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Argentina… y nosotros

José Rafael Vilar

Analista y consultor político

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Los “mentores” del liberal económico del nuevo presidente son destacados promotores de la Escuela Austriaca: el académico argentino Alberto Benegas Lynch (hijo) —su homónimo padre fue quien introdujo el pensamiento liberal en Argentina— y el catedrático español Jesús Huerta de Soto Ballester; sin embargo, no sé quién diseñó y la estrategia “dosificada de entregas” de Milei: primero, el discurso del flamante presidente en la escalinata del Congreso el pasado domingo —una pedagogía “magistral” para “vender” a los argentinos la indefectibilidad de los graves shocks económicos y de seguridad que llegarían inmediatamente ante las crisis que ya había y los agravamientos que se avecinaban—; dos días después, el ministro de Economía —vocero natural del área— comunicando las “urgentes medidas de ajuste” que eran el inicio de la motosierra; dos más, la ministra de Seguridad —también vocera natural— informando el “protocolo de seguridad” (14 medidas antipiquetes); el cuarto y próximo la presentación —posiblemente los primeros días de la próxima semana— del conjunto del programa económico y cómo se vehiculará: por “Ley Ómnibus” (paquete que agruparía muchas leyes para que se votaran todas en conjunto para que el Congreso pueda tratarlas rápidamente) o mediante decretos de necesidad o urgencia.

No voy volver a describir el grave panorama económico y social que destruyó Argentina hasta ahora (puede verlo detallado en mi anterior columna «Ideas nuevas o cómo fracasa el estatismo autocrático populista») ni explicar todas las medidas ya establecidas y las que vendrán: sólo las referiré.

Dentro del “paquete de medidas urgentes” están: cancelación de nuevos proyectos de infraestructura —la famosa “obra pública, fuente de los graves escándalos kirchneristas— y detención de realizar aquellos aprobados pero no empezados; despido de empleados públicos contratados el último año y revisión de desempeño de todos los demás; reducción de subsidios en energía y transporte; disminución “al mínimo” en las transferencias a las 23 provincias argentinas; suspensión —durante un año— de toda la publicidad oficial; reducción del número de ministerios federales, de 18 a nueve y similarmente de secretarías y subsecretarias —los espacios de “la casta”—; eliminación de la discrecionalidad oficial para otorgar dólares para importar; “sinceramiento del valor de mercado del peso argentino” mediante su devaluación oficial a 800 pesos por 1 dólar (estaba en 350). Como medidas paliativas para las familias más pobres del país dentro del “paquete” se anunció que los “pagos de apoyo” se duplicarían a 50 dólares mensuales en la Asignación Universal por Hijo y aumentarían en un 50 por ciento —hasta un máximo de 85 dólares al mes— los subsidios de alimentos (Tarjeta Alimentar); también en el orden de demostrar austeridad, el Gobierno anunció que venderá autos y aviones oficiales y recortará el número de choferes, además de confirmar que habrá paritarias libres porque, ante el fuerte aumento del costo de vida, el Gobierno no intervendrá en las negociaciones salariales.

Por su parte, el “protocolo de mantenimiento del orden público para evitar cortes de calles o rutas y puentes”, va directamente contra la capacidad de protesta. Compuesto de 14 medidas contra cortes y bloqueos, entre las principales están el involucrar a las cuatro fuerzas federales más el servicio penitenciario federal para intervenir frente a cortes, piquetes y bloqueos, sean parciales o totales, y que  el Gobierno pasará la factura de gastos por lo que cuesten los operativos de Seguridad a las organizaciones sociales. «La ley no se cumple a medias. Se cumple o no se cumple», advirtió Bullrich.

Por último, estará la anunciada “Ley Ómnibus” para profundizar la modernización del Estado —que empezó con la reducción de Ministerios y empleos políticos—, así como la apuesta de mayores niveles de libertad económica —incluidas privatizaciones—, apertura comercial, reforma en el área energética y cambios progresivos en el régimen cambiario y reformas en materia política.

No queda duda a nadie —el mismo Milei lo recalcó en su discurso del 10— que el conjunto de medidas «va a aumentar la inflación, va a hacer caer los ingresos, va a hacer caer la actividad y el empleo y va a aumentar la pobreza», como afirmó el economista argentino Martín Rapetti, (“Javier Milei aplica la motosierra y ordena recortes en Argentina”, The New York Times, 13/12/2023) pero «la pregunta es: ¿cuál es la tolerancia de la sociedad frente a este ajuste?».

Sólo entonces sabremos realmente cuán concienciados del sacrificio que se necesitaría sufrir para sacarla de ese abismo, estaban los 14.554.560 votantes de Milei el 19 de octubre. Y de cuánto se equivocó Durán Barba analizando las perspectivas de las PASO.

Queda el correlato boliviano: ¿qué nos deparará hasta final de 2025? Vamos al mismo abismo argentino y lo que hacemos —como hizo el massismo— es apretar el mismo acelerador. Y mientras, opciones de oposición repiten las mismas recetas fracasadas desde el 97 mientras el oficialismo de Santa Cruz hace gala de su ceguera y desubicación.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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José Rafael Vilar

Analista y consultor político

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