El experimento de Argentina y el laboratorio Uruguay
En Uruguay prevalecen la confianza y la estabilidad. ¿Pueden los argentinos aprender algo de sus vecinos?
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Por Adriana Amado1
Cuando se revisa cualquier ranking de calidad de democracia, libertad de expresión, corrupción, Uruguay aparece entre los primeros lugares ya no de Latinoamérica, sino del mundo. Desde Argentina siempre se ha visto como un territorio hermanado antes que separado por el Río de la Plata.
De ser uno de los destinos favoritos para el veraneo de los argentinos, después de la pandemia se convirtió en un lugar donde las principales empresas de tecnología han decidido instalarse. Y al que muchos argentinos fueron a buscar una segunda nacionalidad y un lugar donde proteger sus ahorros de las cada vez más severas restricciones cambiarias que obstaculizan cuestiones tan elementales como facturar servicios argentinos al exterior.
Para tratar de entender por qué Uruguay se convirtió en una meca para muchos argentinos, María Eugenia Estenssoro escribió con la periodista Silvia Naishtat el libro Laboratorio Uruguay que intenta explicar por qué dos países hermanados por algo más que la geografía y el mate, con procesos históricos cercanos, tomaron caminos políticos tan diferentes.
Diálogo Político conversó con Estenssoro, periodista posgraduada en la Universidad de Columbia, que ha sido legisladora de la ciudad de Buenos Aires y senadora nacional.
Uruguay como espejo
AA. ¿Qué buscaban dos periodistas al mirar a la Argentina desde el espejo de Uruguay?
EE: Mirar la Argentina desde la otra orilla, con un poco de perspectiva. Estamos cumpliendo los cuarenta años de gobiernos democráticos ininterrumpidos, momento en que la mayoría de los países latinoamericanos nos encaminamos por la senda democrática después de décadas de inestabilidad. Lo titulamos Laboratorio Uruguay, porque, de todos los países que regresaron a la democracia, Uruguay es el experimento más exitoso de la región. La conclusión a la que llegamos es que ello se debe a esa calidad institucional que tiene los mejores índices económicos y sociales que hacen que, después de cuarenta años, sea un país mucho mejor de lo que era cuando salió de la dictadura.
AA. ¿Eso derriba un poco ese mito de que la riqueza de los países está en la extensión y las riquezas naturales?
EE: Uruguay tiene el ingreso per cápita más alto de la de la región, de 17.000 dólares por habitante. El doble de Argentina, México, Brasil, los grandes países latinoamericanos que tienen recursos humanos, empresariales, naturales y científicos más abundantes que el pequeño Uruguay. Lo hemos llamado el pequeño gigante porque con mesura y con acuerdos entre izquierda y derecha, muestra que lo importante no es tener ni las pampas más fértiles ni minería o petróleo. Si bien tienen un buen sector agrícola, sobre todo ganadero, que hoy genera muchos dividendos para el país, con recursos más limitados que Argentina han logrado un índice de pobreza del 10 %, comparado con el 40 % de nuestro país. En la economía del conocimiento ya no importa tener una fábrica gigantesca de autos porque el valor mayor está en el desarrollo digital.
Rol de la previsibilidad
AA: En el libro se mencionan ejemplos de argentinos que decidieron instalar allí sus empresas. ¿Cuánto influye el entorno más tranquilo y con más previsibilidad de Uruguay?
EE: Sí, la palabra es previsibilidad. Con Silvia Naishtat, en el año 2017 escribimos el libro Argentina innovadora donde llamamos generación dorada a esos emprendedores que habían creado los unicornios tecnológicos más destacados en Latinoamérica. Con un sistema científico con tres premios Nobel y de una calidad que destaca, podíamos abrazar la economía de la innovación como hicieron Israel, Corea del Sur o Irlanda y multiplicar por tres o cuatro nuestro nivel de vida en veinte años. Pero la Argentina hizo todo al revés y terminó expulsándolos.
Lo comparamos con la fuga de cerebros de los años sesenta, cuando la dictadura de Onganía expulsó a los científicos de la universidad. Ahí descubrimos que Manuel Sadosky, el padre de la informática en la Argentina, entonces había traído la computadora Clementina de superconductores para hacer investigación del mundo digital que comenzaba. Terminó en Montevideo con un grupo de matemáticos, donde creó la primera carrera de informática de Latinoamérica, la segunda en el continente después del MIT. Eso podría haber sido en la Universidad de Buenos Aires, pero fue en la Universidad de la República, que tuvo esta temprana carrera de informática. Hoy, la industria del software pone a Uruguay como el mayor exportador per capita de software del mundo.
La cultura política en Uruguay
AA: En los escalafones de medición de democracia, Uruguay siempre está en los primeros puestos. ¿Qué tiene su cultura política?
EE: En el índex de democracia de The Economist Intelligence Unit Uruguay figura en el puesto 11.° mundial entre las democracias plenas, junto con los países escandinavos; en América, por encima de Canadá, un país muy democrático y estable, y por encima de Estados Unidos, que está en el puesto 30.°. Argentina es calificada como una democracia imperfecta. Uruguay también figura en el puesto 14.° como uno de los países con menor corrupción en el mundo. Hay una relación entre corrupción y calidad democrática.
