Consolidar el gobierno mediante la confrontación
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El mensaje del portavoz catalán de Esquerra Republicana a Feijóo: “no gana quien gana. Gana quien tiene capacidad de sumar”, con esta frase resalto el escaso margen de movimiento que tenía el aspirante de los populares a la investidura presidencial. Vox su principal aliado, le redujo la posibilidad de aglutinar una mayoría parlamentaria. Con esta camisa de fuerza inició Núñez Feijóo el difícil camino hacia su fallida investidura.
La disputa en el Congreso de los diputados de España entre el 17 de agosto y 16 de noviembre, no obedeció a filiaciones ideológicas de derechas ni de izquierdas. Fue una disputa pura y dura por la supervivencia política del presidente en funciones Pedro Sánchez y la conducción de la oposición del Partido Popular por Núñez Feijóo.
En esta contienda el PSOE tuvo la habilidad de posicionar dos bloques en el escenario político, el bloque de derecha integrado por el PP y VOX, y el bloque progresista articulado por los socialistas, compuesto por SUMAR (15 partidos de diferentes vertientes de izquierda, incluido Podemos); los vascos PNV y EH Bildu; los catalanes JUNTS y ER; el Bloque Nacional Gallego y Coalición Canaria.
Con el respaldo de estas 21 organizaciones políticas Sánchez pudo viabilizar su investidura como presidente de Gobierno, concluyendo uno de los capítulos más intensos, prolongados y broncos de la democracia española. Con esta victoria logra momentáneamente olvidar la precaria presencia territorial del partido socialista en las diecisiete Comunidades Autónomas; solo gobierna en tres, otras once quedan en manos del PP, y dos para los nacionalistas vascos e independentistas catalanes.
La cabalgada electoral que Sánchez inicia en mayo luego del desastre en los comicios territoriales fue sin opción a retorno. Tenía que alcanzar el gobierno para evitar el desbarrancamiento político y la trituradora “antisanchista” de los populares.
Alcanzar la mayoría parlamentaria supone un costo político para Sánchez, es señalado de lograr los votos a cambio de concesiones que vulnerarían la Constitución, la separación de poderes y provocarían el debilitamiento del Estado de derecho. La aprobación y aplicación de la ley de amnistía sin distinciones, favorece a los implicados en el “proces” independentista catalán antes y después de 2014 y a los involucrados en el referéndum unilateral de autodeterminación en octubre de 2017. Deja en entredicho las decisiones de los órganos del Poder judicial y abre el camino para el alineamiento de los jueces a los dictados del poder ejecutivo. Alrededor de trescientas personas serían las favorecidas. La negociación plasmada en un documento será supervisada por una comisión con un verificador internacional y se reunirá mensualmente en Suiza para vigilar su cumplimiento.
El nuevo consejo de ministros deja claro que Sánchez desea fortalecer el tandem: PSOE y Sumar, para garantizar sus 152 votos. Los restantes 37, serán logrados en negociaciones periódicas, ley a ley, presupuesto a presupuesto, y en cada circunstancia. Si bien Sánchez demostró a largo de sus cinco años de mandato gran habilidad negociadora y olfato de oportunidad; el alejamiento de Podemos (cinco votos que le pueden quitar mayoría) del Gabinete de ministros, puede encallar en mas de una ocasión varias operaciones legislativas.
La principal ventaja de los socialistas es que el bloque de mayoría tiene un factor de cohesión: el temor a un probable gobierno del PP y Vox que quedaron a escasos cuatro votos de la mayoría parlamentaria. Esta eventualidad los une, no existe en acuerdo ni plan de gobierno conjunto. La mayoría parlamentaria se logró mediante acuerdos separados donde cada uno resaltó sus planteamientos, intereses y urgencias políticas. Lo importante para los independentistas catalanes fue conseguir la amnistía y habilitar legalmente a sus lideres.
Los acuerdos son de investidura y no de gobernabilidad, así lo señalan constantemente los núcleos nacionalistas e independentistas. Solo un estilo político de confrontación y polarización social permitirá al presidente de gobierno mantener la precaria mayoría que le permitió llegar al palacio de la Moncloa. Sánchez cuando sugirió “construir un muro”, era para abrir dos causes que poco a poco se convertirán en abismos. Se destruye la posibilidad de un consenso nacional para instalar una concepción excluyente del otro bloque político.
Este estilo de gestión política agudiza la movilización en las calles y traslada la polarización al seno de la sociedad. Tanto la oposición como el oficialismo iniciaran una beligerancia implacable, abriendo un periodo de incertidumbre institucional y degradación de la democracia.