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El oficialismo difundió una segunda ronda de “fotos de la unidad”, donde quienes encabezan las diferentes facciones del Movimiento Al Socialismo aparecen juntos y sonrientes. Después de la creciente guerra interna vivida entre noviembre y comienzos del presente mes, el asunto huele a control de daños, a una reparación de imagen hacia afuera del partido, aunque los temas de fondo sigan irresueltos.
A raíz de la fotografía más reciente, que incluye al cuestionado Procurador General del Estado, Wilfredo Chávez, el senador oficialista Leonardo Loza no tuvo más que aclarar que esa presencia no implicaba un respaldo al funcionario, quien fue “citado para hacerle algunas consultas”, sin revelar el contenido de las mismas.
Por supuesto, los florentinos del Renacimiento ya lo sabían: reunirse no es respaldar y muchas veces puede ser el prólogo a la puñalada por la espalda. Puede servir, más bien, para tomar las medidas que separan a los omóplatos del sonriente adversario.
La aclaración de Loza vale no sólo para el caso de Chávez, sino para la generalidad de los participantes del acto de unidad visual. Es curioso, además, que venga del senador cocalero más cercano a Evo Morales, siendo que el Procurador es el ex abogado personal del caudillo del Chapare. El mapa de la grieta interna se va haciendo cada vez más complejo.
Es probable que, vista la aceleración de la crisis económica de Argentina, que dio un salto a niveles estratosféricos con la disputa Fernández-Fernández, los estrategas del Foro de Sao Paulo hayan decidido negociar una tregua entre las facciones masistas, no sea cosa que cunda el descalabro entre los “partidos hermanos” de la región.
Según el otro senador cocalero, Andrónico Rodríguez, presuntamente más cercano al arcismo, de forma previa a la primera “foto de la unidad” se pactó no hablar de temas electorales. Lo que confirmaría que se trata de un alto al fuego y no de una paz duradera.
¿Cuáles son los elementos facilitadores para la tregua entre facciones? La investigación sobre los narco-aportes de campaña, pasada a reserva judicial, parece una clara carta en la manga del presidente, que la tendrá lista para activarla contra Evo en el momento indicado. Pero también puede haber algo de miel en el acuerdo, que suavice el trago amargo. El regreso de la CAMC de Gabriela Zapata a los grandes negocios con el Estado, por dar un ejemplo hipotético.
Quedémonos, entretanto, con el axioma que se desprende de las aclaraciones de Leonardo Loza: reunirse no es respaldar. La mera contigüidad en el espacio no desafila los puñales, esos “cuchillos largos” que cada tanto reaparecen en la historia.