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En una reciente conferencia Larry Summers, ex presidente de la Universidad de Harvard, decía que el desafío de la universidad moderna es llevar la educación hasta el último lugar de cada país, con el mismo empeño con el cual la Coca Cola, procura por ejemplo, llegar a todas las poblaciones de un país para colocar sus productos. Obviamente, llevar la educación es mucho más complejo, aunque el mismo tiempo mucho mas trascendental, para las personas y la sociedad en s conjunto.
Sin lugar a duda, el atraso en la educación es sinónimo del subdesarrollo de una nación. En Bolivia, si bien se ha avanzado en educación primaria, aun nos falta mucho en educación secundaria, técnica y profesional. No solo ello, más allá del crecimiento de la cobertura de la educación primaria, nos falta mucho en calidad de educación para alcanzar estándares internacionales mínimos que le permitieran a nuestros jóvenes alcanzar niveles de competitividad con quienes se forman incluso en países vecinos.
Es necesario afrontar el desafío de la educación con una visión integral comenzando por ejemplo desde la formación de los docentes, dándoles las condiciones para una formación especializada, bilingüe, con el idioma inglés al alcance de todos, y el acceso a la capacitación en habilidades y tecnologías digitales orientadas a la educación. Obviamente, todo ello demanda una reorientación de nuestro sistema de formación de docentes para la educación inicial, primeria y secundaria, abriendo el mismo a que pueda ser desarrollado por el sistema universitario, lo cual también tendría la ventaja de valorizar el nivel académico y el prestigio social de la docencia escolar.
Esto obviamente, supone que se deja a un lado el monopolio gubernamental de la formación de los docentes, así como lo ideologización y la politización del sistema, factores que destruyen las bases de todo sistema educativo y por lo tanto condena a nuestros jóvenes, a recibir una educación de alcances limitados que, a su vez, lastran sus posibilidades de superación y movilidad social.
Por eso es que antes de discutir qué plan de estudios llevan los estudiantes, el país debiera discutir qué formación se les está brindando a los futuros maestros, y que condiciones tienen las normales para formarlos. Por ejemplo, qué nivel de talleres tienen para educarse en las distintas disciplinas en las cuales se especializarán, que nivel de equipos de computación disponen o qué acceso tienen a bibliotecas digitales que hoy son la gran fuente de consulta y actualización en todos los ámbitos de las ciencias profesionales.
Lo mismo sucede, con los establecimientos educativos, en los distintos niveles, además de la calidad de sus docentes, necesitan estar equipados adecuadamente para brindar a las nuevas generaciones un nivel educativo acorde a un mundo en el cual la digitalización impregna todos los aspectos de nuestra vida y la inteligencia artificial cambiará vertiginosamente las formas en las que trabajamos y nos interrelacionamos.
La transformación digital y la inteligencia artificial demandarán una formación continua por la que las personas que han tenido la oportunidad de recibir una educación a nivel superior, e incluso aquellas que han alcanzado un nivel de posgrado, tendrán la necesidad de actualización como una exigencia permanente durante los 30 0 40 años que dure su vida profesional.
Bolivia tienen una población joven llena de talentos y futuro. Sin educación adecuada, son millones de proyectos de vida que quedan frustrados por la falta de oportunidades que representa las limitaciones de nuestro sistema educativa. Gran parte de la población se ve obligada a sobrevivir desde la informalidad en condiciones primarias o emigrar a otros países a trabajar en distintas ocupaciones, por lo general, de menores niveles remunerativos.
Estos son los temas que debieran ocupar un lugar central en el debate publico y sobre el cual debiéramos estar discutiendo una agenda de desarrollo con mira al próximo Bicentenario en miras de concertar puntos básicos de una agenda de desarrollo que trascienda la lucha política y partidaria por el poder coyuntural que asfixia todo intento de pensar proactiva y estratégicamente el futuro de la nación.