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Si no fuera una figura patética, podríamos reír de las burradas del canciller Rogelio Mayta, tan improvisado en su cargo como un malabarista tratando de diseñar un cohete espacial: lo que no da la experiencia y el conocimiento, no puede darlo esa facha cantinflesca con la que representa a Bolivia lo mismo frente al Papa Francisco que al canciller ruso Lavrov.
Conocí personalmente Cantinflas, es decir, a Mario Moreno, el actor mexicano, y era un señor que se tomaba las cosas con extrema seriedad. En la pantalla de cine nos hacía reír a mandíbula batiente con sus ocurrencias, pero en la fundación que creó y en sus negocios, no estaba para bromas. En cambio, Mayta parece estar haciendo chistes todo el tiempo, como aquel embajador boliviano con pésimo sentido del humor, que a su homólogo ruso le dijo en una recepción diplomática: “Nosotros también tenemos nuestro Putín” (refiriéndose obviamente a Evo Morales).
De ese nivel es el jefe de la política exterior de Bolivia, impulsor o servil ejecutor de una política internacional errática y desacertada que le causa mucho más daño a Bolivia del que parece. Sus principales aliados, perversos dictadores de alta y de poca monta (Rusia, China, Venezuela, Nicaragua, Irán…) han llevado a Bolivia al basurero de los bloques internacionales, allí donde van a parar las plumas de las gallinas cluecas.
Igual que a Cantinflas, el gran personaje del cine mexicano, el pantalón le queda a Mayta ancho y se le cae cuando camina. Parece que lo hiciera a propósito para hacernos quedar mal a todos. Lo incomprensible es que haya trascendido que aspira a un puesto en el Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), para huir de Bolivia por la puerta de atrás luego de todas las torpezas cometidas. De pronto, salió del área gris en la que estuvo, para mostrar aspiraciones que están por encima de su nivel intelectual.
Quizás la más reciente metida de pata de Mayta tiene que ver con la pretensión absurda de que Bolivia sea aceptada en el exclusivo club de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). ¿Cómo se le ocurrió a Mayta -o su jefe- que Bolivia podía ser parte de ese grupo de países? Quizás lo único que quería era viajar a Johannesburgo, ya que se la ha pasado viajando a todas partes a costa de nuestros impuestos, sin haber hecho ni una sola gestión exitosa en ninguna parte. Al final de la cumbre de los BRICS en Sudáfrica los seis nuevos países aceptados fueron Irán, Arabia Saudita, Egipto, Etiopía, los Emiratos Árabes Unidos y Argentina.
El nuevo bloque representa el 46% de la población mundial y el 29% del producto interno bruto mundial. Combinados, los seis nuevos miembros representarán aproximadamente el 10% del PIB agregado del grupo, ya que Arabia Saudí es la única economía de un billón de dólares entre los nuevos miembros. Los BRICS seguirán dominados por China e India, tanto en términos de población como económicos.
Todos ellos cuentan con una economía más fuerte (de lejos) que la boliviana, aunque en nuestro país nos han acostumbrado a creer en lo que “podríamos” ser, pero no en lo que realmente somos. Es decir: “estamos encima de un mar de gas” o “seremos la potencia mundial del litio”, aunque luego nada de eso trasciende más allá de la propaganda gubernamental y el discurso electoral grandilocuente.
La verdad es que Bolivia no cuenta, porque su gobierno es de pacotilla y su canciller un mal imitador de Cantinflas. Mayta muestra ignorancia sobre relaciones internacionales. Se adivina detrás la sombra de Choquehuanca, el titiritero corresponsable e igualmente ignorante. No deben sorprendernos los grotescos nombramientos de representantes diplomáticos y consulares del gobierno masista, porque son el reflejo de una Cancillería deplorable. Ahora que Mayta aspira a incrustarse en un organismo subregional, todos sus acólitos dentro del ministerio de Relaciones Exteriores ya están colocándose en puestos fuera del país, como premio a su incapacidad.
La Cancillería de Bolivia merece algo mejor que Mayta y los improvisados del MAS que lo antecedieron en gobiernos de Evo Morales. Pero claro, el problema es que el MAS ya no tiene a nadie con el nivel mínimo necesario para hacer gestión pública en el ámbito de las relaciones internacionales. Para los que piensen que Mayta fue lo más abajo que se pudo llegar, no se olviden que el gobierno siempre tiene un carta peor bajo la manga.