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Por muchos años era normal ver a un líder que, al jactarse de su puesto logrado, tenga a sus empleados a su servicio. Dando órdenes, controlando el rendimiento, siendo estricto, incluso con actitud intransigente. La evolución de las empresas ha traído la reflexión de que un líder con estas características en el mundo de hoy se vuelve indeseable y tóxico para el ambiente laboral.
La idea de que los de arriba de la estructura organizacional son los que menos hacen, se desvanece, en el entendido de que son éstos los que deben estar al servicio de toda la organización. Las expectativas respecto a lo que hace a un líder exitoso o un buen líder ha cambiado, ya lo decía Simon Sinek “Un mal líder se preocupa porque otros escuchen sus ideas, un buen líder se preocupa por escuchar las ideas de los demás”.
Si bien la actitud de servicio puede parecer no muy atrayente para quieres tienen grandes aspiraciones. Tenemos que reconocer que aquellos líderes de la historia, como Gandy, Luther King, madre Teresa de Calcuta nos recuerdan que esta virtud es indispensable para influir en los demás. Por lo cual, el impacto de estar a disposición de otros se convierte en la pieza angular de la gestión del líder.
Esta nueva concepción de liderazgo, abre una nueva posibilidad en las empresas. Un concepto de organización plana – horizontal donde las jerarquías pasan a tener menos valor y a primar la calidad de relaciones fundamentadas en los principios A: amar, acompañar, agradecer y aprender.
Amar, todo parte del sentimiento. Quien no está dispuesto a estimar a su personal, tampoco estará para dedicarle tiempo o desearle lo mejor. Cuando amamos existe entrega, fidelidad, confianza y generosidad en el vínculo.
Acompañar, el líder crece en la medida en que su personal se desarrolla, por lo tanto, su rol será el de propiciar las condiciones y asegurarse de que lo consiga. Henry Kissing dijo: “La tarea de los líderes es llevar a la gente desde donde están hasta donde no han estado” refiriéndose a la gran misión de ayudarlos a descubrir lo que son capaces de ser y de conseguir.
Agradecer, parte del reconocimiento del aporte que hace el otro, de valorar el esfuerzo, su compromiso, su contribución. Es la postura de quien sabe de qué el trabajo es un regalo que se entrega cada día, por lo cual merece ser valorado y apreciado.
Aprender, la humildad del líder lo engrandece. El líder que se reconoce en calidad de aprendiz fomenta una cultura de innovación, de tolerancia a la frustración y a la calidad, porque demuestra desde su actitud, apertura a escuchar ideas, a cambiar, a mejorar y progresar.
Son estos cambios de mindset los que van acompañando a las nuevas exigencias del mercado global. La necesidad de humanizar a las compañías se hace cada vez más latente y el desarrollar un liderazgo de servicio, se convierte en un valor indispensable para el progreso de las empresas.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo