplicaré a la discusión sobre la dolarización legal que propone Javier Milei, el candidato con más votos en las primeras en Argentina, y que colocó este tema en la agenda pública del país vecino.
1) Defina el problema. Milei sugiere dolarizar inmediatamente Argentina para reducir y “extinguir” la inflación. En su libro “Dolarización: una solución para Argentina”, Emilio Ocampo y Nicolás Cachanovsky indican que se generaría un compromiso permanente con la inflación baja independientemente de quién gobierne después. En términos coloquiales, “cerrar el candado y tragarse la llave.”
Aunque el problema pareciera ser la inflación, debemos preguntarnos por qué es tan alta en Argentina. La razón más cercana es que hay un exceso de pesos argentinos; y, yendo un paso más atrás, la causa última es el alto déficit fiscal o gastos por encima de los ingresos.
Por tanto, el problema de fondo no es la inflación (el síntoma), sino el descontrol fiscal (la causa). Como lo dijo el Premio Nobel de Economía Thomas Sargent en “Una carta abierta a un ministro de hacienda de Brasil” en 1986 “la inflación elevada y persistente es siempre y en todas partes un fenómeno fiscal, en el que el banco central es un cómplice monetario.”
La dolarización impide “fabricar” dinero y, por ende, tener alta inflación. Pero no frena el aumento del gasto público y el desequilibrio fiscal como lo mostró la experiencia ecuatoriana. O, incluso, la de Panamá que tuvo que recurrir a varios préstamos externos para subsistir.
2) Junte la evidencia. Eso implica ver qué paso en otros países dolarizados. La mayor parte de los estudios sobre dolarización muestran que ésta se traduce en menos inflación. Me viene a la memoria la presentación a la que asistí en 2003 de Sebastián Edwards e Igal Magendzo, que mostraba evidencia de este resultado con métodos econométricos avanzados, pero también advertía de menor crecimiento en países dolarizados.
3) Construya las alternativas. La dolarización inmediata es una opción, como en Ecuador, pero no la única. Otra alternativa es tener un proceso de mejora de la situación fiscal y la mayor captación de dólares posibles para luego dolarizar, tal como lo hizo El Salvador. Y, por último, está la opción de mantener un régimen monetario independiente y moderno como “metas explícitas de inflación”, pero en el marco de políticas fiscales responsables y sostenibles.
4) Elija el criterio. Se refiere a qué código usaremos para elegir las opciones. Por ejemplo, una puede ser la velocidad a la que se verán los resultados. También podría ser los beneficios y costos a largo plazo y la posibilidad de reversión.
5) Proyecte los resultados. Es decir, pensar qué pasará con la economía argentina en cada escenario. Para eso se deben emplear todo tipo de métodos, siempre que sean rigurosos y claros.
6) Confronte las disyuntivas. Una proviene de varios estudios empíricos que muestran que países con tipo de cambio fijo (o muy fijo como la dolarización) tienen menos inflación a costa de menos crecimiento de mediano plazo, porque el país pierde la capacidad de mitigar crisis internacionales usando el tipo de cambio y las tasas de interés. O, en el caso de la velocidad, una investigación reciente del destacado economista argentino Iván Werning muestra que una dolarización inmediata sería desacertada en las condiciones actuales porque estabilizaría la inflación a costa de una contracción rápida aguda de la actividad, creando descontento social.
Y por último: 7) Pare, enfóquese, acote, profundice y decida; y, 8) Cuente su historia. Estos dos corresponderán a las autoridades argentinas que asumirán a fin de año, que deberán decidir con la cabeza muy fría qué camino optar.
La historia nos dirá el veredicto y las lecciones aprendidas.