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El populismo es “una dimensión de la cultura política que puede estar presente en movimientos de signo ideológico muy diferentes. Es considerado simplemente como un modo de construir lo político” ( Ernesto Laclau, La razón populista – 2005).
El martes 5 de marzo, en el Palacio de Gobierno, el presidente Luis Arce juramentó a Santos Condori Nina como ministro de Desarrollo Rural y Tierras, a Omar Véliz Ramos en la cartera de Educación, a Humberto Alan Lisperguer ministro de Medio Ambiente y Agua, Esperanza Guevara en Culturas y, Alejandro Santos Laura, como ministro de Minería y Metalurgia.
Sorpresivo el cambio, pero necesario, para que el presidente encare su tramo final, buscando consolidar el último espacio en disputa con Evo Morales, hasta ahora alejado de la posibilidad de ser candidato nuevamente; ello le permite consolidar el “poder presidencial” en el llamado partido o movimiento.
En el discurso de circunstancias, el presidente agradeció a los ministros salientes y se cuidó en precisar que el cambio obedecía a las “demandas de movimientos sociales masistas y, que además se trataba de “consolidar su relación con los sectores que son la base del MAS” (el entrecomillado es mío)
El día que aquello ocurrió, desde SIN COMPOSTURA aseguramos que se consolidaba el modelo fascista, corporativo autoritario y mussoliniano en el país. En lo básico del caso, el corporativismo apunta a juntar sectores al rededor del poder. Antecedentes históricos: Benito Mussolini, la más clara influencia en la política europea ente los años 20 y 40 y, al mismo tiempo, con influencia del Populismo, de los años 40 en adelante en Sudamérica, Perón en Argentina, Getulio Vargas en Brasil y, Paz Estenssoro en Bolivia; a ello súmesele el llamado Socialismo del Siglo XXI de Cuba y Chávez y algunos dictadores de los 70´s. No hay dónde equivocarse, Evo Morales y Arce, son parte de ello, como un mejunje de todo lo que destruye países: democracia política formal, libre empresa y asociación; libertad de prensa y de expresión, propiedad privada y sociedades democráticas; eso es el modelo de gobierno del “revolucionario Arce”; todo eso ya se probó en los países “sigloveintiuneros” y hay que ver cómo les está yendo.
Claro, no fue Arce el que refundó el populismo en Bolivia, fueron los impulsores del “experimento Laclau”, impulsado por García Linera quien convenció a Evo Morales de la necesidad de “re-institucionalizar” la relación Estado-Movimientos sociales y populares, entiéndase obreros-campesinos y otras expresiones sociales, mujeres indígenas, organizaciones campesinas e interculturales del mismo tipo y otras afines a las que mantuvieron a su servicio, dándoles la sensación de detentar poder y, sobre todo, permitiéndoseles asaltos de propiedad privada o manifestaciones radicalmente autoritarias en defensa del que ellos entendían y consideraban era “ su poder”. La “licencia de hacer” se permitía, siempre y cuando la relación de obediencia vertical para con el mando político-partidario-gubernamental sea absoluta y así ocurrió hasta que faltó la plata para mantener el modelo y la dádiva o prebenda; se acabó el gas y sus repartijas y el evismo se cayó, víctima del fraude, la corrupción y la falta de ideas que ayuden a salir del mal momento; hoy, Morales balbucea en el Chapare y muestra de que está hecho: de recuerdos, odio, fracaso y de incapacidad política; sus ideólogos son poca cosa frente a los que tenía.
Arce no ha demostrado tener una sólida formación política ni asesores que le den insumos acerca de cómo articular un poder que vaya más allá de las alianzas corporativas realizadas; el gobierno compra votos de disidentes “opositores” en diputados pero no logra consolidar poder, de manera tal que en algún momento las compras pueden convertirse en “gasto inútil”, si no logra, como se está viendo, votos en el senado para mantener el poder de los auto-prorrogados, que serían quienes logren anular al senado y asamblea legislativa en el cerco judicial que se tendió hace rato.
