Diario literario del 2021
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Llega fin de año y es tiempo de recuentos, por lo que pido licencia para, por esta vez, postergar el tratamiento de los temas de actualidad y hacer un repaso personal del 2021, centrado en las actividades relacionadas con la literatura.
A comienzos del año, la revista venezolana Letralia publicó algunos de mis textos narrativos reunidos bajo el nombre de Archipiélago: microficciones sobre islas imaginarias, en la línea de mi primer libro (Noticias de Burgundia, 1999).
Más adelante, en la XXII Feria Internacional del Libro de Santa Cruz, que se reencontró felizmente con la presencialidad, participé en el VIII Encuentro de Poesía “Ciudad de los Anillos”. Además, presenté Filosofía en la hamaca: una colección de ensayos breves, mayormente sobre temas de filosofía política y de la historia, con un toque de humor, libro que mereció un comunicado de divulgación de la Cancillería del Uruguay.
En dos ocasiones fui parte de los conversatorios del Club de la Libertad, de Corrientes (Argentina), para recordar aniversarios de George Orwell y Jorge Luis Borges. En el primer caso, hablé sobre el potencial libertario de las distopías, en contraposición con los riesgos totalitarios del género utópico.
En cuanto a Borges, enumeré opiniones divergentes que ligan a su literatura con diferentes corrientes filosóficas, concluyendo que el maestro jugó con ellas, como un escéptico hedonista, sin adscribirse plenamente a ninguna. También en el marco de los 35 años de su muerte, publiqué un artículo sobre la recepción de la obra borgeana en Bolivia, remarcando, entre otras cosas, los estudios eruditos y el arte declamatorio de nuestro querido y desaparecido Mauricio Peña Davidson.
En el inventario de ausencias del año fue una página especialmente triste la partida del entrañable Marcelo Ostria Trigo, a cuya obra poética dediqué una columna, recordando aquellas líneas suyas sobre “palabras que no se van; se quedan en el firmamento, aferradas a las estrellas”.
En otro momento de esta vuelta al sol del 2021, me tocó hacer de “tribunal electoral” en los comicios para la nueva directiva en la Sociedad Cruceña de Escritores, oficio que creo haber ejercido con bastante más probidad que el opaco TSE.
En materia de ensayo político, publiqué a fines de septiembre un librillo muy breve, lo que en otra época habríamos llamado horriblemente un “opúsculo”, titulado Lo que el GIEI no dijo y dedicado a recapitular las omisiones, distorsiones y algunos aciertos en el informe emitido por la misión de la CIDH en Bolivia.
Ya terminando el año, fruto de la convergencia entre viejos apuntes y unas horas de ocio, pergeñé un divertimento bajo el nombre de Literatura cruceña desconocida, reseñando la obra de un par de autores de un corpus literario ficticio, que algunas webs interesadas en estas heterodoxias se dignaron en lanzar al ciberespacio.
Para finalizar, mi amigo Gustavo Mario Porta incluyó un texto de mi autoría en la contratapa de su libro Bitácora de viaje, dedicado a reconstruir la figura del notable pintor uruguayo Carlos Páez Vilaró, obra que además lleva un prólogo del ex presidente Julio María Sanguinetti.
Es todo cuanto el parte registra. ¡Feliz Navidad para todos!
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo