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El desarrollo del Beni y su aporte al desarrollo nacional

Carlos Hugo Molina

Abogado con especialidad en Derecho Constitucional y Administrativo por la UNAM

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La geografía determina las condiciones de desarrollo del departamento. El curso de los ríos, las pampas inundables, las ciudades islas, rodeadas de agua, distribuidas en un territorio que consolidó personalidades culturales fuertes, y la realidad amazónica, obligaron a la inteligencia, la capacidad y la tozudez de sus habitantes, a encontrar el modo de producción ajustado a esas condiciones.

La naturaleza ha demostrado ser inflexible cuando no se respetan sus leyes y a la vez, resulta siendo madre pródiga si se comprenden las potencialidades que guarda y ofrece. Los vivientes originales, que construyeron camellones y promontorios productivos, convirtieron los ríos en caminos y después, la inteligencia jesuítica que aportó el conocimiento universal del barroco que traía del Viejo Mundo, produjeron que la tierra del Señor de los Moxos alcanzara una cualidad con denominación de origen. Los actuales benianos, los nacidos y los que se están viniendo a poblar estos territorios, tienen sobre sí algunas condicionantes que no es posible desconocer pues ya pasaron la prueba de la evidencia.

Las ciudades islas de antes, y que se trata de superar hoy con caminos y puentes todavía inconclusos e insuficientes, han encontrado en la cultura el mejor instrumento de su identidad para convertirlas en un archipiélago polícromo. Cada lugar vive y ofrece sus afectos en torno a devociones que alcanzan particularidades extraordinarias; se trata de una competencia leal por compartir fiestas, comidas, vestimentas, creencias y sentimientos que adquieren una fortaleza consistente cuando se las estudia en contexto.

El habitante boliviano que llega de las alturas, se ve invitado a respetar la realidad geográfica, la temperatura y la humedad como un condicionante de su comportamiento. Quien llega, lo saben los que aquí viven, no pueden hacer lo que les plazca ni repetir conductas de sus lugares de origen, no sólo porque plantea un conflicto con los originarios sino, además y más grave, con la naturaleza. Esto no significa exclusión ni marginación, es simplemente una condición de inteligencia.

Un segundo elemento tiene que ver con la población en el territorio y cuyas proyecciones a partir del Censo del año 2012, serán convalidadas con el Censo del 2024. ¿Dónde viven los habitantes, a dónde se van, por qué abandonan sus territorios, que producen, qué pueden producir? Estas preguntas elementales permiten comprender ahora por qué crece en la medida que lo está haciendo Riberalta, por ejemplo. Y servirán para comprender la razón del interés que, de repente, está despertando el territorio departamental en función de un desarrollo indetenible.

En el Beni se cumple la premisa de que en Bolivia somos pocos y nuestra capacidad productiva es mayor a nuestro consumo, por lo tanto, tenemos que producir pensando en mercados internacionales. Los sectores tradicionales benianos, ganadería, madera, castaña y la descontrolada producción de oro, están siendo acompañadas por la irrupción de potencialidades como el chocolate, el café, el asaí, la pesca, el turismo y nuevos cultivos como soya o arroz en mayor volumen, para no citar sino aquellos más evidentes y que tienen una demanda internacional creciente.

Si esto es cierto, la preocupación o interés de captar recursos y desarrollo desde los mercados tradicionales de Santa Cruz, Cochabamba y La Paz, debe considerar rotundamente el comprender las dinámicas alcanzadas en Paraguay o en Rondonia, para asumir razones y alentar decisiones. El desarrollo del departamento del Beni ya no es una preocupación sólo de su gente, pero es imprescindible que ella asuma la parte de responsabilidad que tiene en este emprendimiento.

Tres tareas que no son menores. ¿Quién tiene a su cargo el diseño concertado del desarrollo del departamento? ¿Comprende el Gobierno central la responsabilidad que tiene para que este proceso supere las trabas absurdas generadas por el desconocimiento y la ignorancia? ¿Cuáles son los temas de la coyuntura que debe enfrentar el Beni de manera osada y disruptiva, para así dedicar toda su energía creadora al objetivo superior del desarrollo digno y la producción con trabajo honrado?

No hay inocencia ni ingenuidad en ninguna de las preguntas, y sí una convicción que este momento previo al Bicentenario, es para la creatividad de una nueva narrativa que debe estar explicada desde el Beni para beneficio de Bolivia.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Carlos Hugo Molina

Abogado con especialidad en Derecho Constitucional y Administrativo por la UNAM

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