Ernesto Laclau, asegura que: “el populismo se puede concebir como una forma política de constituir la propia unidad del grupo. Para el sociólogo, la expresión “el pueblo” no constituye una experiencia ideológica, sino una relación real entre agentes sociales; de alguna manera esto es lo que se pretende aplicar en la desesperación del oficialismo”. Este texto de Gerardo Zamora, del año 1995, titulado: “Corporativismo sindical: ¿institución sin futuro?”, es muy claro con relación a lo que se hizo en la Bolivia desde 2006 en adelante
“.El sindicalismo mexicano fue actor principal de ese pacto corporativo a cambio, desde luego, de beneficios económicos y prestaciones sociales a que tendrían derecho sus representados por la contribución al desarrollo del país; por supuesto, a cambio también, de la participación política de las dirigencias en los círculos del poder. Cobijados en ese pacto, la regulación laboral instrumentada tuvo, entre otras, las siguientes características: la tutelaridad del Estado sobre los trabajadores y el arbitraje estatal en los conflictos laborales; relativa protección del salario, definiéndolo con base en el costo de la fuerza de trabajo y no en función de la productividad; tendencia a garantizar la estabilidad en el empleo; límites a la patronal respecto a la movilidad del empleo; reconocimiento de los derechos sindicales a la bilateralidad en materia laboral y a la titularidad sobre el contrato colectivo, así como al derecho de huelga; protección a la fuerza de trabajo y otorgamiento de prestaciones sociales”
Con variaciones lógicas, podemos ver que ello es así; por ejemplo, el valor simbólico de la COB se mantiene, independientemente de su descrédito y caída o de quién es su máximo dirigente y lo mismo ocurre con los demás aliados de Arce y su gobierno (él vale para ellos, en tanto es presidente, tal como pasó con Morales) que anda a la búsqueda de generar conflictos de alta intensidad en otros lados para distraer el foco de atención en otro lado; los pleitos en diputados fueron desgastantes y, hasta ahora, sin sentido; ahí anda Huaytari buscando a Andrónico para lograr acuerdos mínimos. Les alcanzará?
Conflictos afuera? Qué mejor acción distractora que generar un conflicto lejos del poder. El centralismo no tiene ideología; tiene intereses y busca que los mismos prevalezcan y su poder se mantenga; si se logra al menos generar conflicto por un tiempo, puede distraer la mirada fuera del parlamento. Podrán?
Así, lo veo yo: de manera inexplicable, a días de la realización del Censo Nacional de Población y Vivienda, el Gobernador del Beni, Alejandro Unzueta, decidió terminar la buena relación que, desde la “media luna” se mantenía con Santa Cruz, artificializando el tema de límites y la ubicación de la Comunidad Piso Firme, a donde se dirigió “a sentar territorialidad”, con el argumento de que ese pueblo “siempre fue beniano”, aunque reconoció que “Santa Cruz cubre hasta el 90% de las necesidades de sus habitantes”, declaración absolutamente fuera de lugar, como aquello de : si no les gusta recorran sus chozas” que también reconoció haberles dicho a los pobladores del lugar, en una demostración de prepotencia y estupidez; pero, sabrá él hasta dónde llega la intención y qué se persigue con ella. Y no voy a entrar en el pleito que es técnico e histórico, porque eso es distraer y no caigo en el juego.
Para mí, esto tiene sello centralista. Mientras los departamentos del Oriente se peleen, ellos van a mantener su espacio de poder y Arce va a reforzar esa idea, aunque lo que haga el Vice Ministerio de Autonomías se ciña, como ha manifestado el Viceministro, a trabajar lo técnico; a ver si alcanza esa buena voluntad.
Incomprensible el conflicto creado por Unzueta en este momento y sin conversaciones previas, si se lo mira en si mismo; pero como el diablo no solo no duerme sino que mete la cola donde sabe que puede generar problemas, ahí está… a ver si logra distraer lo otro, el problema de gobierno y país.
A ver…