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Sin embargo, para el Movimiento al Socialismo(MAS) el censo de población y vivienda ha sido y es un arma ideológica, entre otros despropósitos. Es un instrumento de dominación, más que una herramienta política, económica y social para la planificación del desarrollo; para la inversión y gestión públicas; creación de empleo y atención oportuna y eficiente a las necesidades cada vez más creciente de la sociedad boliviana, tanto en regiones expulsoras de habitantes, como en las de recepción de la migración campo-ciudad.
El censo 2022, a 10 años del anterior como estipula la Constitución, debía realizarse en noviembre de este año. Como dicen que por “sus obras los conoceréis”, había más dudas que certezas, en realidad, sospechas porque el régimen miente sin ruborizarse. Tanto que, entre gallos y medianoche, cambian la fecha del censo y la postergan dos años, hasta 2024, año prelectoral. Sus resultados saldrían en 2026, post elecciones 2025, sin que nada cambie, mientras naufraga la trilogía originario-indígena-campesino por la irrefrenable migración a centros urbanos.
El censo de 2012, con un año de atraso, es fehaciente prueba de que el ex Morales eliminó de la boleta censal la categoría mestiza por razones ideológicas, al calor de jacobinos, civiles, religiosos y ONGs obnubilados con las 36 naciones indígenas del Estado Pluricultural y la engañosa trilogía indígena-originario-campesino. Así se aprobó la Constitución Política del Estado, en 2009.
Ese censo debía confirmar la trilogía para un Modelo Económico Social Productivo Comunitario, aunque se sabía que Bolivia, por su identidad étnica, ya no era un país mayoritariamente indígena, como afirmaba esa impostora cofradía. De ahí que “los mestizos, no pasaban de ser una anécdota”, afirmó, entonces, un director del Instituto Nacional de Estadística. En Bolivia ya se debatía sobre esa mayoría y la supuesta armonía social, cultural y económica de las civilizaciones indígenas prehispánicas de Occidente, frente a una pluralidad de identidades étnicas mestizas, con valores liberales, republicanos, hasta globalizados, en otras regiones del país.
En esa pluralidad se inscribe la identidad cruceña, mestiza desde sus orígenes, pues por una necesidad de sobrevivencia, los conquistadores hispanos llegados de Paraguay, convivieron con los indígenas de las Tierras Bajas del Oriente, en encuentros que no fueron precisamente amables. A pesar de ello, o merced a ello, la cultura conquistadora y la conquistada en la region, se hicieron mestizas, afirma el historiador cruceño Alcides Parejas Moreno.
Los llamados “interculturales” llegados de las alturas y aupados por un régimen centralista, concentrador y extractivista acosan la tierra y el Territorio que pertenece a pueblos indígenas del Oriente Boliviano, con derecho a ellas desde tiempos inmemoriales, como en Santa Cruz. Según Pedro Portugal “Quizás, la expresión más sarcástica en Bolivia del fiasco pluricultural sea que el denominativo de quienes agreden a comunidades indígenas del oriente usurpándoles el dominio de su territorio y degradando su entorno natural (y que son grupos de indígenas del occidente boliviano), lleven el apelativo de
“interculturales”, nombre que reemplaza el antiguo de ‘colonizadores’ que ellos mismos se daban.” Pedro Portugal. (Público.bo. 3.0.22)
Es la lucha por el territorio, población y poder para consolidar un proyecto de dominación autoritario, populista, dictatorial. Aquel que nace “de los mitos revolucionarios”, desde donde “emergieron los esperpentos que, bajo el tapujo de luchar contra el sistema capitalista, reproducen solo las divagaciones más controvertibles y chocantes de ese sistema”, afirma el mismo Portugal.
Hoy, en el colmo de las imposturas, el régimen pide “que no se politice” el censo, como si su postergación no fuese una medida política contra toda la sociedad boliviana, no solo contra Santa Cruz. Si el régimen no tiene datos actualizados sobre sus habitantes, dónde viven, cuáles las necesidades de salud, educación, empleo, carreteras, tampoco habrá planificación para el desarrollo sustentable. Y tampoco Pacto Fiscal, que es la redistribución de la riqueza, frente a la concentración y centralización del régimen, que hoy se apropia de más 85% de la riqueza y los recursos del país.
El MAS sabe que los resultados de un censo con instrumentos técnicos, profesionales idóneos y transparentes, no les serán políticamente favorables, pues la migración del campo a centros urbanos en crecimiento, para salir de la pobreza, no tiene paliativos. Allí, engrosan las filas de la informalidad, como única estrategia de sobrevivencia. Esa migración afecta tanto a departamentos expulsores como a receptores, pues un censo real se traduciría en menores ingresos para unos y mayores para otros, unos más pobres que otros. Amén de una redistribución de la representación política, de acuerdo a la Ley 421 de 2013, de distribución de escaños para diputados/as, por habitantes en las circunscripciones electorales. En ese rubro está la trampa sistémica del padrón electoral.
A la postre, las 36 naciones indígenas están reducidas a la aymara. En torno a ella, heredera de los señoríos aymaras precoloniales, que el Imperio Inca sometió, se debía estructurar la nueva nación boliviana, según un ex vicepresidente, que quiere ser el último jacobino de la Historia.
Disminuir recursos y representación política, no va con los populistas esperpénticos que hoy dominan Bolivia, con Luis Arce a la cabeza. ¿Dormirá el censo en su abominable injusticia? Estamos hartos del acoso contra el Derecho Humano de querer ser “siempre libres seamos cruceños” y bolivianos.