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¿Cultura en pandemia o pandemia con cultura?

Claudia Prado

Periodista

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Entre baile, color y música, Bolivia se vestirá con sus mejores galas en el Carnaval de Oruro

Pese a un buen inicio, con el pasar los meses, la ciudad de Oruro fue una de las más golpeadas por el Coronavirus, actualmente los casos han disminuido, es por esto menester que todas las instituciones y los involucrados en el Carnaval reflexionen sobre las consecuencias que podría traer la realización de una fiesta que atrae a cientos de miles de personas cada año, excepto el 2021, que, por causa de la pandemia, no se pudo realizar. ¿Pero será posible evitar los contagios en el Carnaval de Oruro? Vamos a intentar responder esta pregunta a lo largo de este artículo.

Para comenzar, el Carnaval de Oruro es una tradicional fiesta de costumbres diversas. Fue declarado como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la UNESCO el 18 de mayo del 2001 y es la actividad cultural, folklórica y religiosa, en la cual se sumergen en el simbolismo y las diferentes culturas del país se reúnen, conviven y conversan en danza y música, brindando al visitante y al nativo un espectáculo digno de la fe que representa y de una devoción que conmueve a cientos de miles de personas devotas de la Virgen del Socavón, la Virgen María en la religión católica, que muchos respetan y admiran.

La fe, donde el carnaval es la representación de la lucha del bien contra el mal, una dualidad marcada y la victoria del ejército de los ángeles de Dios en la tierra, guiados por el Arcángel Miguel, todo esto en profunda devoción a la Virgen del Socavón, Virgen a la cual rezan propios y extraños, con gran cantidad de fieles mineros al ser su Santa Patrona. Las figuras católicas toman otras características, personalidades, con sus vestimentas y manifestaciones espirituales que son particulares de los pueblos y culturas indígenas convertidas en maravillosas tradiciones. Si bien, esa es la lectura católica del carnaval, éste tiene varias interpretaciones, siendo principalmente parte propia de una cultura mestiza donde antiguos o ancestrales ritos y costumbres reviven y perviven para convertirse en un reflejo de la interculturalidad y sincretismo cultural presente en nuestra sociedad. Entonces, se convierte en la muestra más grande de cultura del país, con 18 especialidades de danzas, entre diabladas, morenadas, caporales, etc, lo que hace menester que se realice año tras año, siendo Patrimonio, para festejar una cultura rica, llena de color y diversidad, que países vecinos muchas veces han querido apropiarse, alegando que es una cultura compartida, sin tomar en cuenta la evolución de las danzas propias de Bolivia con un sello propio de cada región.

Para garantizar esta actividad, las autoridades encargadas de la organización del Carnaval han verificado desde noviembre pasado que los danzarines de los 52 conjuntos que participan del Carnaval, estén habilitados para esta gestión con su carnet de vacunación correspondiente. Un punto a favor para realizar, luego de una pausa, uno de los carnavales más reconocidos a nivel mundial. Además, mueve la economía de muchos hogares, entre músicos y artesanos que trabajan todo el año y por supuesto, el turismo en la región.

He tenido la suerte de participar durante 16 años bailando morenada por devoción y puedo decir que cada año es mejor que el anterior, sin embargo, la otra cara de algo tan sagrado, no es tan santa, hay quienes aprovechan la fiesta para hacer simplemente un derroche de bebidas alcohólicas y diversión sin control, lo que atrae también crimen sin control. Lamentablemente el Carnaval es una fiesta que a cada año deja marcas de tragedia y malos daños en la salud. Estas situaciones no se deberían repetir puesto que ya son conocidas, previstas y evitables. Para muchos es una oportunidad o un pretexto para desbordar su estilo de vida en tan sólo cuatro o cinco días. Beber, bailar, “amar”, viajar o comer sin cansancio. Estas experiencias deberían ser saludables y divertidas, pero en realidad conllevan riesgos que a muchos les ha cambiado la vida, raramente para bien si conoces al amor de tu vida, pero para muchos puede ser una tragedia con cicatrices irreparables. Lo que lleva a pensar en un Carnaval en pandemia, la gente podrá ser lo suficientemente responsable como para tomar todas las medidas de bioseguridad, evitar los contagios, evitar las famosas fiestas, no compartir sus bebidas alcohólicas, mantener la mascarilla puesta en todo momento, guardar la distancia necesaria para mantenerse a salvo… ¡Creo que la respuesta es un rotundo No! Ya se propuso antes un Carnaval sin alcohol, el resultado fue funesto, dado que, terminado el momento del reglamento, el desenfreno fue el invitado esperado que las autoridades temían en sus peores debates y se cumplió. En las últimas tres semanas se han realizado los últimos ensayos y el Último Convite, que han demostrado la pasión hacia las diferentes danzas asistiendo miles de miles de danzarines y músicos, algunos cumpliendo con las normativas de bioseguridad y otros evidentemente no.

En fin, el estilo de vida de cada persona puede determinar que en estos días la salud se acabe, pero la vida continúa y el mundo gira sin parar, sin importar quién camina en sus horizontes o, mejor dicho, quién baila en sus montañas, lo importante por un lado es mantener las tradiciones vivas y esperar que en los siguientes años sigan creciendo.

Para concluir, sí, es necesario mostrar la cultura de un país, más aún cuando tiene tantos actores de por medio y es necesario defender el folklore de aquellos que quieren apropiarse. No es posible explicar en tan pocas palabras la magia, el ensueño y la diversidad que se encuentra en esta típica fiesta boliviana que atrae a cientos de miles de turistas e involucra a más de 20000 bailarines y 10000 músicos de todas partes del país que recorren 4 kilómetros en danzas y música. La Diablada, la Morenada, los Sicuris y muchas otras más son las danzas y música de un folklore increíblemente rico y orgullosamente boliviano, dependerá de cada uno cuidarse en esta pandemia y será demostrado quiénes bailan por devoción, quiénes por figurar y quiénes sólo irán por la fiesta para reafirmar que lo que pasa en Oruro se queda en Oruro este sábado 26 de febrero. ¡Viva el Carnaval! ¡Viva Oruro! ¡Viva Bolivia!

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Claudia Prado

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