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El Bipartidismo español encallado, acentúa la inestabilidad

Hugo Carvajal Donoso

Sociólogo. Vicepresidente de ACADEMIA

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La política española está empantanada. Los resultados de las elecciones del 23 de julio contribuyeron a destacar la nueva forma del bipartidismo: de bloques ideológicos. Transitaron del bipartidismo imperfecto (1982-2011), a la dispersión política (2012-2019) de cuatro partidos, con la fugaz insurgencia de Podemos y Ciudadanos. Y de allí, al bipartidismo de bloques.

Las decisiones vuelven a girar en torno a dos partidos articuladores de la política nacional. Los regionales (nacionalistas, independentistas o locales) hábilmente sacan provecho de la ausencia de mayorías absolutas. La historia reciente comenzó con el triunfo electoral del Partido Popular (PP) y de Vox en las elecciones territoriales (Comunidades Autónomas y Ayuntamientos) del 28 de mayo. La conformación de los gobiernos en los territorios donde no existieron mayorías absolutas derivó en convenios difíciles.

Los aparentes matices de diferenciación política constituyen visiones encontradas al momento de elaborar acuerdos de gobernabilidad dentro del bloque de derechas. Las concesiones de carteras dentro de los gobiernos por parte del PP a Vox se traducen inmediatamente en “correcciones” de políticas públicas en materias de: medio ambiente, igualad y violencia de género, libertad de expresión, migración, memoria histórica, educación, y servicios públicos.

El partido de Abascal exigió ingresar a cogobernar para garantizar la aplicación de sus posturas ideológicas. Están decididos a hacer valer su importancia electoral y necesitan dar respuestas concretas a sus electores, no pueden diluirse en simples acuerdos territoriales de gobernabilidad ni pasar desapercibidos por más tiempo en la formulación de políticas públicas.

El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) es el derrotado de esa elección, al perder mucho espacio en los gobiernos territoriales, necesitaba dar un golpe de efecto para volverse a posicionar políticamente. En un golpe de audacia el presidente Pedro Sánchez decidió superar la confrontación personal para darle un matiz más ideológico a la campaña. Dibujó el demonio en la pared, señaló que el futuro era elegir entre “España o VOX”, lo que parecía una equivocación, fue tomando cuerpo gracias a las torpezas políticas de Vox y la incomprensible actitud permisiva de Núñez Feijóo.

Los populares insistieron en continuar personalizando las elecciones generales, plantearon “erradicar el sanchismo”. Si dio buen resultado en el pasado reciente, había que continuar con similar estrategia. Subestimaron al adversario, las heridas recurrentes del pasado y el contexto nacional e internacional.

Nunca dejó de tener importancia el pasado histórico en los comicios, en esta ocasión se acrecentó por la presencia de VOX y la izquierda vasca de EH Bildu.

En las elecciones generales se definía el futuro de la política española, para los socialistas era el “retorno al pasado franquista”, y el presidente Sánchez se jugaba el liderazgo del partido. La batalla era decisiva en términos partidarios y personales.

Aunque parezca extraño, ningún bloque político resultó ganador. Los populares pensaron que el triunfo estaba asegurado, y que todo era coser y cantar. Los socialistas arrancaron con desanimo y fueron recuperando presencia en la campaña. La última semana fue errática para el PP, los conductores de la campaña fueron incapaces de ofrecer una propuesta coherente y verosímil. Los socialistas por su parte, optaron por llamar al voto útil para evitar la “involución social” que representa el gobierno de los populares condicionado por VOX.

La polarización política excluyente es un escenario autodestructivo para el sistema de partidos. No se vislumbra ninguna posibilidad de acuerdo nacional entre las dos fuerzas mas importantes, juntas alcanzan el 65% de los votos y el consenso sobre una agenda estatal sería de gran beneficio para el fortalecimiento institucional, repetidamente solicitado por la Comisión Europea.

El futuro bloque de investidura que emerja después del 17 de agosto, cuando se constituya el Congreso de los Diputados, no garantiza la estabilidad política. Los dos bloques están sometidos a los votos parlamentarios del independentismo catalán o el nacionalismo vasco. El PSOE de momento tiene las mayores posibilidades de conformar mayoría y lograr reeditar gobierno, pero su debilidad parlamentaria, con menos de un tercio de los diputados y con el Senado mayoritariamente controlado por el PP, presagia un tiempo de gran incertidumbre nacional.

Es enorme es la irresolución política española y ningún escenario está descartado.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Hugo Carvajal Donoso

Sociólogo. Vicepresidente de ACADEMIA

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