Crisis en Cuba: más allá de la cuestión ideológica
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Las recientes protestas masivas en Cuba han vuelto a poner sobre la mesa el debate político ilusorio, entre quienes se hacen llamar de derecha y de izquierda, para justificar los problemas sociales y económicos que atraviesa la isla y, consecuentemente, poder explicar la raíz de los acontecimientos actuales. No obstante, para entender verdaderamente lo que está sucediendo, es de suma importancia analizar la realidad cubana más allá de la pobre y básica dicotomía ideológica “capitalismo-socialismo”; en otras palabras, superar las argumentaciones reduccionistas basadas tanto en las consecuencias del embargo estadounidense como en las falencias económicas de los sistemas socialistas.
Entre los pedidos más aclamados en las protestas por las calles cubanas, se hacen escuchar palabras como “alimentos” y “medicamentos”, algo difícil de entender en un país que se jacta de su medicina y, entre otras cosas, de haber producido su propia vacuna contra el covid-19. El gobierno de Miguel Díaz-Canel ha admitido esta situación y ha culpado por los problemas socioeconómicos que atraviesa la isla –como de costumbre por los gobiernos desde la revolución cubana– al embargo estadounidense; siendo este mismo, además, la justificación favorita de la izquierda alrededor del mundo para comprender la crisis cubana actual. En la vereda del frente, la derecha alrededor del mundo busca señalar, de forma generalizada, como único y cruel responsable al ineficiente sistema económico socialista. Esta argumentación también tiene un sesgo, si no toma en cuenta que la economía cubana ha perdido alrededor de 145.000 millones de dólares desde la introducción del bloqueo económico en 1962.
Por un lado, el deterioro de las condiciones de vida de la población cubana se ve necesariamente agravado por el embargo estadounidense, pues restringe el libre comercio de la isla, lo que a su vez va en contra de lo que siempre ha pregonado el país norteamericano. No obstante, los Estados Unidos, a pesar del embargo, son el principal exportador de alimentos y medicamentos a Cuba. Además, la isla mantiene relaciones comerciales con varios países, como China, Canadá, Rusia, Francia, Alemania –entre mucho otros–, que han sabido esquivar las imposiciones de Estados Unidos en relación al comercio con Cuba. Estos países no necesitan la venia de Estados Unidos para negociar acuerdos comerciales con Cuba, siempre y cuando sus empresas no utilicen el sistema bancario estadounidense en sus transacciones. Cabe igualmente mencionar que la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha rechazado, en más de una ocasión, el embargo estadounidense casi con unanimidad, pues este sería visto como un castigo unilateral a la isla y a muchas empresas dispuestas a hacer negocios en ella, que tiene como principal motivo un tema ideológico. Si se tratara de defender a la población frente a la tiranía del régimen, como normalmente ha argumentado el país norteamericano, es muy dudoso que intentar someter a la misma a una debacle económica sea una salida acorde a los derechos humanos y democráticos que Estados Unidos se jacta de propagar. Es incluso un tanto irónico pregonar la implementación de un sistema de libre mercado y, al mismo tiempo, usar como arma principal un bloqueo económico.
Por otro lado, sin embargo, sería también reduccionista no querer percibir que el deterioro económico en la isla tiene mucho que ver con el sistema adoptado. No hay que ser defensor del capitalismo para reconocer, que un sistema económico centralizado en el Estado siempre ha sido ineficiente en comparación con sistemas descentralizados y abiertos a la propiedad e inversión privada. Los problemas de este sistema se reflejan, por ejemplo, en el avanzado deterioro de la infraestructura, lo que es básico para mantener una economía en buen funcionamiento. Asimismo, las inversiones millonarias del Estado en joint ventures con empresas rusas y chinas, especialmente en el área del turismo, en un momento en que la economía familiar está cada vez más empobrecida, exacerban el creciente descontento social con el régimen socialista cubano. Un descontento que a lo largo de las décadas ha sido aplacado de distintas maneras, como a través de la persecución a las disidencias y minorías, lo que atenta contra los derechos políticos de los ciudadanos.
En ese sentido, sería ilusorio no aceptar que los cubanos viven en un régimen dictatorial que se ha mantenido vigente gracias al uso de la fuerza del Estado y que han sido solamente unos cuantos los que han usufructuado del “paraíso socialista”. Por eso se escuchan en las protestas también gritos de “libertad” y de “fin de la dictadura”, que guardan muy poca relación con simples dicotomías ideológicas. ¿Podría haberle ido mejor económicamente a Cuba sin el embargo estadounidense? Por supuesto que sí, pero eso no elimina, por un lado, que la economía haya sido manejada ineficientemente y, por otro lado, mucho menos aun el descontento social que causa vivir en dictadura. En este caso, se trata de una dictadura enmascarada de socialismo, aunque también podría haberse tratado de una dictadura fascista. Los regímenes totalitarios son flexibles en su ideología, pero casi siempre, tarde o temprano, la indignación de las voces acalladas se hace escuchar. La democracia y la libertad son algo fundamental para la armonía de una sociedad.
En resumen, el argumento del embargo estadounidense se torna demasiado simplista para explicar los problemas socioeconómicos de Cuba. Además de la ineficiencia económica y las desigualdades latentes en el sistema adoptado, el pueblo cubano clama por algo mucho más básico y fundamental que un cambio de modelo económico; el pueblo cubano clama por el fin de la dictadura, clama por democracia.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo