OpiniónEconomía

DESconfianza versus DESarrollo

Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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El pasado martes fui invitado a participar en el Foro organizado por la Universidad Nur y la Fundación Utopía sobre el rol que juega la confianza en la innovación, el crecimiento y el desarrollo.

Me basé en uno de los aciertos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que dedicó su reporte insignia Desarrollo en las Américas (DIA) de 2022 a este factor, con el título “Confianza: la clave de la cohesión total y el crecimiento en América Latina y el Caribe”.

Según el reporte, que aludí constantemente en el Foro, la confianza tiene que ver con “la creencia de que los demás (otras personas o instituciones) no actuarán de forma oportunista”. Es decir, que otras personas cumplirán su palabra, que los gobiernos serán fieles a sus compromisos y que ninguno de ellos violará o alterará la ley para aprovecharse del resto.

Sólo con la definición podemos ver que en nuestro país no hay confianza porque la palabra se toma a la ligera, los contratos y las leyes no se cumplen y los gobiernos son famosos por incumplir sus compromisos e incluso respetar la ley y la Constitución.

La confianza puede medirse o aproximarse mediante estadísticas como la Encuesta Mundial de Valores o, a nivel regional, el Latinobarómetro. Una de las preguntas que se usan para medir la confianza es qué porcentaje de personas que están de acuerdo con la afirmación “En términos generales, se puede confiar en la mayoría de las personas o que nunca se puede tener demasiado cuidado cuando se trata con otros”.

Según este indicador, sólo 13% de las personas tienen confianza en el país, uno de los índices más bajos de los últimos 25 años. La desconfianza varía entre los grupos que componen la sociedad: Por ejemplo, 49% no confía en los políticos, en torno a 38% en los órganos Ejecutivo y Judicial del Estado, alrededor de 30% de la Policía y apenas 16% a las empresas privadas.

Uno de los autores del DIA, Carlos Starcascini, pone como ejemplo la venta de verduras y frutas en Estados Unidos y Argentina. En el país del norte, se ponen sus productos en un quiosco y los que desean comprar simplemente sacan los productos y dejan el dinero. En cambio, en el país vecino la venta se hace bajo costosa supervisión de seguridad para evitar el robo.

La confianza determina crucialmente el desarrollo de los sectores privado y público. En el primer caso, las empresas con mayor confianza podían delegar más sus tareas y crecer más y ser más rentables. En el segundo caso, la desconfianza del Gobierno en las empresas se refleja en duras e ineficientes regulaciones.

Esta variable es tan importante que se encontró una asociación entre la confianza y la informalidad: los países donde hay menos confianza de los ciudadanos en el Gobierno por la provisión de educación, salud e infraestructura y, a la vez, donde las autoridades desconfían más de las empresas y les imponen barreras regulatorias, la informalidad surge como la vía de escape.

Aun dentro del sector público la confianza es determinante para que los funcionarios puedan cumplir sus labores, porque cuando hay más confianza los servidores públicos cooperan entre ellos y comparten información, lo cual se plasma en mayor inversión en educación y salud.

Y una de las variables más afectadas es la productividad y la innovación. En el caso de esta última, la desconfianza retrasa la creación de ideas porque hay menos predisposición a compartir ideas e información y a colaborar para la creación de nuevos productos, canales de distribución, procesos y modelos de negocios.

La confianza se puede recuperar al menos de dos maneras, como lo dice el informa DIA del BID. Una forma es que la información esté disponible para todas las partes (disminuir las asimetrías de información). Starcascini pone como ejemplo Uber porque las calificaciones mutuas hacen que los proveedores presten un buen servicio y los clientes paguen por ellos.

En síntesis, la confianza es clave para el desarrollo porque permite que las transacciones económicas se efectivicen a bajos costos.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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