En Argentina, más de la mitad de las personas reciben subsidios estatales
Aunque la relación directa entre el modelo fallido y sus resultados está a la vista, el peronismo y una buena parte de la oposición apuesta a permanecer en el mismo camino.
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Por Marcelo Duclos1
El caso argentino es curioso. Cuando se mira hacia arriba caminando por las calles de Buenos Aires, todo parece indicar que este es un país rico, que nada tiene que envidiarles a las clásicas potencias europeas. Sin embargo, al bajar la mirada la persona que observa este mismo panorama se da cuenta que está en un país pobre. Por algo muchos analistas económicos dividen a los países en desarrollados, subdesarrollados y una tercera categoría que ostenta la Argentina: la de los “desdesarrollados”. Claro que detrás de este proceso decadente está todo muy claro y nadie puede sorprenderse por la triste realidad actual. Mediciones recientes confirmaron que el 51,7% de los argentinos reciben subsidios estatales.
Los datos surgen de un relevamiento del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica, que permanentemente publica estas mediciones que deberían llamarle la atención a una clase dirigente que mira para otro lado. Incluso, dentro del oficialismo, muchos referentes nacionales y provinciales anuncian usualmente la “ampliación de planes sociales” como una buena noticia. Sin embargo, los únicos beneficiados por ese modelo son ellos mismos, ya que fomentan el clientelismo político y la dependencia de un sector del electorado que los respalda por temor a perder los beneficios económicos. ¿El resultado de todo esto? En la última década, la pobreza en Argentina se incrementó considerablemente en comparación con el resto de los países de América Latina.
Sin contar los subsidios a las tarifas generalizados, el enjambre de asignaciones sociales que existen en el país pasan de la Asignación Universal por Hijo, los planes “Progresar”, “Alimentar”, las pensiones no contributivas y el “Potenciar Trabajo” o el “Más y mejor trabajo”, que por ahora no viene cumpliendo con el nombre del programa. La última semana, el oficialismo propuso aumentar incluso las moratorias jubilatorias, para quienes no realizaron todos sus aportes en la época laboral activa. Claro que estas personas, que hicieron lo que pudieron en sus años de trabajo, también son víctimas de un sistema nefasto que les rompe las piernas para luego ofrecerles las muletas.
Aunque uno relaciona estas políticas fallidas de subsidios estatales al kirchnerismo, que crean el círculo vicioso de la dependencia, el déficit, la emisión monetaria, la deuda y los altos impuestos, lo cierto es que buena parte de la oposición también es responsable. Recordemos que las asignaciones “universales” fueron idea de Elisa Carrió y su Coalición Cívica, que propuso estas herramientas en nombre de la transparencia. También cabe recordar que la gestión de Mauricio Macri recibió un porcentual de 40,3 % de personas con planes sociales, cifra que para 2019 se incrementó al 43,8 %.
Lo cierto es que estos números ya no ofrecen una salida cómoda del problema. Y es que la clase política asegura que no puede bajar los subsidios mientras existan estos índices de pobreza. Por lo tanto, lo único que obtienen es incrementar el porcentual de ambas variables: la de la “ayuda social” y la de la pobreza. Lamentablemente, este drama, como vimos, ya afecta a más de la mitad de los argentinos.