Escucha la noticia
Tres ex presidentes que fueron salpicados por escándalos de corrupción (Ernesto Samper de Colombia, Alberto Fernández de Argentina y José Luis Rodríguez Zapatero de España) visitaron Bolivia la semana pasada, en el marco de un evento sobre “nuevas arquitecturas financieras” que parece haber sido una excusa para intervenir en las pugnas internas del oficialismo.
Antes de la llegada, uno de los ex mandatarios que pidió reserva sobre su nombre había adelantado a un diario cruceño que el objetivo era “acercar a Evo y Arce”. Y en Bolivia, Samper dijo que el primero “no puede ser proscrito”, aludiendo a la inhabilitación constitucional que pesa sobre el ex gobernante cocalero.
Los representantes del Grupo de Puebla también posaron para la foto junto al presidente Luis Arce y, tras su partida del país, sucedió algo notorio: el presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, puso distancia con Evo Morales, señalando que “no recibe órdenes de nadie”.
Hasta aquí lo que es público y quedó registrado en la prensa. Piezas a partir de las cuales se pueden hacer algunas deducciones básicas. Suele decirse que la política es un proceso dinámico, donde los escenarios pueden cambiar significativamente de la noche a la mañana. Y eso es lo que parecería haber sucedido con el intento de “acercamiento”, que inicialmente se buscaba con cierto acento favorable a la inclusión del evismo, y que podría haber terminado fortaleciendo a la “opción Andrónico”, ya sea como presidenciable según la tesis de Álvaro García Linera o, más probablemente, como nuevo acompañante de binomio junto a Arce, en una eventual “fórmula de unidad”.
Esto podría tener el efecto de aislar a Morales dentro del Chapare, a la vez que se aseguraría la presencia cocalera en el gobierno, con el representante de una nueva generación de su dirigencia. Pero habrá que ver si el arreglo resulta aceptable para el vicepresidente David Choquehuanca, quien ha estado trabajando para reagrupar a los indígenas de occidente bajo su ala.
Lo que está claro es que el Grupo de Puebla, especie de “segunda marca” supuestamente moderada del Foro de Sao Paulo, está preocupado por la posibilidad de perder el territorio boliviano para su bloque geopolítico, en el contexto de las turbulencias económicas y divisiones partidistas en el que se desarrollará el escenario electoral del 2024-2025.
Así las cosas, se abre una oportunidad histórica para que la oposición democrática logre la alternancia, lo que requerirá plantear un proyecto viable de salida del agotado modelo “social-comunitario”, con un enfoque liberal sin fotocopias de otras realidades y apuntando a conectar con las nuevas capas medias del país.