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Ataques especulativos contra el tipo de cambio ocurren cuando agentes económicos, tratan de obtener ganancias de una fluctuación del tipo de cambio. Estos ataques son típicos del sistema cambiario de tipo de cambio fijo, en los cuales además las ganancias se obtendrían a costa del banco central. Generalmente se originan por la percepción de una debilidad macroeconómica, que hace que le sea muy costoso al banco central defender la paridad del tipo de cambio.
Es muy difícil manejar crisis de confianza y ataques especulativos. Hay una gran vulnerabilidad del tipo de cambio fijo al nerviosismo del público y a ataques especulativos. Los especuladores terminan torciéndole la mano al banco central, como pasó con la libra esterlina en 1992, episodio muy estudiado por los analistas.
En la literatura económica se encuentra tres generaciones de estudios de los ataques especulativos contra el tipo de cambio. En los de primera generación, siguiendo a Krugman en su o seminal artículo de 1979, los ataques se originan en políticas fiscales y sobre todo, monetarias muy expansionistas, que reducen las reservas internacionales. Los especuladores apuestan entonces a que el tipo de cambio no se podrá mantener y apuran sus compras de moneda extranjera, ocasionando y agravando la caída. La autoridad monetaria se ve obligada a devaluar el tipo de cambio, antes de que las reservas internacionales toquen fondo, porque no hacerlo conduce a devaluaciones posteriores más altas.
Los modelos de segunda generación, como el de Obstfeld, 1994, se aplican más a los países de economía avanzada que a países en desarrollo. Se basan en el comportamiento del gobierno que responde racionalmente a las presiones devaluatorias, que pueden surgir, por ejemplo, luego de un shock de oferta adverso. En estos modelos, no se excluye la posibilidad de que el gobierno pueda acceder a créditos del mercado internacional de capitales. A pesar de estas respuestas, el ataque especulativo puede manifestarse si la defensa de la paridad cambiaria tiene altos costos para la economía real, por ejemplo, con altas tasas de interés, causando desempleo. Entonces el público, principalmente los actores financieros, comienzan a dudar del compromiso del gobierno con el tipo de cambio.
En los modelos de tercera generación, como el de Chang y Velasco de 1998, el ataque especulativo está ligado a fragilidades del sistema bancario. El tipo de cambio fijo causa vulnerabilidades para el sistema bancario, si en la percepción del público los pasivos internacionales del sistema son mayores a los activos internacionales líquidos. A su vez, una crisis bancaria puede derivar en un ataque contra las reservas internacionales del banco central, especialmente por los depositantes y tenedores extranjeros de bonos. Estos modelos no tendrían mayor pertinencia para nosotros, por los escasos pasivos transfronterizos de nuestro sistema bancario.
Con la información disponible se puede concluir que la actual presión sobre las reservas internacionales se ajusta a los modelos de primera generación. El origen del problema está claramente en las políticas fiscales demasiado expansivas
Si bien los modelos de segunda generación están pensados para los países de economía avanzada, se puede rescatar de ellos la importancia de la credibilidad del compromiso del gobierno en defender la paridad cambiaria. La ausencia de medidas apropiadas para enfrentar la situación de las reservas puede conducir a una credibilidad incompleta que, a su vez, puede traducirse en ataques especulativos. Si no hay confianza, los fondos que el gobierno y el BCB pudiesen obtener de la cooperación internacional se saldrán del sistema. Los efectos de alivio de la presión cambiaria, de la aprobada ley del oro pueden ser pasajeros.
La demanda interna de dólares ha aumentado, pero no se tiene una estampida por divisas. La baja inflación desde 1986, ha contribuido a estabilizar las cruciales expectativas, pero como decía Milton Friedman para la política monetaria, que sus efectos tardan en llegar y que aparecen con desfases variables. Lo mismo puede suceder con la hasta ahora controlada inflación.