También tiene los partidos más longevos del mundo. El partido Blanco y el Colorado son de 1836. El Frente Amplio es una coalición de partidos de izquierda que tiene cincuenta años, que respetan la pluralidad. En Uruguay no hablan de nación sino de república y no hablan de pueblo sino de ciudadanos. El día de la patria es el Día de la Constitución, el 18 de julio, no el de la independencia como en Argentina. Es una sociedad horizontal, donde se respeta la pluralidad. Argentina, en cambio, aunque tenemos una Constitución con la misma raíz, triunfó la tradición más nacionalista y católica donde el líder está por encima de la ley por el hecho de que representa al pueblo.
Una república laica y liberal
AA: Argentina ha exacerbado la exclusión del otro político y parece que Uruguay integra mejor a los contrincantes políticos. ¿Encontraron alguna explicación de eso?
EE: Uruguay es una república laica y liberal. Hay un acuerdo en lo que establece la Constitución, que, como la argentina, es liberal porque acepta la libertad por encima de todo: la libertad para disentir, cuestionar ideas, armar un partido político. Entiende que nadie tiene que tener demasiado poder, por lo que hay tres poderes que se controlan unos a otros y donde los ciudadanos son quienes ejercen el poder. Eso es algo que no prendió demasiado en la mayoría de los países latinoamericanos, donde hubo siempre una influencia muy fuerte de la Iglesia, del Ejército y de sectores conservadores.
Un ejemplo de esto es que, a finales del siglo XIX, Domingo Faustino Sarmiento conoció en Estados Unidos a un joven José Pedro Varela, ambos interesados en la educación. Sarmiento se convirtió en su mentor y volvieron en el mismo barco al Río de la Plata. Varela, a los treinta años, hizo la reforma educativa y creó la educación pública, laica y gratuita en Uruguay. Sarmiento, presidente de la república unos pocos años después, no logró sancionar la ley por la oposición de la Iglesia en las provincias conservadoras.
Recién durante el gobierno de Julio A. Roca, el Congreso argentino votó la ley 1420 que sancionó la educación pública que hoy todo el mundo considera una piedra fundacional del país. Ahí el Vaticano cortó relaciones con la Argentina por un tiempo. Algo similar ocurrió con el divorcio, que Uruguay logró sancionar a principios del siglo XX con el simple requisito de la voluntad de la mujer. Argentina recién en 1987. Muchos de los cambios sociales y políticos se atrasan por la influencia de la Iglesia o los militares con apoyo de sectores civiles. Uruguay es una sociedad tremendamente laica porque, como república plural y de iguales, no puede haber una religión que prime sobre el resto. Creo que esa cultura los ha hecho más democráticos.
Decidieron irse juntos como una señal
AA: ¿Qué podemos aprender de Uruguay los países que tenemos esos procesos democráticos tan demorados?
EE: Primero tenemos que aprender de los presidentes responsables de esta transición exitosa. Principalmente, de la importancia de que los partidos estén por encima de las personas. Mujica era un presidente con una historia muy fuerte, con inclinaciones un poco más nacionales y populares. Sin embargo, en el Frente Amplio también estaba la línea de Tabaré Vázquez, otro expresidente más socialdemócrata. Tienen referendos y plebiscitos para decidir las cosas importantes. Por ejemplo, vimos abrazarse a José Mujica y Julio María Sanguinetti en plena pandemia cuando dejaron el Senado juntos. Esa foto no fue espontánea, sino que decidieron irse juntos como una señal de dos enemigos acérrimos en los años sesenta y setenta que aprendieron a ser adversarios y colegas que se respetan.
Mujica era un guerrillero tupamaro que se escapó tres veces de la cárcel en la que estuvo doce años preso. Sanguinetti fue ministro de gobiernos que democráticamente combatieron a los tupamaros, que pacificó el país en los años ochenta y dictó una amnistía para los expresos políticos guerrilleros y para los militares. En dos oportunidades, el Frente Amplio con Mujica convocó plebiscitos para derogar la amnistía que se le había dado a los militares y en las dos ocasiones la sociedad dijo que no. Ellos podrían odiarse y, sin embargo, escribieron un libro de conversaciones para que las futuras generaciones sepan que el diálogo republicano es la base de la democracia.
Sobre todo, esperanza
AA: ¿Hay otra mirada de ese pasado que todavía sea razón de divisiones en Argentina?
EE: Otra cosa que podemos aprender de los uruguayos es que el dolor y las divisiones del pasado sirven para aprender, no para mantenernos más separados. Ellos salen de doce años de dictadura con esa decisión y por eso se los ve juntos a los cinco presidentes en una foto muy linda. Mucha gente nos recordó esa foto de 2016 con cinco expresidentes de distintos partidos juntos: Julio Sanguinetti, Luis Lacalle padre, Tabaré Vázquez, Jorge Batlle y José Mujica.
Tabaré Vázquez era presidente y creían que había posibilidad de encontrar petróleo en el mar, recurso del que Uruguay carece. Se hizo una conferencia de prensa convocando a los expresidentes de los otros partidos también y explicó que todos habían gobernado Uruguay y que tenían mucha experiencia para aportar. No trató de apropiarse de este gran descubrimiento como si fuera un logro de un solo gobierno. Los uruguayos no encontraron petróleo, pero todos recuerdan con un enorme cariño la última vez que vieron los cinco expresidentes en una foto juntos. Eso da confianza y estabilidad. Pero, sobre todo, da esperanza.
1Doctora en Ciencias Sociales. Presidente de Infociudadana. Investigadora en Worlds of Journalism Study. Periodista en el diario La Nación y Radio de la Ciudad de Buenos Aires.
*Este artículo fue publicado en dialogopolitico.org el 22 de mayo de 2023