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Acabando septiembre vienen de Santa Cruz dos noticias alentadoras en nuestro crispado ambiente político. El presidente del Comité Cívico cruceño ha hecho conocer que el punto central de la tarea asignada en un multitudinario cabildo hace un año, relativo a la relación de la región con el Estado central, discurrirá hacia una profundización del régimen autonómico. Y el otro es que el actual rector de la Universidad Gabriel R. Moreno ha hecho conocer a la opinión pública que se apresta a formar una organización política en la perspectiva de participar en las elecciones del 2025 con una opción nueva. Veamos su trascendencia.
El régimen de autonomías está inscrito en nuestra Constitución vigente, cierto que restringida en la Ley marco específica, pero se pueden lograr consensos para avanzar en el amplio campo que permite el ordenamiento constitucional actual. Casi más importante que la anterior consideración; se aleja la posibilidad de que el agresivo discurso oficialista se sirva del anterior planteamiento, vinculado al federalismo, pueda usarse para acusaciones de separatismo que a veces pueden confundir con las pocas voces de cierto regionalismo también destemplado. En una reciente publicación de tipo académico (Rev. Análisis e Investigaciones Num. 16, Fund. H. Seidel y UMSA) dedicada al tema paso rápida revista al mejor momento de discusión de la autonomías que de todas formas tuvo momentos de tensión y descalificación, así como el resultado histórico de la experiencia federalista de América Latina que no contrabalanceó adecuadamente el centralismo que es un rasgo saliente de los estados de la gran región.
La otra noticia, relacionada al salto a la arena política del rector Cuéllar, tiene que ver con renovación de liderazgos en Santa Cruz y en el país. Para que esto sea posible y no meramente una intención, es necesario tener elementos del pasado inmediato en sus enseñanzas. Buena parte del país sabe que el gobernador Camacho está preso por su papel en la resistencia al fraude y posterior fuga del binomio que aspiraba a eternizarse en el cargo en 2019, y también es el caso del apresamiento de la Sra. Añez por la sucesión constitucional para la presidencia en esa crisis. Una decisiva parte de la ciudadanía votó a lo largo y ancho de nuestra geografía nacional por la fórmula que encabezaba Carlos Mesa como parte de Comunidad Ciudadana (CC), que hoy es de todas maneras la fuerza política- detrás del masismo- mejor representada en la Asamblea Nacional.
En 2020 las elecciones que ganó de nuevo el MAS con Arce y Coquehuanca a la cabeza, se explica en parte –pero parte importante- porque Fernando Camacho encabezó su propia fórmula presidencial, lo que le dio una representación congresal de 15 miembros, pero el masismo no necesitó de segunda vuelta. Hoy, como se sabe, el oficialismo está en plena disputa por la definición de su abanderado para “reproducirse” el 2025. Sería imperdonable que la oposición democrática lo hiciera también, vía descalificación mutua. Hay que combinar renovación y continuidad, a la vez que el entendimiento y pacto territorial es decisivo, como rápidamente se describió en las líneas de arriba. Al menos el binomio presi y vicepresidencia debe expresar eso. Esta ventana de oportunidad no será permanente y pensando en que las elecciones primarias que habiliten a esos binomios son obligatorias (Ley 1096, Art. 29), no se dispone de mucho tiempo –contrario al cierto sentido común- para empezar a consolidar acuerdos que permitan un triunfo ciudadano y se aleje definitivamente el fantasma del autoritarismo, tan cercano a los reflejos masistas.
