Cooperaciones Público-Privadas y Sociales para desarrollar la biotecnología
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Como biotecnóloga por más de 15 años, he sido testigo de los avances que países como Costa Rica, Colombia, Brasil y México han logrado al impulsar modelos de Cooperación Público-Privada y Social (CPPS) en el sector de la biotecnología.
Estos esfuerzos han permitido consolidar importantes ecosistemas de innovación, catapultando el desarrollo de soluciones biotecnológicas con impacto social y ambiental. Lamentablemente, Bolivia aún se encuentra rezagado en este ámbito, perdiendo valiosas oportunidades de crecimiento y bienestar para nuestra población.
La biotecnología representa una herramienta poderosa para abordar algunos de los principales desafíos que enfrentamos como país: la seguridad alimentaria, la salud pública, la sostenibilidad ambiental y el desarrollo industrial.Los avances en este campo, en Bolivia son lentos e insuficientes, en gran medida debido a la ausencia de un marco normativo sólido y de políticas públicas que fomenten su desarrollo de manera sistemática.
Países como Costa Rica han logrado posicionarse como líderes regionales en biotecnología gracias a la implementación de estrategias de CPPS. Estos modelos de colaboración han permitido articular esfuerzos entre el sector público, el privado y la sociedad civil, canalizando recursos, conocimientos y capacidades hacia la generación de soluciones innovadoras. Como resultado, Costa Rica ha logrado consolidar bioclústeres biotecnológicos que han impulsado el crecimiento de startups, la atracción de inversiones y la creación de empleos de alto valor agregado.
Colombia ha dado pasos importantes en la construcción de un marco normativo que promueve el desarrollo de la bioeconomía. A través de la Ley de Bioeconomía, el país ha establecido incentivos fiscales y de financiamiento para empresas, centros de investigación y emprendedores que apuestan por la innovación biotecnológica. Esto ha permitido acelerar la transferencia de tecnología, la creación de nuevos negocios y el fortalecimiento de las capacidades locales.
En el caso de Brasil, la implementación de programas de colaboración público-privada ha sido clave para impulsar la biotecnología en sectores estratégicos como la agricultura y la salud. A través de estos esfuerzos, el país ha logrado desarrollar soluciones biotecnológicas que han mejorado la productividad de sus cultivos, reducido el impacto ambiental y aportado a la soberanía alimentaria.
México ha sido otro ejemplo de cómo las CPPS pueden ser un motor de desarrollo en biotecnología. A partir del Programa para el Desarrollo de la Bioseguridad y la Biotecnología, el país ha logrado fortalecer sus capacidades científicas y tecnológicas, promover la creación de bioclústeres y fomentar la participación de diversos actores en la cadena de valor. Esto ha contribuido a la generación de nuevos empleos, la atracción de inversiones y el desarrollo de una biotecnología propia, con un enfoque en la sostenibilidad y el bienestar social.
Estas experiencias demuestran que el desarrollo de la biotecnología a través de modelos de CPPS es posible y necesario para Bolivia. Debemos aprender de estas lecciones y trabajar en la construcción de un marco normativo sólido, que brinde incentivos y facilite el acceso a financiamiento y recursos tecnológicos.
Es fundamental fortalecer las capacidades institucionales y de los actores involucrados en este ecosistema. Esto implica destinar recursos para la formación de talento, la transferencia de conocimientos y la creación de plataformas de colaboración entre universidades, centros de investigación, empresas y organizaciones de la sociedad civil.
Solo de esta manera podremos impulsar la innovación, fortalecer nuestras capacidades y aprovechar el potencial de la biotecnología para mejorar la calidad de vida de nuestra población. El futuro de nuestro país depende en gran medida de nuestra capacidad de convertirnos en una potencia emergente en biotecnología.