EconomíaOpinión

Podemos hacerlo mejor

Juan Antonio Morales

Economista, profesor emérito de la Universidad Católica Boliviana

Escucha la noticia

Según datos del Maddison Project, Bolivia tenía el año 1950 un PIB per cápita, en dólares corregidos por paridad de compra, superior al de Ecuador, Paraguay y, sorprendentemente, al de Brasil. Era un 76% del promedio sudamericano. Pero en la segunda mitad del siglo XX, el PIB per cápita, en vez de converger al de países de mayor ingreso, como predice la teoría de crecimiento, más bien divergió. Al terminar el siglo pasado, nuestro PIB per cápita era solamente 42% del promedio sudamericano.

¿Qué explica tan desastroso desempeño? El factor principal fueron las crisis macroeconómicas, con altas inflaciones, múltiples tipos de cambio y desabastecimientos generalizados. Sucedió una primera vez, después de la revolución nacional, en el periodo 1953-1956. Volvió a ocurrir entre 1981 y 1985. En 1984-1985 tuvimos una verdadera hiperinflación, nada de que estar orgullosos. Las inestabilidades de precios y de tipo de cambio tuvieron efectos reales prolongados y es así que nos tomó 24 años para recuperar el PIB per cápita de 1979. La famosa declaración del entonces presidente Víctor Paz Estenssoro de “Bolivia se nos muere” era casi literalmente cierta. Las crisis macroeconómicas son ciertamente muy destructivas.

Los años sin crisis y aún de bonanza, no se debieron tanto a méritos de nuestros gobiernos como a contextos económicos favorables. En las dos décadas entre 1960 y 1980, se tuvo buenos precios para nuestras exportaciones; en la década de los años setenta se accedió además a créditos de los bancos privados internacionales, que sea dicho de paso, se manejaron muy mal y que nos encajonaron en la crisis de deuda externa.

En lo que va de este siglo nos beneficiamos, entre el 2004 y el 2014, con el superciclo de altos precios internacionales de las materias primas. Nos beneficiamos también con perdonazos de nuestra deuda externa. En los años 2012 y 2013, el ingreso adicional por los buenos precios llegó al 8% del PIB. Este ingreso era literalmente maná caído del cielo.

A fines del 2014, la bonanza externa terminó y nuestra economía en vez de ajustarse como lo hacían los países vecinos, continuó como si nada hubiere pasado, Es más, se incrementó el gasto público. Se llegó a déficit fiscales que sobrepasaban el 7% del PIB por año. Como ya no se tenía los ingresos extraordinarios de las exportaciones se comenzó a usar masivamente las reservas internacionales(RIN), para financiar los abultados déficit del sector público. Con esta política, se fueron agotando rápidamente las RIN. La escasez de divisas está llevando también a una escasez de carburantes. Se estaría llegando a una situación en la que no hay dólares ni hay combustibles para hacer funcionar la economía, y aún para que nuestros conciudadanos lleguen a sus puestos de trabajo.

Con la caída en la calificación de riesgo ya no tendríamos acceso al mercado internacional de capitales para financiar nuestros déficit. El desembolso de los créditos contratados con las Instituciones Financieras Internacionales será también más parsimonioso. El recurso a créditos del Banco Central tiene un límite y puede ser peligroso para la estabilidad de precios.

Para no repetir las malhadadas experiencias de la segunda mitad del siglo XX, urge tomar medidas correctivas. Las recetas son conocidas. Se debe reducir el déficit fiscal, con sinceramiento del precio de los carburantes y con una revisión a fondo de las empresas públicas. Hay experiencias internacionales de cómo sincerar el precio de los combustibles, protegiendo a las familias más vulnerables. Irónicamente, lo hace, por ejemplo, Irán. Deberíamos aprovechar sus enseñanzas. Será también necesario revisar la política cambiaria en el sentido de darle una mayor flexibilidad.

Estaría también en el menú, dar más espacio a la iniciativa privada nacional y a la inversión extranjera. Por último, se debe estar preparando el terreno para una negociación inteligente con Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR ) y con el  Fondo Monetario Internacional (FMI). No sabemos por qué no se ha acudido todavía al FLAR, que tiene menos exigencias que el FMI.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


Cuentanos si te gustó la nota

100% LikesVS
0% Dislikes

Juan Antonio Morales

Economista, profesor emérito de la Universidad Católica Boliviana

Publicaciones relacionadas

Abrir chat
¿Quieres unirte al grupo de Whatsapp?
Hola 👋
Te invitamos a unirte a nuestro grupo de Whatsapp