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1971-2021 ¿Qué hacer a 50 años de la fundación del MIR?

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El 7 de septiembre 2021, a medio siglo de 1971, tuve la certeza de que el legado del MIR fue que la lucha por democracia es la mejor y más permanente revolución.

Recordar 50 años de la fundación del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR) fue un remezón nostálgico y al mismo tiempo vital. Vital, porque sin la presencia, historia y contribuciones del MIR a la construcción democrática, la historia boliviana será siempre parcial, parcializada y mezquina. Ese MIR vale más por sus aportes a la conquista de la democracia que por sus fallas humanas, como todo lo humano. Y vale mucho más que sus rupturas, porque la historia no es sólo ciencia de lo que permanece, sino también de lo que cambia, es decir, de lo que se transforma y a la vez transforma.

El MIR supo cultivar el espíritu de ‘militante’ en torno al instrumento y a sus líderes. Ese espíritu sigue entendiendo lo político como “el instrumento vital del porvenir” que tanto le gustaba recordar y cantar a Guillermo Capobianco (+) lejos de la dicotomía “amigo-enemigo”.

Y aunque el MIR haya perdido su Personería Jurídica, no ha perdido la calidad de seres sociales comprometidos con la democracia. Ese compromiso pervive en esta Bolivia mezclada y diversa, como comprobamos los días antes, durante y después del pasado 7 de septiembre

Fue una explosión nostálgica que empezó gracias a la idea de un militante, Julio Aliaga, quien utilizó una red social para un reencuentro casual. Resultó que hubo que utilizar otra plataforma, porque la primera no dio abasto.  Y reconocimos, tras 50 años, las ubérrimas ganas de vivir en un Estado de Derecho, con libertad, justicia, equidad y futuro a construir entre todas y todos, lejos de la ‘enemistad total’ que impera hoy, bajo la deriva política autoritaria, excluyente, mendaz, patriarcal, machista y vengativa del régimen Arce/Morales.

Los varios “mires” que fuimos debemos asumirlos como lo que fueron: discrepancias que dieron lugar a otras Personalidades Jurídicas, producto de las múltiples determinaciones de la realidad en cada coyuntura. Y no a pesar de sus orígenes, sino precisamente merced a ellos: “cristianos por religión, marxistas en economía y liberales en política”, como apunta Héctor Abad Faciolince, amén de ateos, agnósticos, leninistas, trotskistas, castristas, guevaristas y algún otro ‘ista’.

Asumo que hoy estamos decantamos por ser DEMÓCRATAS, con mayúscula, para convivir entre diferentes.

Siempre recuerdo lo que aprendí de la ortodoxia en los años ’60, en Europa: “una revolución se define por las contradicciones que resuelve.” ¡Quedan tantas por resolver! Pero también quedan las que sí resolvimos en más de una coyuntura. La principal: democracia vs dictadura, en 1982, que se convierte hoy, otra vez, en una de las principales contradicciones que debe afrontar la sociedad boliviana actual.

Seis años después de su fundación, en 1977, la contradicción seguía siendo la misma. Sin embargo, comprendieron dialécticamente, que el método de lucha debía cambiar. Y se arroparon en la lucha democrática, tolerante y respetuosa de las diferencias, “para que la vida no fuera asesinada en primavera”, como diría muchos años más tarde, el M 19 en Colombia, aunque el MIR siguió abonando el camino con sangre de los suyos. Gloria Ardaya es una superviviente heroica.

Con la UDP no se trataba solo de poner fin a las dictaduras militares, sino de otorgarle a lo nacional-popular de la Revolución de 1952, el entronque con la democracia, que no es solo el voto. Un logro tampoco reconocido por la historia oficial, como el fin de un ciclo y el inicio de uno nuevo.  Así como 1952, termina el ciclo de la plata y el estaño: oligarquía en términos de acumulación de excedentes, feudal en términos de relaciones sociales, 1982 termina el ciclo militar represivo y se inicia el de la democracia, siempre perfectible.

Años después, con un talento táctico poco común en la práctica política boliviana, pero con la certeza de su acierto estratégico, el MIR marcó un quiebre en la percepción binaria y antagónica entre “izquierda-derecha”. Y vinieron otras personalidades jurídicas. El “MIR Nueva Mayoría” en 1989, llegó con Jaime Paz Zamora a la presidencia de la entonces República de Bolivia, resolvió las contradicciones que pudo resolver, y sentó las bases de la institucionalidad democrática: Corte Electoral Independiente, Territorios Comunitarios de Origen, Ley SAFCO, entre otros hitos de carácter institucional, modernidad e inclusión. Otro MIR, el de Juan del Granado, llevó con profesionalidad de hombre de Derecho el juicio de responsabilidades contra el dictador Luis García Meza, bajo cuyo mandato fueron asesinados los ocho miembros de la Dirección Clandestina en 1981. Y otro MIR, el MBL con Antonio Aranibar, como Canciller, en 1993, dejó de lado la pugna derecha-izquierda y fue parte de otros intentos de modernización del Estado. El año 2000 Morales y el MAS empezaron a socavar todo ese andamiaje democrático que el MIR y otros partidos políticos contribuyeron a construir por y para la Bolivia pluri y multi. Eso somos.

Nunca tan acertada la pregunta que Jaime Paz volvió a formular este último 7 de septiembre: ¿Qué hacer? *. Cada quien tiene la palabra hoy, cuando la democracia, como convivencia entre diferentes, está nuevamente en peligro.

Ya lo dijo Carlos Fuentes “el tiempo urge y la historia ruge”.

* Libro de V.I. Lenin 1901/1902.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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