Escucha la noticia
De acuerdo con un estudio reciente sobre el sentir (mood) de los argentinos en su entorno social, económico y político, brinca el dato de que más del 52% está agotado y cansado de la crisis económica, de la corrupción y de seguir viviendo en una especie de bucle permanente de desasosiego con una profunda falta de esperanza para una pronta solución. Aunque sea mínima, pero solución al fin a sus problemas inmediatos.
El 38% de los argentinos está decepcionado de la clase política y sus líderes. De sus representantes sindicales a quienes ubican cerca de las cloacas. Hay una sensación de hartazgo hacia sus lideres políticos que administran la economía y que – hasta el momento, después de casi 70 años de peronismo – no logran encontrar con un remedio a la profunda crisis económica y social.
Más del 53% de los argentinos, especialmente los jóvenes, están frustrados y desilusionados sobre su futuro inmediato. No se puede construir sociedad con indicadores tan negativos. Hacer empresa, motivar emprendimientos o aventurarse a aperturar negocios, con dinero propio o prestado, con un sentimiento tan derrotista.
Más del 60% de la población argentina esta despechada y enojada con su vida. Con su trabajo. Con su sueldo. Hay un hastío profundo que evita mirar a mediano y largo plazo. Se ha perdido la esperanza de creer en algo o en alguien. Se extraviado la certidumbre de un futuro mejor. De una mínima subida de algún indicador positivo. Están metidos en un pozo atrapados y sin un mínimo atisbo de poder salir del mismo rápidamente.
Sólo un 3% de los argentos está o se siente feliz. ¡¡¡Apenas un 3%!!! Es absurdo. La corrupción peronista que, durante más de siete décadas, literalmente, secuestraron a todo un país, lo empobrecieron y lanzaron a todo un país al basurero. Ellos, claro, se enriquecieron. Agrandaron sus bolsillos y se burlaron de todos. Al resto, que se joda.
Sólo para que sepa Usted amable lector, el intendente de Lomas de Zamora, una provincia mediana de la región de Buenos Aires, Martín Insaurralde – del partido Kirchnerista, por supuesto – se afanó cerca de 500 millones de dólares. Y en su divorcio, convino la suma de 50 millones de dólares con su pareja para finalizar su relación marital. Luego, lo pillaron en un yate privado en España, con una vedette famosa, cuyo alquiler diario asciende a los 20 mil euros. Esta es el mejor ejemplo de la cantidad de políticos peronistas y kirchneristas que desangraron a Argentina y, sin ningún desparpajo, escupieron a una inmensa mayoría de la población por el sumidero de la pobreza.
Ahora el riesgo del libertario Javier Milei es interpretar el éxito contundente que tuvo como una oportunidad para dar una batalla cultural total contra la corrupción desatada en uno de los países más bellos y ricos del cono sur.
Otro de los escollos que deberá sortear es construir estabilidad presidencial. Milei es un presidente con muy poco poder. Casi no tiene nada de poder. Salvo su cargo de presidente de la República. Pero más allá de eso, tiene menos del 15% de los diputados y apenas un 10% de los senadores. Al libertario no le alcanzará el contingente ofrecido por Mauricio Macri para bloquear un posible juicio político, por ejemplo. Que, a mi juicio, será la carta que el kirchnerismo/peronismo jugará en el cortísimo plazo cuando la calle sea el campo de batalla en contra de las medidas de ajuste de Milei. En pocas palabras: se la tienen jurada.
Otra traba gigante será su imposibilidad de aprobar sus proyectos legislativos. Tampoco tiene gobernadores propios. Es una presidencia enana. La historia política de esta parte del continente latinoamericano nos dice que los presidentes impopulares que carecen de escudo legislativo suelen sufrir la interrupción de su mandato. Son interpelados o son depuestos por el Congreso. Léase Perú.
Argentina presenta una economía con severos signos de estancamiento desde hace más de 15 años; un déficit fiscal crónico como consecuencia de un Estado tan elefantiásico como ineficiente; un mercado cambiario sujeto a cepos que impone cada vez más trabas al comercio exterior; políticas tributarias asfixiantes para el sector productivo; elevadas tasas de empleo informal y más de 18 millones de personas por debajo de la línea de pobreza, sin duda que marcaron el contexto en que la ciudadanía optó por llevar al poder a una fuerza política nueva, cuyos líderes carecen de antecedentes relevantes en la función pública.
La maldita herencia que recibirá, sin embargo, Milei, da cuenta de una de las peores crisis económicas de la historia argentina. Tiene un Banco Central quebrado, con reservas negativas del orden de los 12.000 millones de dólares y pasivos remunerados (los famosos Leliq) que superan los 23 billones de pesos que ya alcanzan el 10% del PB. Sin mencionar los irresponsables niveles de emisión monetaria insostenibles y un riesgo país de 2500 puntos que ha puesto a Argentina nuevamente fuera del mercado financiero internacional.
Milei está, por lo tanto, sentado sobre una bomba atómica, con un reloj con una clara cuenta regresiva. Y Macri y Bullrich, que lo apoyaron para acceder a la presidencia, deberán, también, hacerse cargo de este presidente que sujeta sus decisiones en base a tarotistas, que se rodea de gente que le aseguran hablar con su perro muerto Titan- su gran inspiración de vida personal – y con una hermana altamente tóxica a quien define como la gran “jefa” de toda su presidencia.