OpiniónInternacional

El desafío Republicano

Jorge Gómez

Investigador Senior de la Fundación para el Progreso de Chile.

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La democracia chilena está capturada por una lógica facciosa desde el año 2011. Esa fue la dinámica en que se sucedieron los gobiernos de Sebastián Piñera y Michelle Bachelet entre 2010 y 2019. Así, del desalojo se pasó sin más a la retroexcavadora y se terminó en el estallido social. Las oposiciones, en ese sentido, han sido de mala calidad en términos políticos.

La misma lógica facciosa operó respecto a la Convención constitucional del año 2021. Bajo la ilusión de la unanimidad, las izquierdas presumieron tener el apoyo total y definitivo de la ciudadanía para refundar Chile. La peor cara de esto lo mostró la desaparecida y mal llamada Lista del Pueblo junto con el Partido Comunista. El 4 de septiembre pasado se derrumbó este espejismo cuando el Rechazo se impuso de forma transversal. Quizás esa fue una unanimidad que, en sentido estricto, no le pertenecía a ningún sector político.

Considerando los resultados de la votación del pasado 7 de mayo, donde la derecha en su conjunto obtuvo sobre el 50% en un órgano colegiado, el riesgo de un triunfalismo intransigente es indiscutiblemente alto. Sobre todo, porque esto es algo inédito para dicho sector político en toda su historia. Los republicanos, sobre todo como mayoría en el Consejo constitucional, tendrán que evitar desarrollar el síndrome Stingo, que es otro reflejo de la lógica facciosa que afecta a la democracia chilena.

«Lo que debe hacerse es anular a los sectores que se alimentan de las lógicas facciosas. Los Republicanos no se deben atrincherar si quieren lograr eso. Ese es su desafío principal pues, en parte, también deben su auge a la lógica de las facciones. ¿Sobrevivirán bajo la tarea de sostener la República?»

Con relación a lo anterior, el principal desafío político del Consejo constitucional, en sentido absolutamente republicano, será erradicar esa enquistada lógica facciosa. No es sólo tarea para los republicanos en tanto partido político, sino para todos los sectores que adhieren a la idea de República democrática. Todos deben buscar anular las lógicas polarizantes que alimentan constantemente el faccionalismo político. Como decía Benjamin Franklin, hay «república…si esta se puede conservar». Esta siempre se puede ver amenazada por el desborde de las muchedumbres y por las mezquindades de las oligarquías. Evitar eso requiere un balance entre las fuerzas políticas pero sobre todo la disposición a sostener la institucionalidad de la República y respetar las reglas democráticas a todo evento.

Lo anterior no será tarea fácil, puesto que el faccionalismo es funcional a ciertos grupos políticos que han surgido o proliferado en torno a este, partiendo por el propio Partido Comunista, que creció a punta de agitación callejera y universitaria. No es raro que apenas se conocieron los primeros resultados de la votación del domingo, algunos importantes militantes comunistas, como Daniel Jadue y Hugo Gutiérrez, enarbolaran la posibilidad de movilizaciones callejeras si el proceso no es de su agrado. Es que sin la lógica facciosa no pueden subsistir, salvo en la marginalidad política tal como ocurría antes de 2011. En ese sentido, sería ingenuo creer que ahora, con una mayoría del partido republicano en contra, los comunistas no intentarán buscar cumplir la amenaza esbozada por Guillermo Teillier respecto a la Convención pasada, rodeando el Consejo.

Es probable que ciertos sectores de la izquierda no acepten la derrota y opten por desentenderse del proceso, azuzando la agitación para presionar la vía extrainstitucional nuevamente, tal como lo hicieron en 2019, esperando reavivar así las brasas de la borrachera octubrista. Es también probable que a priori apuesten por rechazar, con tal de hacer fracasar a la derecha. Eso sin duda abre la puerta a una situación de mayor inestabilidad política. Lo mismo aplica para el Frente Amplio. Aunque en ese intento por hacer fracasar a los republicanos de Kast en el Consejo, podrían poner contra las cuerdas al propio gobierno del presidente Gabriel Boric.

La polarización es una amenaza cierta en estos momentos en Chile. Los resultados del domingo producen más incertidumbre que certezas en ese sentido. Literalmente estamos en un tobogán enorme. No atorados, sino sin saber a ciencia cierta hacia dónde vamos. Lo que debe hacerse es anular a los sectores que se alimentan de las lógicas facciosas. Los Republicanos no se deben atrincherar si quieren lograr eso. Ese es su desafío principal pues, en parte, también deben su auge a la lógica de las facciones. ¿Sobrevivirán bajo la tarea de sostener la República?

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Jorge Gómez

Investigador Senior de la Fundación para el Progreso de Chile.

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