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En una de las partes más llamativas de la elocución que el vicepresidente Choquehuanca hizo en el aniversario de la Cooperativa Minera El Progreso el 2 de septiembre, sostuvo que la República quería aplastarlos, “nos han humillado 500 años -dijo- hemos sufrido humillaciones, exclusiones y desde el 2006, junto a nuestro hermano Evo, hemos empezado a caminar con nuestros propios pies”.
Cualquiera que tuviera un mínimo conocimiento “objetivo” de la historia nacional concluiría que nuestro vicepresidente ha perdido la noción histórica del tiempo. Habría que hacerle notar que si él está ejerciendo democráticamente la Vicepresidencia es precisamente porque las formas opresivas y feudales (que efectivamente excluyeron de forma brutal y racista a las grandes mayorías indígenas) se terminaron con la Revolución Nacional iniciada en 1952 por el MNR.
El vicepresidente parece ignorar que el Voto Universal que ese partido aprobó mediante Ley el 21 de abril de 1952, liberó las fuerzas que la república oligárquica había heredado desde la colonia, y transformó a los “indios” en ciudadanos bajo el espíritu de la “Declaración Universal de los Derechos del Ciudadano” producida por la Revolución Francesa.
La revolución del 52 fue posible porque articuló (a despecho de las doctrinas de izquierda marxista) una alianza de clases en la que el campesinado jugó un rol determinante junto a los obreros y las clases medias. A partir de esas transformaciones los “indios” se constituyeron en los nuevos sujetos históricos y los nuevos interlocutores frente al Estado. Cualquier campesino en la actualidad no dudaría en aseverar que empezaron a “caminar con (sus) propios pies” a partir de ese momento. El sindicato agrario (obra maestra del MNR), las milicias obrero campesinas a más de los ministros campesinos que participaron de los gobiernos movimientistas desmienten la aseveración vicepresidencial.
Habría que recordar al vicepresidente que cuando el MAS llegó al poder, (2006) la Ley de Participación Popular que el MNR promulgó el 20 de abril de 1994 tenía 12 años en vigencia, y la Reforma Agraria, tanto como el Voto Universal, habían pasado el medio siglo, tenían 54 años.
La presencia campesina emancipada del yugo feudal de la República oligárquica, para cuando Choquehuanca tomó la palabra este último 2 septiembre, tenía 70 años. En síntesis, cuando Evo Morales y el MAS llegaron al poder la liberación campesina era un hecho consumado.
Sin duda hay que agradecerle al MAS haber concluido el proceso de liberación indígena que el MNR ejecutó de manera formal y que el MAS lo consolidó de manera real a través de una amplia política de inclusión, empero, un análisis objetivo basado en los hechos históricos consumados, nos muestra que el MAS no hizo otra cosa que concluir lo que el MNR había dejado inconcluso en el campo de la inclusión étnica en el país. Sus políticas inclusivas hacen parte del proyecto de Estado y de sociedad que el MNR había construido en la posguerra del Chaco, que, además, era un proyecto del que participaban todas las fuerzas políticas que luchaban para transformar el país feudal que los liberales de Heliodoro Camacho habían conquistado en 1899 en la Revolución Federal.
El verdadero proyecto político del MAS hay que encontrarlo en el espíritu y la doctrina nacionalista que sintetizó el MNR. El MAS nunca tuvo un proyecto diferente, fue el encargado de cerrar el Estado del 52, y lo hizo mal, porque en vez de desarrollar las condiciones democráticas que permiten la convivencia ciudadana en el horizonte de la modernidad capitalista, racializó el poder para crear un “racismo a la inversa” que las palabras del vicepresidente traslucen con intensidad y poco disimulo.
Lo cierto es que la ciudadanía está hartada de los embustes, las medias verdades, el afán inconmensurable de reescribir nuestra historia para encajarla en el molde masista, y lo cierto es que, semejante absurdo, está dando resultados adversos; ya nadie cree en el pretendido proyecto masista y menos en los argumentos oficialistas.