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Días atrás, invitado por la Fundación Democracia y Prosperidad (FUNDEP), asistí a la presentación de la Primera Encuesta Nacional de Polarización, realizada por la Fundación ARU para el Proyecto Unámonos, promovido éste para toda Bolivia por las fundaciones alemanas Konrad Adenauer y Friedrich Ebert con apoyo de su gobierno federal.
No voy a entrar de inicio en la taxonomía de resultados porque ya en su columna “Polarizados” (25/04) mi amigo el Prof. José Orlando Peralta las describió ampliamente. Voy a centrarme en resaltar algunas consideraciones a partir de cruzar resultados presentados, así como algunas inquietudes mías.
Me serviré glosar el inicio del artículo de Peralta porque me da una partida necesaria: «La política boliviana [no] da lugar al aburrimiento» y agregaré que coincido a cabalidad, entendiendo ésta como malamente adornada de improvisación, festinación y —muchas, muchísimas veces— cachondeo (para no entrar en detalles teratológicos, que abunda).
Partiendo de que las organizaciones políticas son cada vez menos partidarias y más articulaciones coyunturales —el MAS se desgaja en dos o tres, se asume CREEMOS fragmentado en cuatro tendencias y COMUNIDAD da la impresión de amorfismo— y que los debates políticos conceptuales escasean —no existen después del rico período alrededor de la autonomía y la Constituyente—, se puede fácilmente entender que de un casi 29% de encuestados distantes de autoidentificación política (no menciona partidaria, una confusa y falsa sinonimia usual entre “partido-política”, alimentada muchas veces por los medios) y que el 37% reconozca “no consumir información de medios de comunicación que no son afines a mi posición política” (si ya dijimos que el 29% no se identifica con ninguna posición, podríamos aventurarnos a considerar que el 66% de los entrevistados tendría heterofilia de la información política brindada por los medios en Bolivia). Similar aflora cuando se pregunta “si se le dificulta hablar con alguien de otra tendencia” donde con masistas y “pititas” coinciden alrededor del 31%. (Lamentablemente no puedo identificar cuánto representan de los 2.087 investigados las alícuotas correspondientes para “indígena-no indígena”, “urbano-rural” ni por percentiles de edad ni distribuciones regionales porque no facilitaron dichos desgloses en el documento entregado.)
Poco más adelante, el 74% de los analizados no le da importancia a los partidos políticos en la construcción de un futuro país —en el documento no se describe cuáles serían las opciones “sí importantes” para ese 74%—, que se hace complicado para la vida política nacional cuando el 70% de la población indígena encuestada (valga para éste y similares el comentario anterior sobre desgloses) coincide con el porcentaje “no importante”, lo cual puede ser muy negativo para el MAS, sobre todo el EvoMAS pero también para el inefable David. Aun más complicado para la vida política es que menciona que para la población de menos de 40 años (para 2022 eran 4.263840 entre 18 y 39 años, el 62% del posible padrón electoral, considerando aptitud para el voto entre 18 y 65 años), el 75% no se identifica con el sistema de partidos. Peor aún para las aspiraciones que pudiera tener CREEMOS —asumamos el sector camachista al menos— cuando el 82% de la población del Oriente —su reducto— descree de partidos políticos. (Para abundancia de datos: el 67% de los encuestados nacionales no se identifica con las plataformas ciudadanas —dato casi coincidente con el del percentil amplio de 18-39 años—, el 65% con los sindicatos —ni el 68% de 18-39 ni el 71,1% en el Oriente— y el 63% con “los movimientos sociales” —en el percentil 18-39 llega al 66%—; debería también preocupar mucho a los MASes que el 53% de los indígenas descreen de “los movimientos sociales”).
En otros datos, entre muchos brindados, el 19% tuvo fracturas o distanciamientos familiares por razones de afinidades políticas, el 51% “evita hablar de política con amigos, familiares o colegas para no pelearnos” y el 60% “le gusta hablar e informarse sobre política en Bolivia pero evita hablar de ésta con otras personas [supuestamente ajenas a los anteriores] para evitar peleas”.
Peralta dedica especial relevancia a lo que denominaré taxones resultantes: los bolivianos estamos confinados, aislados, atemorizados, radicalizados, invisibilizados. ¿Qué nos espera?
Aprovecho para agradecer a las KAS y FES y al gobierno alemán este gran aporte al reconocimiento de la incomprensión nacional y confío que UNÁMONOS provea toda la rica y utilísima información estadística complementaria.