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Bolivia ante el «momento Mercosur-Unión Europea»

Las asimetrías al interior del Mercosur y la apertura del gigante mercado europeo pueden empujar a Bolivia a potenciar su competitividad internacional

Guillermo Bretel

Politólogo y Sociólogo de la Julius-Maximilians-Universität Würzburg

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La Unión Europea (UE) está intentando cerrar el círculo del histórico acuerdo con Mercosur. En Bruselas, el calendario político prevé decisiones en el Consejo Europeo en la segunda quincena de diciembre, con plazos que empujan el cierre hacia finales de diciembre y la ratificación parlamentaria a inicios de 2026. Ese «apretón de manos» depende de cómo se resuelvan las salvaguardas agrícolas y de si la Comisión y los países más escépticos son capaces de encontrar compromisos. Más allá de la coreografía institucional, la sustancia es clara: el acuerdo UE-Mercosur abre cuotas y reducciones arancelarias para muchos productos. Para Sudamérica, esto es una oportunidad gigantesca. Hablamos de acceso preferencial a un mercado de casi 450 millones de habitantes con alto poder adquisitivo.

Bolivia ya culminó su proceso de adhesión al Mercosur en 2024. Su nuevo estatus como miembro pleno le da un período de cuatro años para adaptar su legislación al acervo normativo del bloque. Esto le otorga voz y voto en los órganos del Mercosur, y —lo crucial— la llave para beneficiarse de los acuerdos externos del bloque, empezando por el europeo. Si el acuerdo con la UE avanza, Bolivia accedería a las mismas preferencias de exportación que Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, desde la carne hasta la soya y el azúcar, dentro de las estrictas reglas sanitarias y ambientales pactadas con Europa, que empujan a los exportadores sudamericanos a mejorar procesos, trazabilidad y cumplimiento.

Sin embargo, ser miembro pleno del Mercosur también implica aceptar el Arancel Externo Común (AEC) con el resto del mundo—un armazón con bandas que van de 0 a 35 por ciento, con listas de excepciones nacionales— y convivir con la preferencia intrabloque para productos de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. A veces, esos bienes llegan con mejores precios y calidad, no sólo por escala, sino por entornos regulatorios más competitivos. No es ningún secreto que Mercosur es una unión aduanera incompleta, con asimetrías y vacíos legales que reflejan proteccionismos sectoriales.

«Bolivia debe ser la punta de lanza en la promoción de un Mercosur más pro-comercio».

Si bien estos factores quitan atractivo al Mercosur desde la perspectiva boliviana, el ingreso a un bloque regional con estas condiciones, que a su vez da acceso a un mercado como el europeo, puede generar presiones a modo de incentivos correctos para que Bolivia cumpla sus tareas de política y economía internas. Ningún bloque de integración es perfecto, pero la combinación de presión competitiva interna y un sinfín de oportunidades económicas externas puede ser el shock ordenado que Bolivia necesita para fortalecer su institucionalidad jurídica, su cumplimiento ambiental y sanitario, sus procesos logísticos y su escalamiento productivo. De paso, ganaría voz y voto donde sus vecinos y socios comerciales más importantes deciden cada centímetro de arancel y cada página de norma técnica.

Ya para desarrollar al máximo el potencial del bloque, se necesita reformas urgentes. Bolivia debe ser la punta de lanza en la promoción de un Mercosur más pro-comercio. Buscando alianzas internas con países de ideas afines, se puede impulsar una reforma del Mercosur que simplifique el AEC y reduzca costos burocráticos. Simultáneamente, Bolivia debe poner sobre la mesa la integración a lo largo de toda la Hidrovía Paraguay-Paraná, que es el corredor natural hacia el Atlántico compartido con sus socios del Mercosur. Priorizar inversiones y gobernanza en ese eje reduciría tiempos y costos, elevando la competitividad internacional de la oferta boliviana.

Si el acuerdo UE-Mercosur se aprueba, Bolivia no debería observar desde el palco. Bolivia debería sentarse en la mesa como Estado parte y convertir la preferencia europea en palanca de cambio: en casa y en el vecindario. La historia nos enseña que los países que se integran para competir, y se reforman para comerciar con mejor calidad y mejor precio, son los que terminan capturando el valor agregado. La aprobación del tratado UE-Mercosur sería un primer paso importante; el segundo —y definitivo— siempre depende de uno mismo.


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Guillermo Bretel

Politólogo y Sociólogo de la Julius-Maximilians-Universität Würzburg

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